El rugido de los motores y la música guiaba al público desde todas partes hacia el aparcamiento Mañé i Flaquer de Torredembarra, epicentro de la primera edición del MotorShow que se celebró ayer. El éxito, tanto de participación como de público, fue abrumador. Alrededor de 250 coches, de diferentes estilos, marcas y épocas, tomaron parte en un evento que atrajo a entre 6.000 y 7.000 visitantes.
El público pudo ver de cerca y fotografiarse en coches con los que no sueles cruzarte en la carretera. Superdeportivos, como Lamborghinis, pero también clásicos como 600 o Minis cuidados al detalle, y otros coches más modernos y tuneados con todo tipo de elementos.
Hasta Torredembarra se desplazaron amantes del motor para exponer sus «juguetes» desde toda Catalunya, pero también de puntos de Valencia o Castellón. El artífice del encuentro ha sido el torrense Jesús Ruiz, que a través de redes sociales ha creado una gran comunidad bajo el nombre de FlyngLow. «Siempre salgo a participar en este tipo de encuentros y pensé que sería una buena idea poder montar algo así en casa», explica. Ahora quiere convertir el MotorShow en un evento anual para la semana después de Semana Santa y el éxito en esta primera edición es otro acicate.
«Queremos demostrar que el mundo del motor no es solo Ferrari o Lamborghini y por eso también hemos hecho zonas para disfrutar de los clásicos», Jesús Ruiz (organizador)
De hecho, el aparcamiento se quedó pequeño para acoger la gran cantidad de vehículos que se acercaron a lo largo del día. Uno de ellos el de Alan Rullo, que acudió desde Tortosa con un llamativo Golf MK3 cabrio del 94 de color turquesa. «Venimos un grupo de amigos que tenemos el motor como nuestra droga», bromea, mientras recalca que «no me esperaba que hubieran tantos coches y tanta gente. Está muy bien montado». Ellos mismos organizan un encuentro similar, el Mítics Motor Festival, que celebrará su segunda edición del 16 al 18 de junio en L’Aldea.
Pero a estos eventos también hay quien viene en familia, como Manel Jordà, que es de Torelló y está junto a su mujer y su hija al lado de su Nissan Bluebird Turbo GTI del año 89. Es mecánico y su pasión se centra en los coches japoneses. «Me gusta arreglarlos y ponerlos a punto para que no se vayan al desguace», dice. «La gente antes me decía que era un coche muy feo, que era más viejo que yo, pero ahora esos mismos les gusta y me lo quieren comprar», afirma.
Jesús cuenta que el evento pretende ser un punto de encuentro para todo tipo de amantes del motor, desde los más experimentados hasta los que simplemente sientan curiosidad. «El objetivo era tener varias zonas para demostrar que el mundo del motor no es solo Ferrari o Lamborghini, que está muy bien, sino que también puedes tener un Golf MK2 del año 82 o un 600. Por eso hemos dividido el espacio en zonas para disfrutar de los clásicos, los deportivos, los superdeportivos, una zona racing y también un espacio con 25 motos», señala.
