Primero, las personas, y luego, la investigación

Valencia –y con ella, toda España– se halla sobrecogida y conmocionada por la tragedia del infernal incendio de un edificio que ha dejado de momento nueve personas fallecidas. Las espectaculares imágenes del fuego, que en cuestión de minutos se propagó sin control en un complejo residencial «vanguardista y singular», según la promotora que los vendió hace 17 años, siguen muy presentes, junto a la incredulidad de que haya podido ocurrir algo así. Lo primero en una tragedia de este tipo es lamentar las vidas perdidas y ponerse al lado de sus familiares para todo lo que necesiten en unos momentos de dolor indescriptible, una solidaridad que se debe extender a todos los damnificados por el siniestro. Y es que la prioridad debe ser atender a las personas, brindarles un techo bajo el que cobijarse y ofrecerles toda la ayuda, tanto material como psicológica, que precisen. Después, es de justicia destacar y agradecer la labor de los bomberos y su valentía para enfrentarse a semejantes llamas y lograr salvar algunas vidas incluso poniendo en riesgo las suyas –entre los heridos hay varios profesionales–. Por eso, hacer que cuenten con los medios adecuados para realizar su trabajo en condiciones debe ser una prioridad para todas las administraciones. Y luego, hay que investigar las causas que originaron el incendio y los elementos que hicieron posible una propagación tan rápida y devastadora por todo el edificio, hasta dejarlo convertido en un esqueleto negro de hormigón. Algunos arquitectos han expresado que los materiales empleados en la construcción del edificio cumplían la normativa vigente, aunque parece evidente que no reunían las propiedades ignífugas suficientes para evitar la tragedia. En todo caso, este siniestro debe servir para extremar las medidas de seguridad y convertirlas en una prioridad a la hora de construir edificios. Es verdad que hay accidentes imprevisibles, pero no es menos cierto que la norma debe tender a minimizar cualquier riesgo y a poner la seguridad por delante de cualquier otra cuestión.