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    Condenados a sufrir (Atlético Baleares 2-1 Nàstic)

    El Nàstic cae en su vistia al Estadio Balear. Pablo Fernández adelantó a los granas, pero Xisco y Dioni le dieron la vuelta al marcador. Manu García empató a la heroica, pero el árbitro anuló el gol por unas manos inexistentes

    23 abril 2023 13:51 | Actualizado a 23 abril 2023 16:19
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    El Nàstic abandonó el Estadio Balear con el rostro desencajado. No le habían regalado un libro por Sant Jordi, directamente le habían mandado una nota en la que rezaba lo siguiente: “Condenado a sufrir”. Así es, el conjunto grana tiene que tener claro que debe sumar dos victorias más en los cinco partidos que quedan para atar la permanencia. No hay más. Otras historias son puro cuento. En las Islas Baleares se encontró con un resultado a favor gracias al gol en la primera mitad de Pablo Fernández, pero Xisco y Dioni le dieron la vuelta en una segunda parte para el olvido. Otros 45 minutos en los que el Nàstic exhibió falta de contundencia y personalidad. Dos de los motivos que le han llevado a estar donde estar. Empató, pero ni las decisiones arbitrales le ayudan. Manu empató a la heroica imitando a Suárez, pero el árbitro señaló una mano inexistente.

    Dani Vidal ha intentado plasmar el manual de la supervivencia desde un primer momento. Simpleza y orden por encima de todo. El Nàstic ha mejorado, pero da para lo que da porque hay aspectos que desde el banquillo no se pueden modificar. Los fallos y las desconexiones individuales no se teledirigen y el conjunto grana suma una lista demasiado larga esta temporada.

    Es una pena que se volvieran a contemplar porque el Nàstic encontró premio en la primera mitad con un futbolista al que se ha echado mucho de menos. Todavía no anda al 100% en lo físico, pero le sobra talento y corazón para ser diferencial. Se trata de Pablo Fernández, que es un respiro constante para el juego grana. Es el café por las mañanas y la ducha por las noches. El asturiano representa todo lo que debe manejar un delantero en relación al juego con la Primera RFEF y la idea de juego que intenta plasmar el Nàstic. En ese juego vertical y de constante disputas sale vencedor en muchas de ellas.

    En realidad estamos ante un delantero de superior categoría si consigue pulir un aspecto del juego que resulta vital para su posición. No es otra cosa que el gol. Pablo genera, pero no factura tanto como debería. Ante el Atlético Baleares hizo lo que le catapultará a la Segunda División si le da continuidad. Meter la primera.

    Solo necesitó un buen balón en el Estadio Balear para hincar el diente. En ese terreno de orden que el Nàstic sitúa los partidos, los granas generaron una buena jugada que terminó con un centro medido de Joan Oriol. El capitán sacó su zurda en su partido número 100 para meterle una pelota perfecta en el segundo palo a Pablo Fernández. El asturiano remató con todo. Ansioso de gol. No se le notó demasiado porque conectó un cabezazo como si relación con la portería fuese rutina. Picó abajo e hizo inútil la estirada de Lucas Díaz. Al conjunto grana se le ponía el partido en un terreno muy favorable, justo antes de cumplirse la media hora. Ahora resistir tenía todavía mayor sentido. Si no pasaba nada, se ganaba todo.

    La palabra resistir con Dioni enfrente tiene todavía mayor mérito porque existen pocos delanteros en la categoría que exijan. Los tres goles que marcó en el Nou Estadi no fueron señales de humo fueron un incendio. Por eso Trilles acudió al partido con la intención de secarlo. Era un reto personal de esos que motivan al de Vilafamés. El ariete andaluz le exigió, pero Trilles no cedió en su empeño. Pese a ello generó las dos ocasiones más peligrosas del Atlético Baleares en la primera mitad. La primera con un disparo desde la frontal que atrapó Manu García en dos tiempos y la segunda con un remate al segundo palo que no conectó de manera limpia con su bota derecha y lo envió a las nubes. Eso fue todo lo que sucedió en el resto del primer tiempo. Buenas noticias para un Nàstic que ya había clavado la espada.

    Cambios ganadores

    No tuvo Tato paciencia para intentar cambiar el guion desde el banquillo. El técnico del Atlético Baleares recurrió a la ofensiva para buscar el empate cuando ni siquiera se habían cumplido 10 minutos de segunda mitad. Xisco, un delantero de mil batallas, entraba en el lugar de Tropi, un mediocentro posicional. No era un cambio de refresco, era una modificación de intenciones. Al Nàstic le iba a tocar defender a una pieza más en el área y eso obligaba a elevar el listón defensivo.

    A punto estuvo de tener premio el cambio de ruta del Atlético Baleares, pero se encontró con Manu García que ya lleva unas cuantas semanas coleccionando paradas trascendentes. El portero de Pedrera le paró los pies a Dani Nieto. Lo hizo con una parada abajo en el palo corto que le obligó a tirar de reflejos y agilidad. Bordó ambos aspectos y evitó el empate para alivio de los granas.

    No pudo hacer nada pocos instantes después. En pleno arrean balear, el Nàstic salió muy herido. Fue en una jugada que terminó con un centro lateral y un disparo desde la frontal de De Vega que provocó la parada de Manu García de nuevo. No pudo blocarla y se quedó muerta en el interior del área. Ahí Xisco impuso su ley y estuvo más rápido que nadie. Hizo lo que siempre ha hecho, marcar.

    Con ese gol el partido entró en una nueva dimensión. Le cortaron el hilo del orden y la cautela. Se situó en un intercambio de golpes. En el Nàstic habían entrado Escudero y Lupu por Pablo Fernández y Marc Fernández. Había riesgo en ambas áreas. Escudero tuvo el segundo, pero repelió la defensa del Baleares. En la jugada posterior tuvo el segundo Dani Nieto para los locales, pero su disparo se fue por encima del larguero tras despejar Joan Oriol. Lo peor estaba por llegar.

    Dioni vive una relación especial con el Nàstic. Los granas lo quisieron, nunca le ficharon y parece que el andaluz se la tiene sentenciada a los granas. Otra vez los destrozó. Fue con un cabezazo de película. Clavó los pies y se impulsó para meter la pelota en la escuadra. Un gol que probablemente firmen él y pocos delanteros más en la categoría. Xisco y Dioni. Dos delanteros de gol le habían dado la vuelta al partido en menos de 10 minutos. A veces el fútbol es demasiado fácil para unos y demasiado complicado para otros.

    El Nàstic intentó empatar con más corazón que fútbol. Lo hizo. Fue Manu García en la agonía y con suerte porque un despeje tocó en él y se coló en la portería de Lucas Díaz. El árbitro señaló mano para desesperación del portero sevillano que terminó expulsado tras perder los papeles. Sabía que no eran, había marcado con la cabeza. Era la impotencia hecha imagen. La suya y la del Nàstic. Un sufrimiento constante. Ni la suerte ni las decisiones arbitrales acompañan.

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