Los periodistas somos escépticos por naturaleza. Ya sean los políticos (de todo color) que nos intentan vender motos o convencernos de que lo blanco es gris y lo negro, marrón oscuro o los dirigentes que no saben encajar las críticas, por muy documentadas que estén, nos han hecho ver la realidad desde una pequeña atalaya donde afrontarla sin creérnosla. Las espeluznantes imágenes de guerras y catástrofes provocan a su vez que nos enfundemos en corazas psicológicas. Y en medio de todo intentamos recordar que el Periodismo tiene mucho de cruzada por la verdad o al menos de intento de cruzada.
Toda esa mezcla de sentimientos lleva, al menos a mi y disculpen que hable en primera persona, a que tengamos un concepto negativo del ser humano. Pero ese negativismo se convierte cada final de año en positivismo cuando seleccionamos a los candidatos a la Bona Gent del ‘Diari de Tarragona’, esas entidades y personas que hacen del mundo un lugar mejor, que son excelentes profesionales, que educan con el ejemplo. Gracias a ellos y ellas uno recupera la fe en la Humanidad.