Cuestión de edad

28 septiembre 2022 19:49 | Actualizado a 29 septiembre 2022 07:00
Álex Saldaña
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Los 16 años son una edad complicada. Víctimas de las inseguridades propias de una adolescencia en plena efervescencia, se topan con unas leyes que no contribuyen precisamente a disipar su confusión. Y es que son considerados lo suficientemente adultos como para hacerse responsables de sus actos, acceder a una discoteca, trabajar –y pagar impuestos–, emanciparse y vivir solos, solicitar permiso para el uso de armas –siempre que sea para actividades de caza o deportivas–, casarse, tener relaciones sexuales consentidas, ejercer la patria potestad sobre sus propios hijos e incluso abortar sin el consentimiento de sus padres. Sin embargo, no pueden comprar alcohol ni tabaco, conducir... ni votar. El martes el Congreso rechazó una proposición de ERC para modificar la ley electoral y permitir el voto desde los 16 años –PSOE, PP, Vox, Ciudadanos, PNV y algunos diputados del grupo mixto la rechazaron, mientras Unidas Podemos, Bildu, Junts, CUP, BNG y Compromís votaron a favor–. La cuestión de lo que se puede o no hacer a ciertas edades siempre ha despertado polémica, sobre todo porque tener los mismos años no implica, ni mucho menos, tener los mismos conocimientos ni el mismo sentido común. El problema es que cumplir los 18 –o los 30, los 40, los 60...– no garantiza que se haya adquirido ese sentido común. Basta echar una ojeada a muchos resultados electorales y preguntarse cómo han podido llegar hasta donde están muchos políticos para corroborarlo.

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