Convertir a Isabel Díaz Ayuso en una ‘mártir’

Todos los partidos tienen expertos en la antiquísima estrategia de ensuciar a los demás para ocultar las vergüenzas propias y en la de derribar al adversario político sea como sea.

El PP las aplica con los ataques contra Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por su supuesta (y desmentida) relación con una empresa rescatada por el ejecutivo.

El PSOE responde con la enésima ofensiva contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a cuenta de los chanchullos fiscales de su novio, Alberto González. Tal para cual.

Más allá de que el ‘todo vale’ sea ético o no, lo cierto es que puede convertirse en un boomerang. Es lo que está sucediendo con Ayuso. El empecinamiento del PSOE en atacarla para socavar el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo la está convirtiendo en una especie de Agustina de Aragón del siglo XXI que hace frente a cañonazos dialécticos a las tropas «sanchistas» aliadas de los «filoetarras» y los «golpistas».

La propia Ayuso cultiva el victimismo sin pudor alguno. En vez de responder con un simple «no tengo nada que ver con las cuentas de mi pareja, que no se ha beneficiado de ningún contrato con la Comunidad que presido» ha optado por erigirse en víctima de la persecución de todo un Estado y defender lo indefendible. Se ha autoconvertido en mártir.

Es lo que hizo Jordi Pujol hace años y recientemente han repetido Laura Borràs o Donald Trump. Todo el mundo es libre de apuntarse al «pobrecito de mi, qué malos son los que me persiguen, yo no he hecho nada, todo son invenciones». El problema es que muchos ciudadanos se lo creen y llegan a justificar actos cuando menos dudosos.