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    Así cayó Alves en la 'trampa' de los Mossos para que regresara a España

    La policía autonómica consiguió que el futbolista aceptara su «entrega voluntaria» en comisaría ocultándole el rosario de pruebas y testimonios que le incriminaban en una violación

    24 enero 2023 18:07 | Actualizado a 24 enero 2023 18:33
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    Sí, admiten los Mossos, hubo un acuerdo para que Dani Alves se pusiera a disposición de manera «voluntaria» ante la policía, tal y como aseguró este martes Miraida Puente, la que hasta ahora ha sido su letrada. Y sí, es cierto que, incluso, estaba dispuesto a ir como detenido a declarar ante la juez. Pero ni su abogada ni Alves tenían ni idea del rosario de pruebas y testimonios que los agentes habían recopilado en las tres últimas semanas y que le incriminaban en una violación y no en un abuso.

    Ni idea de que las informaciones que hablaban de una denuncia por simples tocamientos no eran veraces pero que los Mossos no tenían ninguna intención de desmentirlas. Y ni idea de que la policía autonómica llevaba casi 20 días trabajando una treta para garantizarse el regreso a España del jugador.

    La estratagema empezó a urdirse la noche del lunes 2 de enero, en las oficinas de la Unitat Central d'Agressions Sexuals (UCAS) de los Mossos d'Esquadra en el barrio de Les Corts de Barcelona. Allí varios agentes, la mayoría mujeres de más que reconocida trayectoria policial, comenzaron a tejer una tela de araña para tratar de meter entre rejas a quien todavía seguía siendo un icono planetario y sin mácula del fútbol.

    Los uniformados catalanes sabían que arriesgaban su reputación y, si todo salía mal, incluso una degradación profesional o un cambio de destino. Jugaban con fuego. Pero nadie de los presentes se echó atrás. Solo minutos antes habían escuchado el relato «consistente, pormenorizado y sin fisuras» de una chica que aseguraba que había sido violada y golpeada por Dani Alves en un baño de una discoteca de la Ciudad Condal la noche del 30 de diciembre, a apenas un kilómetro y medio Diagonal arriba de la comisaría de la policía catalana.

    En la primera semana del año, el convencimiento de que la joven no mentía se fue afianzando. Las cámaras de la sala Sutton confirmaban cada uno de los extremos de la declaración de la víctima. Y, lo más importante, todos los testigos que pasaron esos días por las dependencias de los Mossos ratificaron al cien por cien su versión. La presunta víctima, además de entregar el vestido de aquel día para la extracción de pruebas, había sido capaz de describir de manera prolija los tatuajes que su presunto agresor lucía en la ingle.

    Su prima y su amiga, las otras dos chicas que le acompañaban aquella noche, insistieron en que el jugador mantuvo una actitud de agresividad sexual desde el primer instante, hasta el punto de que la amiga denunció que Alves le intentó en varias ocasiones tocar en la entrepierna. El camarero confirmó ante la policía la insistencia del futbolista por invitar a las chicas. El portero del Sutton, el encargado de la sala, el dueño de la discoteca... no se detectó ni una contradicción en sus testimonios.

    «Por las malas, imposible»

    En la semana de Reyes, todavía en plenas vacaciones y con buena parte de la jefatura del cuerpo fuera de servicio, había que tomar una decisión. La comisaría del 319 de Travessera de les Corts bullía. Tras algunos contactos informales con la Fiscalía, dos de los mandos de la unidad de élite de los Mossos antiviolaciones decidieron que la (des) información tenía que empezar a fluir de inmediato para que la trampa ejerciera su efecto. El pájaro ya había volado (tuvieron constancia de que el martes 3 el objetivo ya había regresado a México) y ahora se trataba de que volviera a la jaula «por las buenas». Porque «por las malas» iba a ser «totalmente imposible», según explican a este periódico fuentes muy cercanas al operativo.

    Los datos que iban a filtrarse -nada de comunicados con membrete- solo iban a ser los que a la UCAS le interesaba: sí, era cierto, había una denuncia contra Dani Alves por unos supuestos tocamientos por debajo de la falda a una chica, pero nada más.

    Los bulos jugaron a favor de la arriesgadísima apuesta de los agentes. Al poco de conocerse la denuncia, y sin que mediara intervención de la policía catalana, en varias redes y supuestos portales de información comenzó a difundirse la patraña de que las cámaras de seguridad confirmaban que Alves y la chica apenas habían coincidido en el baño de la discoteca 47 segundos, un margen temporal que minimizaba todavía más denuncia. No había hecho falta ni siquiera la intervención policial. Las fakes habían hecho todo el trabajo. En ese ambiente de confusión, el propio Alves, en un vídeo remitido a Antena 3, lo desmentía todo el 5 de enero: ni había coincidido con la denunciante ni la conocía. Nada de Nada.

