Pilar Ruiz: «Ya está bien de que el cuerpo de la mujer sea un territorio de batalla»

La periodista, cineasta y guionista presenta ‘La virgen sin cabeza’, publicada por Roca Editorial

07 abril 2023 17:57 | Actualizado a 09 abril 2023 17:13
Se lee en minutos
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

El veterano director de una película de suspense desaparece repentinamente sin dejar rastro. Tan solo se sabe que es un tipo soberbio, que maltrata a su novia. Una joven policía y exmilitar, Mar Lanza, que está suspendida por un turbio asunto dentro del Cuerpo, es requerida por su jefa para que de forma no oficial haga averiguaciones. De esta manera arranca La virgen sin cabeza, de Pilar Ruiz, publicada por Roca Editorial. Un thriller en el que hay muertos, muchos sospechosos y miedo, con el mundo del cine como trasfondo.

Para haber trabajado en el Ejército, esta inspectora es un tanto insumisa.
Sí, es algo que va en el carácter cántabro. Somos muy particulares al respecto, indómitos, ya desde época romana. Ella no tiene un perfil que sirva para medrar en el Ejército o en la Policía.

La trama de las niñas me ha recordado a Alcàsser.
Es del mimo año. El caso que planteo es real. Lo que ocurre es que cambio los nombres. Son las niñas de Aguilar de Campoo, que fueron a Reinosa y desaparecieron. La diferencia con Alcàsser es que ellas nunca fueron encontradas. El estado de psicosis que había por los pueblos en aquella época ha marcado a todas las mujeres de nuestra generación. Es algo que está dentro de la novela y que además forma parte de esta trilogía, de la que ya estoy escribiendo la segunda parte. La historia de las niñas es muy importante para Mar Lanza y para todo el relato.

¿Realmente debe haber un motivo para matar o lo que más asusta es que no lo haya, como en el caso de un psicópata?
Es algo que te planteas mucho cuando escribes género policiaco. No soy muy amiga del psicópata, ya que es muy poco interesante desde el punto de vista de trama. Como tiene unos móviles un poco desmesurados, trasnochados, es un subgénero, dentro del género policiaco, que es el que menos me interesa. Me gustan más los personajes con móviles. Ese tipo de asesinos a mí me resultan mucho más interesantes. Luego, evidentemente, hay grandísimas excepciones como por ejemplo Extraños en un tren, de Patricia Highsmith o Hannibal Lecter, pero no es lo más habitual. Generalmente, me resulta más plano el psicópata de turno, que siempre mata a señoras.

Usted mata a hombres, para variar.
Ya está bien de que el cuerpo de la mujer sea un territorio de batalla.

Se ha propuesto tirar por tierra todo el glamour del cine. Hay egos, venganzas, tráfico de drogas, abuso de poder...
El glamour del cine es mentira. Los que hemos trabajado en él lo sabemos. Tiene mucho más que ver con eso que cuenta la novela del Ejército funcionando. Hay que sacar un producto y hay una forma de trabajar muy concreta. Durante siglos y por razones obvias no había mujeres que hicieran cine, ya que en el momento en que es una figura de poder, se quitan las mujeres de en medio, era un oficio de lo más masculinizado. Y durante años hemos conocido a directores absolutamente terribles. Por otra parte, yo tengo mi relación amor-odio con el cine porque es un gremio al que pertenezco. Tengo por un lado, un amor desmesurado y por otro, un espíritu crítico. Porque hay cosas que no se tienen que hacer.

Tampoco deja bien parados a los periodistas.
Para los personajes de la novela, la prensa es el enemigo, literalmente. Y yo entiendo lo que argumenta Isa cuando habla del sensacionalismo. Creo que eso mata completamente al periodismo y se convierte en otra cosa, que es un espectáculo morboso, como ocurrió con las niñas de Alcàsser y en algunos más recientes. Resulta repugnante cómo tratan algunos medios este tipo de casos, otra vez con el cuerpo de las mujeres de por medio. Sobre todo si es joven y guapa. Al final, siempre ese espectáculo necesita ese tipo de víctima. Nos remitimos otra vez a la ficción, a por qué el cuerpo de la mujer asesinada se convierte en ese fetiche, en el cual además nosotras ni como autoras, ni como público, no podemos sentir más que rechazo porque se banaliza. Asimismo, mi propia experiencia como periodista me provoca esa relación de amor-odio, exactamente igual que me pasa con el cine. Me parece una profesión maravillosa y también a veces profundamente repugnante, sobre todo en los últimos tiempos.

