La sanidad pública está muy tocada. Los santitarios, los mismos a los que aplaudiamos desde los balcones durante el confinamiento para agradecerles su enorme esfuerzo, están al límite. Ya no aguantan más.
Si la reunión prevista mañana entre el sindicato Metges de Catalunya y el Departament de Salut, con su conseller Manel Balcells al frente, no lo remedia, los médicos irán a la huelga el miércoles y el jueves –las movilizariones se extenderán por buena parte de España–.
Se quejan de que los recortes han precarizado el sector y la situación se ha vuelto insostenible: «No hay suficientes médicos», aseguran. Las urgencias hospitalarias han llegado esta semana al tope de pacientes atendidos y, aunque la demanda comienza a descender, se esperan nuevos repuntes en febrero.
Ante la presión sanitaria, muchos hospitales han iniciado la estrategia de drenaje y reducen su actividad programada para dar cabida a las urgencias. «Los espacios de urgencias son finitos y si los pasillos y los boxes están ocupados, no podemos atender la demanda», apuntan desde los centros hospitalarios. Uno de los focos del problema es el colapso de la atención primaria.
Las urgencias hospitalarias han llegado esta semana al tope de pacientes atendidos
Y en este contexto, casi 28.000 personas se examinaron ayer para acceder a una de las 11.171 plazas de Formación Sanitaria Especializada, de ellas 12.668 son médicos que optan a 8.550 plazas MIR. Estas cifras mejoran las de 2022, pero no son suficientes, según los sindicatos, que denuncian el «el déficit de la oferta» y el gran volumen de sanitarios que se quedará fuera en un momento en el que son tan necesarios.
Aunque según un informe del Colegio de Médicos de Madrid, su futuro laboral a corto plazo no es muy halagüeño: los médicos internos residentes (MIR) sufren unas condiciones laborales que están fuera de la legalidad.
Más del 80% incumple el máximo de jornada, pues realizan cinco o más guardias al mes, por encima de las cuatro fijadas por la Unión Europea.
