«La convivencia es el mayor patrimonio. Debemos protegerlo»

En su mensaje de Nochebuena, el Rey Felipe VI hizo una defensa del legado de la Constitución y pidió que «las reglas que son de todos sean respetadas por todos» para garantizar la democracia  

24 diciembre 2018 18:44 | Actualizado a 24 diciembre 2018 20:42
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Tras un breve saludo y un recuerdo para quienes atraviesan una situación difícil por razones personales, económicas o sociales, el Rey Felipe VI anunció su deseo de hablar sobre la importancia de la convivencia y los principios que la inspiran, apelando a la Constitución y los ideales que la animaron hace 40 años. «La reconciliación y la concordia; el diálogo y el entendimiento; la integración y la solidaridad», enumeró.

«Quienes vivieron aquellos años saben bien que si hay algo que los define fue el valor de trabajar juntos y unidos pensando en nuestro país y en su futuro; fue la voluntad de los españoles de entenderse y la de los líderes políticos, económicos y sociales de llegar a acuerdos, a pesar de estar muy distanciados por sus ideas y sentimientos. A todos les unía un objetivo muy claro: la democracia y la libertad en España; definir unas reglas comunes que garantizaran nuestra convivencia. Y lo lograron. De ese éxito nos hemos beneficiado las siguientes generaciones; y lo que debemos hacer hoy es todo lo que esté en nuestras manos para que esos principios no se pierdan ni se olviden, para que las reglas que son de todos sean respetadas por todos. Y de esa manera asegurar a los jóvenes, con mayor garantía, nuevas décadas de progreso y avance como las que nosotros afortunadamente hemos conocido.

Respeto a las ideas

El Rey reiteró la importancia de la convivencia, que es «imprescindible asegurar», dijo. «Una convivencia que se basa en la consideración y en el respeto a las personas, a las ideas y a los derechos de los demás; que requiere que cuidemos y reforcemos los profundos vínculos que nos unen y que siempre nos deben unir a todos los españoles; que es incompatible con el rencor y el resentimiento, porque estas actitudes forman parte de nuestra peor historia y no debemos permitir que renazcan; una convivencia en la que la superación de los grandes problemas y de las injusticias nunca puede nacer de la división, ni mucho menos del enfrentamiento, sino del acuerdo y de la unión ante los desafíos y las dificultades».

Y aclaró que esta convivencia «exige el respeto a nuestra Constitución, que no es una realidad inerte, sino una realidad viva que ampara, protege y tutela nuestros derechos y libertades. Todos los proyectos necesitan unos cimientos sólidos, y la España de hoy los tiene, porque están hechos de una voluntad decidida de concordia, de paz y de entendimiento».

Felipe VI advirtió que «la convivencia,  siempre es frágil», e invitó a cuidarla, pues es «el mayor patrimonio que tenemos, la obra más valiosa de nuestra democracia y el mejor legado que podemos confiar a las generaciones más jóvenes; y, por ello, debemos evitar que se deteriore o se erosione; debemos defenderla, cuidarla, protegerla; y hacerlo con responsabilidad y convicción. Así lo hemos demostrado durante estos últimos cuarenta años de libertad».

Mensaje a los jóvenes

El Rey no se olvidó de los jóvenes en su discuros de Navidad: «Como sociedad tenemos una deuda pendiente con nuestros jóvenes. Somos responsables de su futuro y las circunstancias de hoy en día no son, ni mucho menos, las más fáciles».

«Los jóvenes –se dirigió a ellos– vivís inmersos en la realidad de una sociedad tecnológica que plantea nuevos interrogantes, pero que a la vez está llena de nuevas oportunidades. Tenéis talento, creéis en la paz, estáis abiertos al mundo porque sois y os sentís europeos, sois solidarios, estáis comprometidos con las causas sociales, con la lucha contra el cambio climático y la defensa del medio ambiente. Queréis vivir y convivir, pero tenéis problemas serios».

Les reconoció que «es muy difícil encontrar trabajo sin una adecuada formación. Muchos la tenéis, pero a veces os veis obligados a ocupar un puesto de trabajo que no es para el que os habéis preparado o que no responde a vuestras expectativas. Y os tenemos que ayudar: a que podáis construir un proyecto de vida personal y profesional, con un trabajo y un salario dignos, a tener un lugar adecuado donde vivir y, si así lo queréis, a formar una familia y poder conciliar con la vida laboral».

Consciente de que esta no es una tarea sencilla, el Rey admitió que «todo esto es necesario, sí; pero también creo que no es suficiente. Porque nuestra responsabilidad, la de toda nuestra sociedad, es que vuestra capacidad, vuestra motivación, vuestra ilusión y esfuerzo, venzan a las dificultades; porque tenemos la obligación –contando con vosotros, con vuestra energía–, de seguir construyendo día a día un país mejor, más creativo, más dinámico, y siempre en vanguardia; una España más cohesionada socialmente y más comprometida con la igualdad real entre hombres y mujeres».

Optimismo

Y concluyó con una invitación al orgullo y al optimsimo: «Ahora debemos valorar con orgullo lo que somos, lo que hemos hecho y confiar en lo que podemos hacer entre todos, alejando el desencanto o el pesimismo. Debemos ser conscientes de la nueva realidad que nos impone el siglo XXI y ser capaces de alcanzar consensos cívicos y sociales que aseguren el gran proyecto de modernización de España».

«Con esa esperanza y confianza en el futuro, sigamos adelante. Con coraje y sin descanso. Porque todos podemos hacer mucho por el bien común, y superarnos cada día; haciendo cada uno lo que nos corresponde y apoyando a quien cumple con su obligación; animando a quien lo precisa –sin que nadie quede atrás–, y sumando todas nuestras fuerzas en el deseo de una España siempre mejor, porque lo merecemos». Y se despidió deseando felices fiestas en los cuatro idiomas oficiales en el Estado.

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