Olimpo Grana

Fútbol. Achille Emaná, Antoni Pinilla, Diego Torres e Ismael Bañeras figuran en la memoria colectiva grana como los mejores que han vestido la camiseta del Nàstic

03 abril 2020 10:06 | Actualizado a 06 abril 2020 10:21
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Centenares de jugadores han vestido la camiseta del Nàstic en sus 1xx años de historia futbolística -la sección se fundó en 1914- pero pocos han dejado una huella profunda en el colectivo tarraconense. En una encuesta realizada por el ‘Diari’ en las redes sociales estos días de confinamiento a causa de la pandemia del Covid-19, y como tal debe ser tenida en cuenta en unos parámetros concretos, cuatro nombres han destacado por encima del resto. Cuatro jugadores que hicieron las delicias de la parroquia grana en el Nou Estadi. El talento desbordante y poderoso de Emaná; la fidelidad y la resiliencia de Antoni Pinilla; el instinto goleador inagotable de Diego Torres y la clase precisa de una zurda prodigiosa de Ismael Bañeras. Cuatro figuras inscritas con letras de oro en el Gimnàstic de Tarragona.

 

Achille Emaná


Cuando Emilio Viqueira reclutó a Achille Emaná para el Nàstic de Vicente Moreno, el internacional camerunés contaba con 33 años y su recuerdo en la liga española se había diluido en algún lugar entre Arabia Saudí, Emiratos Árabes y México. Las dudas sobre el rendimiento de un jugador que explotó en el Tolouse francés y comandó un Betis imperial en Segunda División se evaporaron en cuanto cogió ritmo y sintonía con sus compañeros. Todo potencia, el camerunés era uno de esos jugadores que mejoraba el rendimiento de quienes le acompañaban. Su tren inferior y una cabeza privilegiada le bastaban para abanderar el ataque. Marcó y regaló goles (especialmente a Naranjo, con el que se entendió a la perfección). Emaná fue ese factor diferencial de un Nàstic que rozó el ascenso a Primera División. Un penalti que erró él mismo ante el Leganés y que privó al conjunto tarraconense de su regreso a la máxima competición estatal. No empañó el paso de Achille Emaná por Tarragona. Efímero (un año y medio) pero resultón.

Antoni Pinilla

También en la recta final de su carrera llegó Pinilla al Nàstic. Acababa de alcanzar la treintena y parecía que sus mejores épocas habían quedado atrás. Nada podía igualar el título de Liga conquistado con el FC Barcelona contando tan solo con 19 años en la temporada 1990/91 ni la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 con la Selección española. No fue en el club azulgrana donde hizo carrera sino en el Tenerife. Siete temporadas en la isla, seis de ellas en Primera División. Dejó el Heliodoro Rodríguez López para probar suerte en el Helmántico de Salamanca, pero la crisis del club unionista le dejó libre para escoger destino. Apuntó a Tarragona, sin saber aún que el destino iba a convertir la ciudad en su residencia convertido en un ídolo local. Siete cursos demostrando compromiso. Primero aguantando tras el descenso a Segunda B en su primer curso y después regresando a él seis meses después de una lesión en el talón. Destacó por un liderazgo capaz de impulsar al plantel a una lucha sin igual y llevarlo a Primera División. Un capitán incisivo, letal e inagotable.

Diego Torres

El delantero vallisoletano, un trotamundos del fútbol de bronce, encontró su lugar en Tarragona. En el Nou Estadi sacó lo mejor que llevaba dentro para poner su ‘roca’ de arena en el ascenso a Segunda (2003/04) y dos años después a Primera (2005/06). Su carácter afable fuera de los terrenos de juego e intenso en el verde le granjeó el aprecio de la parroquia tarraconense. Torres era un goleador de época. No exhibía grandes dotes técnicas, ni de fortaleza, ni velocidad, pero tampoco las necesitaba, porque poseía un don que todos los atacantes anhelan: instinto goleador. Cazador de balones sueltos con una picardía al alcance de pocos le convirtieron en el futbolista más carismático del equipo.

