El laboratorio de Vila-seca que ‘fabrica’ comida para langostinos

El científico tarraconense Francisco J. Tobías ha revolucionado la cría de poliquetos (gusanos marinos libres de enfermedades) para aumentar la producción de este crustáceo. Asesora granjas en varios países

02 julio 2022 13:45 | Actualizado a 03 julio 2022 07:00
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En una nave industrial del polígono Alba de Vila-seca, la Generalitat de Catalunya ha autorizado la prórroga de un proyecto científico que dirige el biólogo Francisco J. Tobías.

Se trata de una planta piloto de poliquetos (clase de gusanos anélidos, generalmente marinos, con el cuerpo cubierto de cerdas finas llamadas quetas, con sexos diferenciados y fecundación externa; viven en el interior de tubos calcáreos o córneos) cuyo objetivo es hacer progresar la Acuicultura (es la cría de organismos acuáticos, que comprende peces, moluscos, crustáceos y plantas).

Tobías, tarraconense de 53 años afincado en Vila-seca, trabaja en este proyecto desde hace tiempo. Ayudado por su hijo Iván, está promoviendo granjas por todo el mundo de una de las miles de variedades concretas de poliquetos para alimentar a los langostinos: Perinereis nuntia.

La cría de esta clase de poliqueto fuera del hábitat natural permite controlar la población y aislarla de cualquier contaminación o enfermedad (bacterias o virus), además de proteger los ecosistemas marinos evitando la sobreexplotación de la captura de este tipo de gusano.

El objetivo de criar poliquetos para ser comida de otras especies, como los langostinos, es aumentar el rendimiento de la cría de este crustáceo en condiciones de ausencia de enfermedades. Los poliquetos están destinados a ser la comida de aquellos camarones cuya función es exclusivamente la reproducción de la especie.

El proyecto, que ha recibido la prórroga de la Generalitat, tenía una función inicial que con el paso del tiempo ha cambiado de rumbo. El doctor Tobías buscaba asentar en esta nave industrial de Vila-seca un criadero de estos poliquetos para las empresas de Europa que se dedican al engorde de lubinas y doradas. Sin embargo, los intentos de asentar una granja de poliquetos en esta ciudad ha quedado a medio camino ante el escaso interés de las factorías europeas en cambiar los hábitos de alimentación de estas especies que crían y comercializan.

Y por esta razón, este biólogo se dedica a vender sus conocimientos asesorando a empresas en América y Asia. Y por ello, está más en los aeropuertos que en sus instalaciones de Vila-seca. Países como Bangladesh, India, Filipinas, Irán, Madagascar o Ecuador sí apuestan por esta idea y están activando granjas de poliquetos para poder encabezar la producción de langostinos que sirva para cubrir necesidades básicas de su población, pero sobre todo exportar en aquellos países donde lo consideran un manjar. Y estas granjas a su vez pretenden mejorar y cuidar los ecosistemas o reducir los costes de importación de estos gusanos de otros países.

El inicio de todo

La historia de los poliquetos y Francisco J. Tobías empezó con un reto científico sin precedentes: reproducir en un ambiente artificial a la lombriz roja (Lumbrineris impatiens), otra clase de poliqueto muy apreciado para la pesca.

El interés de este biólogo por los poliquetos llegó por casualidad, poco después de defender su tesis doctoral. Su primer trabajo fue escribir un informe técnico para acreditar la parte de investigación de una empresa ubicada en el Port de Tarragona. La firma se dedicaba a comercializar esta lombriz tan demandada por los pescadores. Las exportaban de Galicia y se vendía tanto a empresas como a particulares o colectivos de pescadores.

El informe que escribió Tobías vino acompañado de un reto científico: nadie había sido capaz hasta entonces de reproducir este tipo de lombriz en un ambiente artificial. Existían varios proyectos internacionales en países europeos y con financiación millonaria que lograron la reproducción de este invertebrado haciéndolo crecer hasta un tamaño de unos pocos milímetros. Luego, morían.

Al científico tarraconense se le puso entre ceja y ceja probarlo y no lo dejó hasta conseguirlo. Y las horas en las que no trabajaba en un laboratorio de control de calidad de aguas y residuos, donde estuvo unos cuantos años, los pasaba en el garaje de su cuñado realizando pruebas, anotando datos y experimentando sin cesar. Las horas que pasó en ese garaje «no se pueden contar», admite. Tampoco sumar el dinero invertido sin que ninguna administración apostara por el proyecto.

Pero 8 años después con infinitas pruebas, cálculos, dinero propio y tiempo... lo consiguió. El doctor Tobías encontró la manera de reproducir ejemplares de estalombriz más de diez centímetros de longitud, un desarrollo similar al que la especie alcanza en su entorno natural. «Nadie que yo sepa lo ha logrado, pero no se puede patentar un proceso como este. Es un secreto industrial que de momento solo lo guardo yo», explica orgulloso.

Con la ayuda de varios socios, Tobías intentó la explotación comercial de este poliqueto en el Port de Tarragona. Sin embargo, la experiencia era técnicamente compleja y costosa y al cabo de unos años la empresa tuvo que cerrar.

