Lejos de aproximarse a su final, la guerra en Ucrania se recrudece cada día, con intensos bombardeos por parte de las fuerzas rusas sobre ciudades y población civil. El martes la tensión escaló muchos y muy peligrosos grados al fallecer dos personas en territorio de Polonia al ser alcanzada su granja por un misil. La alarma se disparó ante la posibilidad de que Putin hubiera atacado a un país miembro de la OTAN, un episodio que podría activar el artículo 4 de los tratados de esta organización, lo que llevaría a la Alianza a responder a un ataque enemigo. Evidentemente, las consecuencias de esta medida serían nefastas para el mundo entero. Sin embargo, tal amenaza se enfrió con inusitada rapidez, al admitir el presidente estadounidense, Joe Biden, que el artefacto podría no pertenecer a Rusia, sino a las defensas ucranianas, una teoría que la OTAN hizo suya.
El misil caído en territorio polaco es un serio aviso que merece una reflexión ante el peligro de una guerra a escala global
Así, tras unas primeras horas en las que parecía que Occidente podía verse abocado a la guerra, se impuso la contención. Pero este episodio supone un serio aviso, toda vez que, como alertaba ayer el Premio Nobel de la Paz de 2017, el costarricense Carlos Umaña, la humanidad vive en este momento «el riesgo más alto de una guerra nuclear a gran escala de toda su historia». Umaña detalló que el Boletín de Científicos Atómicos, que mide la amenaza de un enfrentamiento nuclear mundial desde 1947, ha estimado que en la crisis de los misiles de Cuba, en 1984, el mundo estuvo a 7 minutos de una guerra nuclear, pero hoy, con la guerra de Ucrania «estamos a menos de 2 minutos». En este sentido, la principal lección que deberíamos extraer de este incidente es la imperiosa necesidad de detener esta absurda guerra –todas lo son– cuanto antes para evitar incrementar el ya insoportable número de víctimas y la posibilidad de nuevos ‘errores’ que aboquen al mundo entero a una contienda en la que lo único seguro será la destrucción de la humanidad.
