Josep Muñoz: el policía tranquilo que gestionó la peor pesadilla de Cambrils

El subinspector dejará la Policía Local de Cambrils el 30 de junio, semanas antes de cumplir los 62 y con 40 años de servicio en su ciudad.

20 mayo 2022 20:21 | Actualizado a 21 mayo 2022 07:00
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Cierra los ojos. Se toma unos segundos y contesta: «La peor noche, la peor madrugada y los peores días de mi vida». Josep Muñoz, subinspector de la Policía Local de Cambrils y responsable del cuerpo de seguridad de la ciudad, se jubila. No hay marcha atrás. Lleva más de dos años deseando colgar el uniforme y no ha podido. Primero, un atentado terrorista y luego una pandemia sin instrucciones para gestionarla.

Con 61 años a sus espaldas y 40 de servicio en la Policía Local de Cambrils, Muñoz cerrará su etapa el 30 de junio, a pocas semanas de su cumpleaños, un día que desde 2017 ya tiene un regusto agrio. Él cumple años el mismo día en que unos terroristas decidieron atropellar indiscriminadamente a personas en la Rambla de Barcelona y buscar la misma muerte en el paseo marítimo de Cambrils.

Muñoz habla de aquella madrugada, sus horas previas, y los días posteriores con serenidad. «Tengo la cabeza fría», remarca. Y de hecho, esta cualidad permitió que la gestión del caos de aquel triste día pudiera ser lo más resolutiva posible.

Muñoz estuvo al lado de los terroristas con su cinturón explosivo (que en aquel momento se desconocía que era falso). Estuvo en primera línea y activado desde la tarde de aquel domingo caluroso de agosto cuando la furgoneta arrollaba en la Rambla de Barcelona y hasta los primeros rayos de sol cuando los numerosos heridos de Cambrils y los abatidos terroristas ya habían desaparecido del asfalto del paseo marítimo.

Ha sido la peor etapa de sus 40 años de policía de un cambrilense de corazón nacido en Pont-Saint-Esprit, población situada al sur de Francia. Josep y su hermano Manel, también policía en Cambrils, son la tercera generación de emigrantes que volvieron en los últimos días del franquismo, en 1973.

«El ataque terrorista que sufrimos en 2017 es de los peores días de mi vida profesional. Me costó cerca de tres semanas largas digerir lo ocurrido y recuperar la normalidad»

A sus 13 años, Muñoz sufrió un shock cultural a su llegada a Cambrils, su nueva casa. De la Francia laica, republicana y moderna, a una España reservada, católica y conservadora. «Fue un contraste brutal y he de reconocer que terminé con más de un roce con los hermanos de La Salle, escuela donde estudié».

Muñoz quería ser profesor de historia, pero la vida le deparó un bofetón inesperado. En 1978 fallecía su padre y «dos años, seis meses y un día» más tarde, su madre. Huérfano y con un hermano pequeño, Muñoz tuvo que borrar sus ambiciones y buscarse la vida. Entró en Correos, donde estuvo tres años hasta que vio la convocatoria de plazas para la Policía Local de Cambrils, un tren que no dejó escapar.

Fue el cuarto de los seleccionados, en la primera convocatoria del cuerpo abierta a mujeres. Y con su número 18, su primer trabajo fue la vigilancia de la puerta del Ayuntamiento, en la antigua plaza España, la actual plaza de la Vila. Muñoz recuerda ese primer mes y lo hace mirando un cuadro que luce en su despacho actual. Una forma de recordar los orígenes de una trayectoria intachable.

Sus conocimientos de francés, su facilidad de escritura a máquina e inteligencia le permitieron en pocos años pasar de ser un agente en tareas de calle a echar una mano al redactado de informes. Del mes de abril de 1982 (que entraba en el cuerpo) a 1991, pasó de ser el último agente a convertirse en la mano derecha del jefe de la Policía Local, una responsabilidad que ha ejercido demasiados años.

En 1992, fue de los primeros en entrar en la Escola de Policia de Catalunya para el título de subinspector. Aprobó, pero no se le reconoció en el cargo en Cambrils hasta 2003.

A partir del nuevo siglo, Josep Muñoz ha vivido años difíciles y convulsos en la Policía Local, con mucha tensión, muchos cambios de jefe y ruptura con los políticos locales.

En 2011 el alcalde Robert Benaiges le encargó poner orden en la Policía Local mientras se convocaba una plaza de inspector que nunca se llegó a ocupar. De hecho, ahora vuelve a reactivarse esta figura para gestionar la Policía Local.

Muñoz ha necesitado más de una década para devolver tranquilidad en las aguas bravas de su comisaría. Se ha ganado respeto y enemigos por igual, además de un marcapasos y un puñado de querellas.

Ahora, tras poner orden en casa, gestionar el peor día de la ciudad (ataques terroristas) y superar una pandemia (Covid-19) de la que nadie tenía conocimiento, Josep Muñoz quiere descansar. Quiere ejercer de abuelo y dedicarse a sus hobbies: lectura, mejorar la Wikipedia y salir con su Harley Davidson.

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