Cerrar una puerta, abrir otra

El negocio de criar lombrices para la pesca cerró una puerta, pero abrió otra. «Mis conocimientos sobre Lumbrineris impatiens los redirigí a la reproducción de otras especies de poliquetos más productivas», explica. De hecho, un gran número de animales marinos se alimentan de estos gusanos que viven enterrados en la arena y solo salen para reproducirse o comer.

De nuevo en su casa, Tobías reorientó su trabajo. Buscó aquellas especies de poliquetos que podían ser utilizadas como alimento y planteó la posibilidad de criarlos en granjas controlando su proceso y alejándolos de cualquier tipo de contaminación o enfermedad.

Esta calidad de poliqueto mejoraría la alimentación de los reproductores de especies de cultivo y encadenaría una mejor puesta de huevos para tener mayor número de, en este caso langostinos.

El biólogo tarraconense se dedica a asesorar a empresas ubicadas en América y Asia

«Estos reproductores (ejemplares seleccionados precisamente para aumentar las puestas) son muy codiciados y tienen un valor muy alto en el mercado. Si les proporcionas alimento libre de enfermedades, el resultado será mejor y más productivo», argumenta el científico. De las miles de especies de poliquetos, Francisco J. Tobías sabía que pocas se podían cultivar y ya había algún experto (en Tailandia) que trabajaba en el sector.

Desde su casa, analizó las posibilidades y con sus conocimientos de reproducción adquiridos con la lombriz roja, escribió un artículo de divulgación que «tuvo una repercusión enorme a las pocas horas de su difusión», admite el vilasecano. Las solicitudes de empresas que le pedían una reunión para conocer sus estudios le llenaron la bandeja de entrada de su ordenador y en 2016 la primera experiencia de esta nueva etapa empresarial y científica se concretó con la firma de un proyecto de asistencia técnica y consultoría con una empresa de Bangladesh.

Cambio de poliqueto

Francisco J. Tobías había trabajado con el poliqueto Lumbrineris impatiens, una clase de gusano que lograba reproducir con éxito y en cantidades muy considerables. Pero hay otra clase de poliqueto que todavía es capaz de reproducirse más rápido y con mayor cantidad: el Perinereis nuntia. Por eso el primer encargo en Bangladesh fue viajar a la vecina Tailandia para conocer la metodología de esta forma de cultivar de este otro gusano marino más rentable.

La estancia en un Centro de Investigación del Gobierno de Tailandia y los conocimientos del científico tarraconense pusieron la primera piedra del actual proyecto, que tiene todavía su banco de pruebas en Vila-seca.

Poco a poco, la granja de Bangladesh fue un reclamo para otros países, que invirtieron en los conocimientos científicos del biólogo tarraconense y en la producción controlada de poliquetos para aumentar la producción de langostinos.

La pandemia puso en jaque este proyecto comercial de Tobías. Por un lado la imposibilidad de viajar impedía poder controlar los proyectos internacionales a los que asesoraba y por otra parte, el desinterés en Europa ponía en una situación delicada la inversión en Vila-seca. Se superó la pandemia, y los proyectos internacionales reflotaron.

El escaso interés de las factorías europeas deja el proyecto del polígono Alba a medio camino

Así que el negocio de Tobías sigue enfocado fuera de Europa y ello podría repercutir en su planta piloto del polígono Alba. «Ahora en las granjas ya existe una parte en la que se puede experimentar o realizar pruebas, por lo que el sentido de la nave de Vila-seca pierde fuerza», admite Tobías, que su idea es tener una oficina centralizadora en la ciudad, pero trasladar la parte experimental y científica en cada uno de los proyectos que tiene activados.

Recientemente el gobierno de la India ha contactado con el biólogo tarraconense con la finalidad de negociar su contratación como asesor científico del país asiático en un Plan Nacional de cría de estos animales estratégicos para el sector de la acuicultura de langostinos.

La apuesta por los insectos

Francisco J. Tobías ha viajado hace poco a Filipinas con una idea bajo el brazo: levantar una granja de insectos, concretament del escarabajo de la harina (Tenebrio molitor). Este insecto es comestible y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha avalado su consumo en alimentación humana como ‘snack’ y como ingrediente en piensos para Acuicultura, y piensos porcinos y avícolas.

$!Ejemplar de ‘Tenebrio molitor’, escarabajo de la harina. FOTO: cedida.

Lo que pretende el científico tarraconense es producir estos insectos como alimento animal. «Mi interés es producirlos para comercializar su proteína. Actualmente utilizamos otros alimentos para engorde de peces y estamos creando un desequilibrio ambiental que podríamos corregir», explica.

El proyecto está en marcha y en sus primeros peldaños. Si logra que se levante una granja en algún país asiático la idea es comercializar esta proteína por todo el mundo (en el sudeste asiático, Estados Unidos, Europa y Australia). «Ahora es cuestión de buscar inversores y poner en marcha este otro proyecto», concluye el científico tarraconense.

Si alguien quiere contactar con el científico sobre el tema: fjtobiasj@gmail.com

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