Estamos acostumbrados a que las promesas electorales se las lleve el viento, y en esto confiábamos cuando Donald Trump asumió la Presidencia, pero no ha sido así: intenta aplicarlas, desgraciadamente.
Una es una promesa doméstica: la marcha atrás en el Obamacare, que perjudicará a la sanidad de los 20 millones de americanos más pobres. Otra será perjudicial para todo el mundo: romper el acuerdo sobre el clima. En las relaciones diplomáticas se afana en deshacer la difícil distensión en la que trabajó Obama con respecto a dos regímenes radicales, Irán y Corea del Norte. En el aspecto cultural su decisión ha sido retirar a Estados Unidos de la Unesco. En relaciones de vecindad, sigue empeñado en el muro con México. Lamentablemente está aún en su primer año presidencial.