¿En qué ha mejorado y en qué debe mejorar el Nàstic?

Al terminar el encuentro frente al Real Unión todo sabía amargo. El empate prácticamente era enfocado como una derrota. El rostro de Dani Vidal no engañaba. Era el fiel reflejo del sentimiento grana en aquel momento. El punto en el Stadium Gal no era celebrado, aunque había motivos, pero lo cierto es que el juego tarraconense fue tan bueno que supo a poco.

El Nàstic aterrizó en un campo en el que no había ganado nadie. Un feudo temible en el que compareció con la identidad como bandera. Probablemente, firmó una de las mejores primeras partes de toda la temporada. El caudal ofensivo generó fútbol y ocasiones de manera constante. Durante muchos minutos, el Real Unión fue un juguete roto en manos de un niño travieso. El conjunto grana jugó con tranquilidad, movió la pelota con criterio y en los metros finales tuvo esa creatividad que en otros encuentros le había faltado.

Jugar con solo una referencia en ataque, Pablo Fernández, y rodearlo de tres zurdas de altos quilates le dio al Nàstic una mayor fluidez. Andy Escudero fue un verso libre desde la mediapunta. El dominio se tradujo en tres ocasiones clarísimas antes de la media hora. Un larguero de Andy, un gol de Pablo y un balón que sacó desde la línea la defensa rival en un córner cerrado a Borja Martínez. ¿Qué más se puede pedir?

Pues lo cierto es que al Nàstic le faltó sentenciar un encuentro en el que tuvo diversas acciones para hacerlo. Decía Dani Vidal en la previa que iba a ser complicado generar tantas ocasiones como ante el Sestao y vaya si lo hizo. Logró marcar un gol, a diferencia de ante los vascos, pero la sensación es que un tanto no fue suficiente para todo el caudal ofensivo que generó. Como viene pasando en las últimas semanas, hay que hablar de dos aspectos a la hora de argumentar la falta de colmillo. El primero es la precisión porque hay muchos disparos que se pasan rozando la portería rival. Ante el Unión, Pablo Fernández, Andy Escudero y Marc Montalvo tuvieron tres disparos que no fueron a portería por cuestión de centímetros. Hay que afinar.

Sin embargo, hay que tener también en cuenta que la fortuna no está sonriéndole a los tarraconenses. Dani Vidal está cansado de hablar de «mala suerte» como afirmó en la sala de prensa del Stadium Gal, pero lo cierto es que está existiendo. El córner cerrado de Borja Martínez en el 30’ hubiese sido gol en las primeras jornadas, pero cuando las dinámicas no son positivas, la balanza nunca cae de tu lado.

¿Y qué se hizo mal para no terminar ganando? El empate del Nàstic se podría explicar también desde una cuestión de mala suerte, pero hay que hacer caso a las palabras del técnico grana y no es así. Al Nàstic le faltó colmillo, pero hay otro aspecto que entró en juego que no se puede repetir mucho más. No es condenar a un jugador porque en las últimas semanas son varios los que han cometido errores de este tipo.

Pablo Trigueros tenía un despeje sencillo, pero quiso serenar el duelo en un momento en el que no había tiempo para ello. Lo que era una acción defensiva de mandar la pelota a la otra punta del campo terminó en un robo del Unión que desató una jugada de gol que terminó en gol. Un fallo individual condenaba al Nàstic al empate.

Antes de ese error ya había habido otro parecido de Borja Martínez que en una salida de pelota decidió no dar el de pase de seguridad y buscar romper líneas mediante el regate en la base. Perdió el balón y el Unión casi marca, pero en aquel momento se encontró con Varo. Fue el precedente.

Dos errores individuales graves a nivel defensivo que se tradujeron en una ocasión clarísima de gol y en el tanto del empate. Es una realidad que hay que subsanar de manera firme ya este aspecto porque en las primeras jornadas no existieron fallos de este tipo y por eso en buena parte los marcadores tenían otro color.

El Nàstic sigue muy mosqueado con la tranmisión televisiva del equipo en las últimas semanas que ha estado repleta de fallos.