En el nombre del padre...

19 marzo 2024 13:42 | Actualizado a 19 marzo 2024 13:46
Ángel Camacho
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No hay todavía Día del Hombre, pero sí Día del Padre, 19 de marzo, recordando al carpintero de Nazaret, esposo de María y padre, por lo tanto, de Jesús. Como es lógico, todos los días deberían ser días de los padres, no uno en particular, aunque bien está que nos acordemos de ellos. De los que, normalmente, dieron todo (cariño, tiempo, dinero, sueños...) por cuidarnos.

Y aunque los tiempos no están para valoraciones, los padres –sí, junto a las madres– siguen siendo valiosos en su edad. Porque aún están disponibles para la familia y la sociedad, o, sencillamente, porque se lo merecen.

Otra abuela decía que las personas felices no pierden el tiempo haciendo mal a los demás; la maldad, decía, es propia de gente infeliz, frustrada, mediocre y envidiosa

Hagamos un pequeño balance de memoria.

Goethe terminó el Fausto a los 80 años; Verdi produjo su Ave, María a los 85; el canciller alemán Konrad Adenauer, fundador de la nueva Alemania, tenía 73 años cuando le eligieron; Picasso pintaba y grababa a los 90; Pau Casals compuso el Himno de las Naciones Unidas a los 95, y con esa edad dirigió la orquesta y el coro de setenta voces que lo interpretaron por vez primera; sin hablar de los Rolling Stones y otros...

Seguro que muy cerca de ti hay un padre que todavía sigue en activo en muchos órdenes de la vida, o que puede dar ejemplos y consejos adecuados. No olvidemos que cuando un anciano se muere, se lleva una biblioteca o videoteca completa, un trozo de historia.

La sabiduría de la experiencia. Decía una abuela que había aprendido que lo que no sirve, se tira; que lo que molesta, se evita; y lo que se va es porque ya no hace falta.

No es cualquier cosa envejecer: es un privilegio, al que bastantes no llegan.

Otra abuela decía que las personas felices no pierden el tiempo haciendo mal a los demás; la maldad, decía, es propia de gente infeliz, frustrada, mediocre y envidiosa.

¿Que te dicen que eres viejo?... Contéstales que más viejo es el sol y sigue brillando cada día. Y si eres padre y madre, conjuntamente, por necesidad, vales el doble o mucho más.

La gran tragedia de la vida no es la muerte, sino dejar de reír, de soñar.

El padre no necesita que le llores cuando se ha muerto, sino que le des cariño, amor, abrazos, cuidados, mientras está vivo, dejándole que cuente sus batallitas, tratándole con paciencia

El Tiempo... Ese fiel aliado de la muerte, sin embargo, no existe, es una abstracción. Los relojes, sí, los podemos comprobar materialmente, están ahí. El Tiempo resulta de tomar la distancia (por una rotación de la Tierra y una órbita del Sol, y se divide en segmentos a los que ponemos etiquetas).

El Tiempo lo hacemos así tangible, con los relojes. Y toma su venganza, porque nos hace esclavos suyos. Pero el tiempo no es oro, el tiempo es vida.

Según Eduardo Galeano, vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico que la inteligencia; vivimos en la cultura del envase, despreciando el contenido.

Hablando del Tiempo, volvamos a la festividad y al consejo de que no se escatime el que se dedica a los padres, porque un día cualquiera, de ellos solamente tendrás, lector, sus recuerdos. Si puede ser, cada día. Queriendo o amando. ¿Diferencia?... Buda lo decía: cuando quieras una flor, vas y la arrancas; pero si la amas, la regarás cada día.

El padre no necesita que le llores cuando ya se ha muerto, sino que le des cariño, amor, abrazos, cuidados, mientras está vivo, dejándole que cuente sus batallitas, tratándole con paciencia: mañana puede ser demasiado tarde...

Día del Padre, sí, con muchos más días del padre.

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