Cerrar la furgoneta para poder abrir otra vida

Cunit. La familia que tuvo que vivir en una furgoneta ha encontrado vivienda. Con un hijo con autismo resistieron en el vehículo gracias a la ayuda de muchos vecinos

08 enero 2022 06:40 | Actualizado a 08 enero 2022 10:53
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La última foto que Martha ha colgado en su Facebook muestra el bosque que veía cada día al abrir la furgoneta. «La primera imagen que ha calado en mi historia. Cada despertar... Cuando abría la furgoneta me encontraba con este paisaje, que incitaba a un nuevo comienzo... Con el alma agradecida, enfrentando nuevos retos! Siempre tratando de vibrar alto».

Ahora han aparcado la furgoneta cerca de la casa. Casi pueden verla desde la ventana. Como un recuerdo. «Porque no hemos de olvidar», explica Martha. «Y porque en esa furgoneta hemos pasado mucho juntos y para ser conscientes de dónde estamos y de que nunca debe dejarse de luchar».

El pasado año esa furgoneta fue un símbolo de la injusticia en Cunit. Aparcada en la urbanización El Rectoret. En ella vivieron desde junio y hasta finales de año Martha, su marido y su hijo de 13 años, que tiene autismo. En esa furgoneta estaba todo lo que tenían. Los vecinos les llevaban ropa, mantas y algo de comida caliente.

Movilización

La movilización vecinal motivó que desde el Ayuntamiento se buscase un lugar donde la familia pudiese alojarse. Llegaban los meses de frío y en la furgoneta no podían seguir.

En octubre se encontró una pensión donde la familia pudiese ir a dormir. Pero era algo temporal. Hasta finales de noviembre. Después volvería la incertidumbre y la calle y la furgoneta.

Pudieron alargarse unos días, pero entrado diciembre llegó la llamada que nunca dejaron de buscar. Durante meses Martha recorrió pueblos buscando un lugar donde poder instalarse. Dispuestos a pagar hasta donde llegasen. Ella trabaja haciendo limpiezas. Su marido es electricista pero no encuentra empleo.

Confinamiento

Además la situación de su hijo hace que deban dedicarle todas las horas del día cuando no está en el colegio, que cuando el confinamiento fueron todas.

La llamada fue un anticipado regalo de Navidad. Una gestoría les ofrecía una vivienda. «Poder estar todos juntos en una casa ha sido el mejor regalo de Navidad». Y la lotería. Y los Reyes Magos.

«Ahora es una oportunidad para empezar de nuevo. Es lo que siempre pensaba al abrir la puerta de la furgoneta por las mañanas y ver los árboles».

Han podido pasar la Navidad en casa . «Estamos fuera de Cunit. Ahí la ayuda de la administración era poca. Suerte de muchos vecinos y les estamos muy agradecidos. Pero nos hemos tenido que ir».

Martha señala que «llega un momento en que debemos abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos».

 

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