 

Ismael Bañeras

Ha sido sin duda el reusense más emblemático del Nàstic. Segundo futbolista grana con más partidos, la zurda de Bañeras permanece en los registros sensoriales de los seguidores tarraconenses que tuvieron el lujo de disfrutar de él. Entró tarde en el fútbol. El talento le surgió tardío y le llevó en dos años hasta la Tercera División para convertirle en el motor y santo y seña del equipo grana durante buena parte de los 13 cursos que pasó en el Nou Estadi. Un interior (tirando a mediapunta en los conceptos actuales) con visión de juego que destacaba por la precisión de sus pases. Además de su fiabilidad desde el punto de penalti.

La Leyenda: Valero Serer

Todo lo que significó Ladislao Kubala para los socios del Barça o Alfredo Di Stefano para la hinchada del Real Madrid en Tarragona y para el Nàstic lo fue Valero Serer. «Es el mejor jugador de la historia», asiente sin embudos el historiador grana Enric Pujol. Para su generación, que compartió con su buen amigo Frederic Porta, el valenciano fue su «superheroe» del domingo. Citando un artículo del periodista Porta tras la medida del Nàstic de dedicarle a Serer la puerta principal de la Tribuna del Nou Estadi, el futbolista era «la perfección hecha delantero, el gozo y la suerte de contar con un líder líder digno de figurar en Primera, pese a que estuviéramos en el pozo eterno de Tercera». Y es que Valero Serer hizo algo inimaginable hoy en día, dejar a un Zaragoza estable en Primera División y acudir al rescate del colista de Tercera División. La razón: «Quería jugar cada domingo», respondió hace unos años en una entrevista al Diari. Iban a ser seis meses, pero acabó quedándose diez años. «(...) el día que llegó de Zaragoza como si nos hubiera tocado el Gordo de Navidad».

Enric Pujol acerca a los más jóvenes el perfil de Valero Serer  comparándolo con el delantero del Athletic Club Aritz Aduriz: «Tenía los mismos movimientos. Un remate de cabeza impecable, lanzador de faltas, chutaba con las dos piernas, etc. Era un ganador nato que sabía imprimir carácter al equipo».

El eterno: Santi Coch

Si hay un jugador con historia, en mayúsculas, en el Nàstic ese es Santiago Coch. El defensor tarraconense se formó en la cantera grana y ascendió paso a paso al primer equipo, con el que debutó a los 17 años, y en el que completó toda su carrera. 17 temporadas en total. Del 1977 hasta su retirada en la 1993/94. El one-club-man (jugador de un solo club) del Nàstic y el futbolista que más veces ha vestido la camiseta del Nàstic. Defendió sus colores un total de 528 partidos. La mayoría en Segunda B con un paso efímero por Segunda División en la temporada 1979/80. Toda una institución en la entidad. Conocida era su capacidad para dotar de carácter al equipo desde su costado con la anticipación y sobre todo la contudencia y la dureza que un defensor de los ochenta debía utilizar para hacerse respetar.

Llegó al Nàstic con sus dos hermanos: Enric (portero) y Ramon (delantero). Una saga que siguió más adelante con sus hijos Joel y Denis y su sobrino Aleix.

Tras su retirada pasó a formar parte del club como entrenador del Juvenil, del filial (CF Pobla) y varios cargos en el cuerpo técnico del primer equipo. Toda una vida ligada al Nàstic hasta el pasado verano que el club decidió prescindir de sus servicios.

Ismael Bañeras y Romà Cunillera, los futbolistas que con 469 y 392 partidos respectivamente, completan el podio de futbolistas que más veces han vestido la camiseta del Nàstic. Los tres jugadores coincidieron en el vestuario del Nou Estadi para liderar a un equipo en su retorno a la Segunda División B despúes de un dramático descenso.

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