El radar situado en el punto kilométrico 1.176,25 de la N-340, en Torredembarra, es el que más multas puso en esta vía durante 2022. Estamos hablando de nada más y nada menos que de 10.264 sanciones por exceso de velocidad –el límite está fijado en 90 km/h–, cuya recaudación suma un total de 1.062.000 euros.
Son datos extraídos del último informe del Servei Català de Trànsit, al que tuvo acceso la ACN, y según el cual el radar torrense es el séptimo de la provincia de Tarragona y el dieciochoavo de toda Catalunya que más sanciones interpuso a lo largo del año pasado. Al frente de los radares que más infractores ‘cazaron’ en 2022 en toda la comunidad autónoma se encuentra el aparato situado en la AP-7. Entre Ulldecona y Amposta que, con más de 50.000 multas impuestas, recaudó la desorbitada cifra de 6.605.800 euros. Lejos queda el número dos, también en la AP-7 en tierras ebrenses, aunque en este caso en L’Ametlla de Mar, con 20.822 sanciones y más de 2 millones de euros embolsados.
Finalmente, lejos de otros radares situados entre las primeras posiciones de los más ‘activos’ de toda Catalunya y que se encuentran en nuestra provincia, hay otro de la Costa Daurada que cierra la lista de los diez más ‘multones’ de Tarragona. Se trata del radar situado en la C-31b, la antigua autovía de Salou, que ha impuesto más e 9.000 multas y recaudado casi un millón de euros.
Los que menos multan
Así como hay radares que han impuesto miles de sanciones, otros se sitúan a la cola como los que menos infractores han detectado. En la Costa Daurada, el que sería el ‘ultimo mono’ está en el punto kilométrico 137,457 de la C-31, en El Vendrell. Detectó 372 excesos de velocidad y recaudó 38.700 euros.
El penúltimo en la zona costera es el instalado en la N-340, pero en este caso en Mont-roig del Camp –en el punto kilométrico 1.137,838– que recaudó 66.200 euros al haber interpuesto 326 multas.
Más de 750.000 multas
En total, el SCT interpuso 758.659 multas durante 2022 en toda Catalunya, sólo por infracciones captadas por los radares. Dicho de otro modo, esto supone una media de una sanción cada 42 segundos que sumaron un embolse total de 83 millones de euros, munas cifras que no se desvían en exceso si las comparamos con los datos extraídos por este organismo catalán durante los últimos diez años.
El coordinador de Seguridad Viaria y Movilidad del Servei Català de Trànsit, Òscar Llatje, justificó la incidencia especialmente alta particularmente en la AP-7 ya que según él, el porcentaje de conductores habituales que ya conocen donde están situados los radares, comparado con la gente de paso «es muy pequeño» si se observa junto con otras zonas con menos multas registradas. En el caso de la C-31, explicó, una zona turística, también tiene un alto componente de conductores ocasionales.
Finalmente, Llatje defendió la presencia de los radares en puntos especialmente peligrosos como la AP-7, donde se han reducido un 79,5% los accidentes mortales o graves en los 18 kilómetros en los que existen radares de tramo a lo largo de esta vía.