    Con este olor a caso cerrado que los Mossos de la UCAS anhelaban, vieron, ahora sí, una «oportunidad remota» de engrilletar a Alves. Pero el brasileño tenía que volver a España. El tema subió muy arriba y el lunes 9 de enero, todavía sin haber digerido los polvorones, en el cuartel general de la policía catalana «se toparon con el marrón» (sic). En el Complex Central dels Mossos d’Esquadra en Sabadell desde el principio vieron claro que la vía de la extradición o la entrega nunca iba a prosperar. Si Alves seguía en México, donde hasta la pasada semana residía al ser jugador de Los Pumas del Distrito Federal, un eventual proceso para tratar de extraditarle iba a resultar muy penoso conforme al obsoleto tratado de 1978, aunque no fuera imposible. Pero mucho peor iba a ser si el jugador se marchaba a su Brasil natal. Una vez allí, el artículo 5 de la Constitución Federal blinda a cualquier nacional, no naturalizado, para no ser entregado a un tercer país, aunque se hayan cerrado acuerdos de extradición como es el caso de España y Brasil, que así lo hicieron en 1988.

    La conclusión lógica de la UCAS es que solo regresando voluntariamente tendrían una oportunidad de detener a Alves. Y junto a los bulos, una desgracia jugó a favor de los investigadores. El 13 de enero la madre de su mujer, la tinerfeña Joana Sanz, falleció.

    Especialista en extranjería

    Y de pronto, el futbolista anunció su intención de volver a España para asistir las honras fúnebres de su suegra. La celada parecía estar funcionando. Si el deportista en algún momento tuvo dudas de la gravedad de los cargos, éstas parecían haberse disipado por completo con las noticias que le llegaban desde España.

    Y ahí intervinieron los agentes de la UCAS. Los Mossos se pusieron en contacto con la que hasta ahora era la representante legal única del deportista en España, la letrada Miraida Puente Wilson, que se presenta como «especialista en extranjería, tramites de visados, altos directivos, inversores y estudiantes», pero que es una auténtica desconocida en el ámbito penal.

    Con ella pactaron la «entrega voluntaria» de Alves en comisaría, aprovechando la excusa de la vuelta para el funeral familiar. Incluso, que el futbolista podía ser detenido y que prestaría declaración ante la juez para defender su inocencia.

    No fue fácil. Al principio, Puente se mostró reacia. También Alves. Pero ambos -según fuentes de la investigación- acabaron por aceptar el encuentro cuando los Mossos insistieron en que si el jugador no se presentaba ante la policía, poco menos que iba a abocar al Juzgado de Instrucción 15 de Barcelona a dictar una orden internacional de busca y captura, con el consiguiente escándalo mundial. Y, además, poniendo todo tipo de trabas a los movimientos internacionales del jugador.

    El pasado viernes por la mañana, en cuanto los agentes confirmaron en la Comisaría de Les Corts que quien acompañaba a la abogada a la cita era el deportista, le esposaron, le leyeron sus derechos, le hicieron una reseña y las pertinentes fotografías. Nada más. Al jugador y a la abogada nada de esto les puso sobre aviso del oscuro horizonte que se avecinaba. Todo, en principio estaba dentro del posible guión, que en sus cabezas acababa con la puesta en libertad sin cargos. O como mucho, en el peor de los escenarios, en libertad provisional.

    En una hora le trasladaron a los calabozos de la Ciutat de la Justícia. No quisieron ni interrogarle una vez que él se declaró inocente. Querían que la Fiscalía y la juez Anna Marín vieran por sí mismas las incongruencias del relato del jugador. Y eso también les salió bien a los Mossos. En sede judicial, Alves ofreció hasta tres versiones diferentes de lo ocurrido: desde la de que no conocía a la chica de nada, pasando por que habían mantenido una breve coincidencia temporal en el baño, para acabar con el argumento de que lo que hubo fue sexo consentido. Evidentemente, no conocía todas las pruebas que había contra él y no se había preparado con su letrada lo más mínimo una declaración de esta relevancia.

    Este martes Miraida Puente, con la que la familia de Alves se había mostrado muy descontenta, anunció que se une para «reforzar» la defensa del futbolista el prestigioso penalista Cristóbal Martell, el abogado de la familia Pujol, de Messi o de Neymar, entre otros muchos protagonistas de causas con fuerte repercusión mediática. Con Martell enfrente, confiesan fuentes cercanas al caso, la jugada probablemente no les habría salido bien a los Mossos.

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