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    Honor en la derrota (Nàstic 1-2 Osasuna)

    El Nàstic cae en la prórroga ante Osasuna y se despide de la Copa del Rey en dieciseisavos en un bonito partido copero

    05 enero 2023 18:36 | Actualizado a 05 enero 2023 18:56
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    Ojalá en la vida y en el fútbol perder siempre como lo hizo el Nàstic. Menudo ejercicio de honor de los hombres de Raül Agné ante Osasuna. Cayeron en una prórroga gracias a una pincelada de puro artista de Abde. Lo hicieron con muchos minutos en inferioridad tras la roja directa a Pablo Fernández, pero siempre con la fe por delante. No siempre se gana, pero hay veces que la derrota tiene sabor a victoria. Menuda Copa del Rey le han regalado a Tarragona. El sueño se rompió en dieciseisavos, pero esta edición ya será inolvidable.

    Lo que podríamos ser... lo que terminaremos siendo. El Nou Estadi dibujaba ese sentimiento en sus gradas. Comparecía Osasuna en los dieciseisavos de la Copa del Rey con un semblante ilusionado, arropado por los suyos. Cinco canteranos en el once inicial (Dani Parra, Pol Domingo, Joan Oriol, Marc Montalvo y Marc Álvarez) ante todo un Primera División. La apuesta del club tarraconense teniendo todo el sentido en uno de los días más importantes de los últimos años. Ya las palabras ya no caen en el vacío. Hay un proyecto de verdad.

    El ambiente que se respiraba en las gradas dotó de energía a la salida de los de Raül Agné. El Nàstic salió sin complejos porque con un Nou Estadi siempre se siente gigante. Le da igual el rival que tenga enfrente. Por ello los primeros minutos de partido fueron granas. El equipo tarraconense sostuvo el peso del encuentro mediante el balón. Fue protagonista con él y llegó a amenazar con dos centros tensos de Bonilla desde la izquierda.

    No tardaría mucho en dar el primer aviso Osasuna. Cuando se tiene tanto talento sobre el verde brota solo. Chimmy Avila solo necesitó un balón bombeado para conectar una volea con la derecha de videojuego. Iba directa a la red, pero se encontró con el larguero. Dani Parra respiró aliviado porque solo había podido contemplar semejante obra de arte.

    Cinco minutos después nada salvaría al Nàstic. Toda la viveza que tuvo en ataque se fue al traste porque defensivamente faltó solidez y eso ante un equipo como los de Arrasate directamente condena. Un centro lateral terminó con un tibio despeje de Joan Oriol al interior del área y tras un centro de primeras de Kike Barja el cuero se quedó en las botas de Kike García. No perdonó porque es de los que no suelen hacerlo y no iba a ser diferente. El delantero es egoísta y no entiende de perdones.

    Kike García tuvo el segundo a la media hora de juego, pero esta vez no acertó. Hubiese sido injusto por lo que estaba proponiendo el Nàstic, pero también hay que decir que se estaba siendo demasiado dócil en el área propia. Nada nuevo en Tarragona este curso. Conviene apuntarlo para el domingo.

    El final de la primera acrecentó el dominio grana ante un Osasuna que se limitaba a resistir. Lo hizo bien, pero la versión ofrecida por los locales contentaba a todos los presentes. Ritmo ofensivo, llegadas al área rival y detalles individuales de categoría. Todo lo que se pide a un equipo cuando juega en su casa. Ingredientes que hacen del Nàstic un equipo para soñar. ¿Se imaginan este ambiente en un play off? Quizás no hace ni falta para cumplir el gran deseo para el 2023.

    La segunda mitad fue de menos a más en todo. El Nou Estadi se fue encendiendo con el paso de los minutos y volvió a alimentar de esperanza a su equipo. Eso se tradujo en una mayor victoria de duelos individuales de los locales y un Osasuna que cumplido el ecuador de la segunda mitad ya era consciente que allí se iba a sufrir hasta el final. El Nàstic tenía el duelo en un contexto divertido. Sin presión y con nada por perder con un empate que ni mucho menos se veía tan lejos. Palomitas para la agonía.

    La épica se respiraba y apareció porque el fútbol suele premiar a los que van con el corazón. A uno de los que se dejan la vida le tocó repetir heroicidad. Pablo Fernández empató con un cabezazo impecable en el segundo palo tras un gran centro de Maurizio Pochettino. Era el minuto 77 y un nuevo partido nacía. El Nàstic volaba con el Nou Estadi desencadenado y Osasuna mascaba tornillos.

    Pudo ser todavía mayor el golpe porque Lupu tuvo el segundo. Él dirigió y se guisó una transición bajó el aliento de sus aficionados que le cantaban “Lupu, Lupu” en plena carrera. Logró plantarse solo ante Sergio Herrera tras un brutal cambio de ritmo y su disparo iba directo a la gloria, pero se encontró con un portero rojillo que repelió el tiro, pero no el ambiente de un territorio grana que estaba absolutamente desatado.

    Pablo Fernández quizás se dejó llevar por ese énfasis, pero lo cierto es que su protesta salió cara. Corría el minuto 83 cuando el árbitro le sacó la roja directa. No dudó porque es menos fácil hacerlo cuando le pitas al débil ni que sea en su casa. De nuevo, otro partido nacía. El pequeño soñador en inferioridad y el gigante malherido con ganas de evitar el añadido. Osasuna se lanzó a evitar el tiempo extra. Brasanac y Budimir tuvieron la victoria, pero no la puntería para tumbar a un Nàstic que llevaba al partido a la prórroga.

    El plan de los de Agné para los 30’ extra era claro: resistir. La inferioridad les obligó a plantar un bloque bajo ante un Osasuna que debía superar la trinchera. Ahí futbolistas como Abde son los ideales y el marroquí tuvo el segundo con una bonita jugada en la que tras el quiebro disparo al palo largo, pero sin encontrar portería. Una vida más para el Nàstic, un minuto menos para los penaltis. Pero con Abde delante todo quedaba lejos porque el extremo acumulaba cuero y ocasiones pero sin acierto para esperanza grana.

    Al final la insistencia y el talento tuvieron premio. El marroquí volvió a regatear hasta su sombra y disparó seco y raso a portería. Cogió más aroma de centro y Montes en el ejercicio de despejar no pudo hacerlo fuera de la portería. El balón tocó en el palo y entró a la red. El sueño se apagaba. Joan Oriol amagó con otro milagro, pero ya había sido suficiente. El Nàstic caía en la Copa del Rey, pero con honor.

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