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Innovación

Marc Arza

Marc Arza

CEO de Startsud Studio

Cafeteras, auriculares, ventiladores... retroinnovación

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El ciclo del hype tecnológico descrito por la consultora Gartner se ha convertido en una referencia para entender cómo evolucionan algunas innovaciones. Muchas tecnologías emergentes generan, en un primer momento, unas expectativas desmesuradas alimentadas por la fascinación mediática y la promesa de transformaciones radicales. 

Después de ese pico de entusiasmo llega inevitablemente una fase de desilusión, cuando la realidad no puede acompañar el entusiasmo inicial. Solo algunas tecnologías logran superar esa caída: se estabilizan, encuentran un uso productivo real y terminan asentándose en el mercado con un valor más ajustado a su verdadera capacidad. 

Pero así como existen tecnologías que suben y bajan en esta montaña rusa del entusiasmo, debería existir una gráfica similar para aquellas soluciones que siguen el camino inverso. Parecen caer en desuso, pero tras un período de aparente obsolescencia, regresan con fuerza. A veces, lo que se consideró «viejo» demuestra, con el tiempo, que era más eficaz, más eficiente o más sostenible que sus supuestos sustitutos modernos. Esta forma de innovación inversa -un redescubrimiento del valor de tecnologías consolidadas frente a la novedades lo que se conoce como retroinnovación. Una invitación a revisar lo que ya funcionaba antes de descartar algo sólo por su antigüedad.

Tres ejemplos recientes ilustran a la perfección esta idea. El primero es el ventilador. Algunos pensaban que el aire acondicionado lo relegaría definitivamente, pero los nuevos modelos de ventiladores, silenciosos, programables y compatibles con sistemas de control remoto, han demostrado ofrecer una solución eficaz contra el calor con un consumo eléctrico muchísimo menor. Todo sin los problemas de sequedad ambiental tan habituales en el aire acondicionado.

Otro caso es el de los auriculares con cable. Tras la irrupción de los inalámbricos parecía que desaparecerían, pero su durabilidad, su precio accesible y la ausencia de fallos de conexión los han mantenido como la opción preferida para muchos tipos de uso. El tercer ejemplo lo encontramos en las cafeteras italianas clásicas. La cafetera de aluminio, que parecía condenada por el éxito de las cápsulas y las máquinas automáticas, ha resurgido porque permite preparar un café excelente con un gasto energético mínimo, un coste por taza muy bajo y sin generar residuos innecesarios. 

En definitiva, estos ejemplos de retroinnovación muestran que, en ocasiones, las tecnologías consolidadas responden mejor a las necesidades reales de las personas que las novedades más llamativas.

No deberíamos enamorarnos de la tecnología por la tecnología misma ni dejarnos seducir por expectativas infladas: la mejor solución suele ser la que ofrece más valor con un coste menor. A veces el futuro está, precisamente, en redescubrir el pasado. Innovar mirando al futuro, retroinnovar des de lo mejor del pasado.

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