Hablando de la mujer, me ha sorprendido gratamente que tratara el tema de la menstruación.
Es marca de la casa, nunca lo vas a encontrar en una novela escrita por un hombre. No existe para ellos. Ni se dan cuenta de la familiaridad que tenemos las mujeres con la sangre, ellos no pueden entender eso. Pero sobre todo, hay un rechazo a ese tipo de policías tan habituales que son mujeres travestidas, que en realidad son hombres. Actúan como hombres, hablan como hombres y no tienen nada de mujer. No viven las situaciones de una mujer, como es cambiarse de tampón en según qué momentos.

$!Pilar Ruiz: «Ya está bien de que el cuerpo de la mujer sea un territorio de batalla»

¿Por ejemplo?
Se me ocurren esas guardias enormes de la policía cuando hacen seguimientos, horas y horas dentro de un coche. Cuando tienen la regla ¿qué hacen? Entonces, en La virgen sin cabeza es una reacción al cliché del policía, una reacción lógica a todos los personajes masculinos que llevamos consumiendo décadas y décadas.

Volviendo al Ejército, es curiosa que una profesión como el cine, que es arte, sea tan jerárquica.
A casi todo el mundo le gusta mucho el cine, pero en realidad nadie sabe cómo funciona. Si se quedaran hasta el final de una película, se darían cuenta de que intervienen cientos de personas. En una serie grande como Juego de Tronos son cientos de personas y en Titanic, los títulos de crédito duran casi tanto como la película. Por eso es la metáfora, el paralelismo con lo bélico. Porque es un Ejército. Y eso necesita de una organización casi militar porque si no, no funciona. Cada sector tiene su capitán, que es el único que se comunica con el general. El cine tiene esa naturaleza.

Explora las relaciones de poder, acoso y la alta sociedad. ¿Los más poderosos tienen más herramientas para hacer el mal?
Otra de las cosas que me interesan del género negro es que permite hablar de aquello que quizás en una crónica periodística no puedes contar. Es la libertad de hablar del poder y de sus recovecos, de las cloacas del poder. Eso es fascinante. Además, es casi obligatorio. Sobre todo por el origen, por cómo surge el género, de dónde surge, después del crack del 29, que es cuando empiezan a escribirse todas esas novelas míticas sobre los bajos fondos y sobre el crimen, pero con la añadidura de que al final, los poderosos siempre se salen con la suya. Eso es la honestidad de este género. Tiene que ver con hablar del poder y de sus mecanismos.

¿Qué responsabilidad social tiene el cine o la literatura?
Yo creo que el cine y la literatura no tienen que tener más mensaje que la propia historia. Tiene que ver con la calidad humana del profesional. Es decir, si es una persona injusta, pues posiblemente no encuentre que la injusticia sea un problema cuando se pone a escribir o a hacer una película. Tiene que ver de nuevo con la honestidad narrativa, con contar desde tu propia verdad. Y eso está relacionado también con la libertad que te pueda dar la industria, en el caso del cine. Porque como me decía mi maestro José Luis Borau, «Las películas son un juguete muy caro, Pilar».

Lo dice usted en la novela.
Cuando el juguete es caro no sueles tener libertad creativa para hacer lo que tú quieres. Y luego hay personas que están muy cómodas con esas directrices que marca el mercado. Yo creo que la novela es diferente y las visiones son mucho más amplias precisamente porque es barato, es un trozo de papel. En el periodismo, la responsabilidad tiene que ver con el sensacionalismo o con venderse al poder, algo que me produce muchísimo rechazo. En el caso del cineasta, el problema es que opina demasiada gente. Tú no eres dueña de lo que haces. Al final, es el Ejército, es un sistema gigante, ni siquiera el director o el productor tienen el control absoluto. Por todo ello, la novela es un cauce maravilloso para contar todo eso que no podemos contar de otra manera.

Comentarios
Multimedia Diari