Y Rosa conoció el final de su padre

Una anciana de El Vendrell escribió una emotiva carta al ‘Diari’ en la que pedía ayuda para saber qué le había ocurrido a Baldomero, fallecido en el frente del Ebre. Una investigación lo desvela

27 diciembre 2018 08:18 | Actualizado a 27 diciembre 2018 08:26
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«Ahora casi no veo ni oigo por un ictus. Pienso que me iré de este mundo sin saber de la triste y solitaria muerte de mi padre. Reconozco que sería un milagro llegar a saber algo de lo que le debió pasar, pero igualmente agradeceré que puedan hacer lo posible para saber alguna cosa de él». Así rezaba una carta (traducida del original en catalán) que recibió el Diari de Tarragona hace unos días. 

La misiva la había escrito Rosa Güell, una anciana de 88 años de El Vendrell. En el manuscrito Rosa daba algunas pequeñas pistas sobre qué podía haberle sucedido a su padre, Baldomero Güell. Eran pequeños retazos rescatados de lo poquísimo que le había revelado su madre, Mercé Ferran. Rosa tenía sólo 9 años cuando su padre falleció en la Batalla del Ebre y un  silencio espeso se extendió en su casa. No se hablaba de la guerra. Como en tantas otras familias de uno y otro bando.

Esos pequeños retazos bastaban para tirar del hilo. O al menos para intentarlo. El Diari se puso en contacto con Bruno Llordachs. Bruno no es historiador, pero creó hace unos meses una web donde se puede consultar el lugar donde fueron enterrados algunos soldados republicanos fallecidos en la peor batalla de la Guerra Civil. 

La petición de la anciana le robó el corazón a Bruno. Se sintió identificado porque su abuelo, Baltasar Marqués, también falleció en la Batalla del Ebre y su mujer, Maria Jordà, nunca supo dónde le habían enterrado. Maria relató en unas pocas cuartillas destinadas a su familia la angustia de no saber qué había pasado con su marido. Días después de completar el relato falleció. Una década más tarde, Bruno consiguió averiguar el lugar donde yacen los restos de su abuelo. Fue un homenaje póstumo a su abuela.
Dos ancianas. Un relato autobiográfico familiar. Una carta para un medio de comunicación. Eran historias paralelas, pero iban a tener un final distinto. Rosa merecería saber. Maria también lo merecía, pero fue imposible. 

Tres expertos
En la investigación sobre el destino de Baldomero Güell han intervenido dos historiadores, Alfons Vidiella y Xavier Tolosana, y un experto en la Batalla del Ebre, Bruno Llordachs.

Bruno se puso manos a la obra. Buceó en las bases de datos de los fallecidos en la Batalla del Ebre. Sin resultado. Sí descubrió que Baldomero estuvo en la 42 División republicana. Muchos de sus soldados habían sido instruidos en el Parc Samà, una de las pocas pistas que daba Rosa en su carta.
Con los datos reales y los probables, Bruno redactó un pequeño dossier para Rosa. No se podía saber dónde fue enterrado Baldomero, pero sí parte de su trayectoria. Un pequeño consuelo para el espíritu inquieto de Rosa. 

Una historia lejos del tópico
Paralelamente, un historiador de El Vendrell, Alfons Vidiella, se interesó por el tema, a instancias de la familia de Rosa, y se hizo la luz. Vidiella menciona a Baldomero en su libro El Vendrell 1936-1939, pero Rosa no lo sabía. 

Entre la histórica investigación de Vidiella, las pesquisas personales de Llordachs y algún recuerdo apenas rescatado de su mente, Rosa conoció qué había sido de su padre, una historia alejada del tristísimo tópico de soldado republicano fallecido en combate y enterrado en una fosa común. 

Es 1929. A Mercé Ferran la casan a los 16 años con Baldomero Güell, de 25. La familia de Mercé posee tierras en la zona del Montmell en torno a la masía Torrossolla. Mercè es hija única y sus padres necesitan alguien que cuide de los campos. De ahí la boda a tan temprana edad. 

