Los funcionarios y los trabajadores que realizan sus tareas en las prisiones están en pie de guerra. El asesinato de Núria, una mujer que se desempeñaba como cocinera en la cárcel de Mas d’Enric, a manos de un recluso que después se suicidó ha sido la gota que ha colmado el vaso y los empleados se han lanzado a la calle a expresar su hartazgo y a pedir mayor seguridad en su trabajo. No les falta razón. En los últimos tiempos han sido muchos los incidentes que han denunciado y que ponen en evidencia la indefensión que sufren estos trabajadores, que, entre otras demandas, exigen ser considerados agentes de la autoridad –como ya son los médicos, por ejemplo–, lo que les brindaría una mayor protección y aumentaría las penas a los agresores. Parece fuera de cualquier duda razonable que, al menos en el caso de Núria, se produjeron hechos cuando menos poco comprensibles.
Los funcionarios que trabajan en las prisiones han de poder desempeñar su labor sin sentir que su integridad se halla en riesgo
Como que un recluso encarcelado por asesinar con un arma blanca a una mujer trabajara en la cocina, tuviera acceso a cuchillos y, sobre todo, pudiera permanecer a solas, sin vigilancia, con una trabajadora. Habrá que investigar todo lo sucedido y tomar las medidas necesarias y oportunas. La situación en que ha derivado el descontento de los trabajadores de las prisiones es muy complicada y requiere de toda la atención de los responsables técnicos y políticos, toda vez que la protesta de los empleados públicos puede tener como consecuencia la conculcación de algunos de los derechos de los presos, lo que a su vez puede redundar en un clima de descontento que enrarezca aún más el ambiente en las cárceles. En todo caso, es obvio que los funcionarios que trabajan en las prisiones han de poder desempeñar su labor sin sentir que su integridad se halla en riesgo. Para ello han de existir los protocolos oportunos y deben estar dotados de las medidas de protección suficientes que resulten eficaces para prevenir y evitar situaciones comprometidas. Respetando también los derechos de los reclusos.
