Aguantar ‘en casa’ frente al adverso contexto comercial de Reus

Calle de Jesús. A los ‘pies’ de Cal Navàs y tras los ecos del antiguo mercado reusense, nace uno de los puntos más transitados y en el que abundan escaparates de todo tipo

12 agosto 2023 19:22 | Actualizado a 12 agosto 2023 19:25
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Desde la ‘famosa’ torre que una bomba destruyera durante la Guerra Civil hasta la encrucijada entre el Tomb de Ravals y la calle del Vent, se recorre paso a paso una de las calles más transitadas y uno de los principales ejes comerciales de la ciudad.

Cada vez más, confluyen en ella negocios variados –sobre todo de los sectores textil y estético– y diferentes tiendas, aunque se mantienen, entre la multitud, dos comercios históricos de la capital del Baix Camp. Sus propietarias permanecen tras el tablero por fidelidad a su ‘casa’ y para perpetuar el máximo tiempo posible la tradición referente de Reus. Tanto la Cristalería Marsal como la Cistelleria Carbonell abrieron por primera vez en los años treinta y siguen desarrollando su actividad de forma ininterrumpida con la tercera generación familiar.

La durabilidad, arma de doble filo

Aunque en paralelo y casi ‘ventanal con ventanal’, sus historias comparten factores comunes –como la durabilidad de sus productos–, pero difieren en su evolución. En el caso de la Familia Marsal, tuvieron que reinventarse y completar su oferta con artículos de regalo y complementos; mientras, los Carbonell siguen vendiendo los mismos artículos, pese a que «antes tenían un taller con trabajadores que fabricaban las cestas y ahora las compran ya hechas expresamente», según cuenta Sònia Carbonell. Otro de los cambios, señala, es que «de ser muchos trabajadores ha pasado a estar ella sola», pues ya es suficiente para atender a una clientela fiel pero no frecuente por el tipo de productos que venden. Eso sí, «ahora, en verano, viene más gente porque la calle Jesús es totalmente de paso y vienen muchos turistas extranjeros», explica Carbonell. De hecho, valora positivamente el ‘retorno’ de los objetos antiguos y productos naturales; esa moda le asegura un beneficio.

Por su parte, Conxita Marsal atribuye la necesidad de transformación de la tienda a la «pérdida de cultura de la mesa; una cubertería dura toda la vida, pero ahora se descuida mucho: no hay dos platos iguales, los vasos son diferentes y muchos están agrietados», lamenta.

Otro gran punto en común es lo que supone para ambas la falta de competencia. «Si esto fuese una tienda de ropa, no sé si seguiríamos en pie», apunta la dueña de la cestería. A ese motivo de ‘supervivencia’, Marsal suma la evidencia: «En Reus había 28 tiendas como la nuestra y han desaparecido todas».

Ante la complicada situación del comercio local, una pequeña ventaja que tienen los negocios históricos es la propiedad de los locales, es decir, pueden mantener la persiana levantada diariamente sin sufrir por pagar un alquiler. Es un problema por el que «constantemente en esta calle abren y cierran tiendas», recalca Sònia Carbonell. A su vez, «los negocios que aguantamos tenemos pérdidas anuales y nos mantenemos porque es nuestra casa; muchos comercios hacen un esfuerzo y gran sacrificio para seguir abriendo», concluye Conxita Marsal.

Sin perspectivas de mejora

«Hemos pasado un mes de julio muy malo porque han subido las hipotecas, la alimentación y la gente no llega a todo», valora la propietaria de la Cristalería Marsal sobre la más reciente actualidad. Es más, al disminuir el poder adquisitivo de gran parte de la población, tampoco el futuro se prepara mucho mejor. Marsal destaca que «el gran problema ahora mismo es Internet y que la gente joven compra sobre todo en línea, porque ellos no tienen que tener stock como el pequeño comercio». Con menor margen de beneficio y sin poder subir los precios, cada vez resulta más complicado aguantar para las tiendas de proximidad.

Carbonell indica que prohibir el acceso total de los coches en vías como la calle Jesús les perjudica, así como la falta de zonas de carga y descarga y pagar para aparcar. Con todo, su objetivo «es llegar a cumplir los 100 años de la cestería» y esperar que no todos los escaparates desaparezcan ante la presión de Internet.

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