En 1930 nace Rosa. Seis años después estalla la Guerra Civil. La familia reside en El Vendrell. Mercé es una mujer muy religiosa. Baldomero es de ideología conservadora. Temeroso de sufrir represalias por los elementos ultraizquierdistas, decide esconderse en los bosques cercanos a la masía de la familia de su esposa. Rosa no le volverá a ver nunca más. Mercè decide que la niña vaya a vivir a la masía, lejos del peligro. 

Más de ocho décadas después, los ojos de Rosa se iluminan cuando relata que su madre le contaba que Baldomero se acercaba alguna noche a la masía. Unos pocos minutos para abrazar a su esposa y ver a su hija dormir tranquila.

El rosario que esculpió el padre
En el cabezal de su cama, Rosa aún luce hoy un pequeño tesoro: un rústico rosario. Asegura la anciana que lo talló su padre mientras se escondía en la sierra del Montmell. «Las cuentas son de corteza de pino y el hilo que las une es una cadenita del baño», describe Rosa con una sonrisa. 

Rosa tiene 89 años, pero mantiene una vitalidad enorme. Explica con orgullo que ha viajado por medio mundo con la colla sardanista de El Vendrell. Rosa y sus colegas trazaron rotllanes en China, Indonesia, Japón, Marruecos, Túnez, Egipto, Jordania, Turquía, Canadá, Estados Unidos... Una veintena de álbums guardan las fotos del periplo sardanístico en la misma habitación donde cuelga  el rosario como una reliquia. 

La madre de Rosa, Mercè, se casó pocos años después de quedarse viuda con Joan Pijuan. Se trasladaron a vivir a Esparraguera. Allí Rosa, que había estudiado Magisterio en Tarragona, fundó y dirigió la escuela Santa Eulàlia. Algunas de sus alumnas la visitan de vez en cuando y aún se dirigen a ella como «seño». Rosa abandonó la enseñanza cuando se casó con Josep Genesca, farmacéutico de profesión. Rosa se encargó de la farmacia. Josep ya falleció. 

Del segundo matrimonio de Mercé nacieron dos niños, hermanos de Rosa, Ramon y Pere. Fue Ramon quien la animó a averiguar lo que pudiera de Baldomero. De ahí que Rosa se decidiera a enviar la carta. «Siempre se me ha dado bien escribir. Fui maestra», se justifica Rosa con una traviesa mirada. 
¿Pero qué pasó con Baldomero? Poco antes de que la República lanzase su ofensiva, fue llamado a filas. Sorprendentemente, Baldomero, que seguía escondido en los montes del Montmell, decidió presentarse y fue destinado a la 42 División. Pasó por el Parc Samà, convertido en un CRIM (Centro de Reclutamiento, Instrucción y Movilización) antes de ser enviado al frente del Ebre. 

Baldomero permaneció escondido en los bosques del Montmell durante varios meses

Según Vidiella, Baldomero intentó pasarse a las tropas franquistas y alguien de su propia compañía lo asesinó antes de que completase su «traición». Rosa dice en su carta que «murió de una bomba». No hay nada seguro. Sólo que Baldomero fue considerado por los franquistas vencedores como un héroe y su imagen fue incluida en un «cuadro de honor de los perseguidos y asesinados por la horda roja de El Vendrell». 

En su calidad de «caído por Dios y por España», Baldomero tenía que haber sido incluido como víctima en la Causa General, el macroproceso represivo que emprendieron los franquistas. Así fue.
Otro historiador, Xavier Tolosana, buceó en los expedientes y halló el nombre de Baldomero, junto a otros seis en unos legajos referentes a El Vendrell. El documento asegura que «los autores de estos asesinatos fueron desconocidos». Ninguna alusión más. 

Mercè falleció hace años. ¿Por qué nunca le contó a Rosa más detalles sobre su padre? Nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que Rosa ahora es feliz. «Estoy contenta de tener tanta información», afirma mientras sonríe. A veces los milagros existen.

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