Nulla etica sine estetica

08 mayo 2024 21:06 | Actualizado a 09 mayo 2024 07:00
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O lo que es lo mismo: las formas, la educación, el respeto, la empatía son tan importantes en política como lo son las ideologías y las propuestas. Una democracia necesita de una ciudadanía demócrata. Pero, sobre todo, una democracia necesita de políticos que hagan de sus valores, su credo esencial.

Los valores democráticos son: la verdad política absoluta no existe y por ello en la democracia caben y son posibles las verdades políticas relativas; la valoración de la existencia de una sociedad pluralista, aceptando la diversidad como valor no solo asumible, sino también enriquecedor; la comprensión y el diálogo, la responsabilidad por y ante lo público y el deseo de caminar juntos. No se nace demócrata. Tampoco se hace uno demócrata de una vez y para toda la vida.

Ser demócrata no es algo natural y espontáneo. Tampoco lo son las sociedades. Una sociedad democrática es el resultado de un largo esfuerzo individual y colectivo. La democracia se construye cada día y debe mantenerse siempre vigilante para asegurar su buen funcionamiento.

Hay que cultivarla y mimarla, para hacerla cada vez mejor. Y eso es imposible si los partidos políticos que deben defenderla se nos pasan a la facilidad y la vacuidad del populismo. Los sloganes fáciles, el escrache ante la puerta de un medio de comunicación, la banalidad del insulto, la grosería de la violencia verbal.

Fernando de los Ríos, en un mitin en Granada en febrero de 1936 dijo: «En España lo único pendiente es la revolución del respeto». El respeto exige curiosidad por las ideas del otro y capacidad de diálogo.

Para respetar una posición o comportamiento, para respetarnos no tenemos que estar de acuerdo: basta con comprender que la posición del otro refleja un punto de vista diferente. Y para poder comprender existe el debate y el diálogo.

Y cuando un medio de comunicación decide abrir sus puertas para propiciarlo está en su derecho de elegir las voces que quiere escuchar y decidir con qué criterio hacerlo, según sus valores.

«En España lo único pendiente es la revolución del respeto». Ya lo decía Fernando de los Ríos en 1936 en un mítin en Granada
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