Revolucionar la forma de ver la psiquiatría y las enfermedades mentales, como lo hizo el reusense Francesc Tosquelles, vale el reconocimiento de pionero en la psicoterapia institucional. También, el de Fill Il·lustre de una ciudad natal que aprovecha celebrar este 2022 el Año Tosquelles.
Como evidencia el artista Carles Guerra, responsable de varias exposiciones en su honor, «los hospitales psiquiátricos, un lugar en el que, a lo largo del siglo XX, no nos hemos atrevido a husmear, ha sido siempre opaco e inaccesible». Sin embargo, Tosquelles cambió las cosas, «activó el potencial colectivo» y luchó contra las tradiciones autoritarias.
La trayectoria del reusense partió de una gran formación, siguió con el amparo de la Mancomunitat y la Generalitat, vivió en el contexto de una Guerra Civil, sufrió el exilio a Francia y acabó desarrollándose de forma brillante en el hospital de Saint-Alban.
Paso a paso, extraordinario
De Tosquelles destacan hazañas como su trabajo en Almodóvar del Campo para montar una comunidad psicoterapéutica y poder curar a los combatientes, sin personal médico y sin equipo. Junto con el bagaje teórico de las grandes teorías –desde el psicoanálisis de Freud o Lacan a la psicoterapia de Adler–, el reusense «aprendió» de esas experiencias al límite, esas situaciones precarias, y aplicó sus conocimientos en campo de concentración francés.
El siguiente paso sería abrir las puertas del hospital ubicado en la Occitania francesa, desde donde «se convertiría en el país que lideró la renovación terapéutica con Tosquelles como figura principal», apunta Guerra.
La virtud del psiquiatra fue reunir las innovaciones de su disciplina que se hacían en Europa y, de ahí, progresar hacia la desinstitucionalización de la salud mental, es decir, un servicio que podía salir de los hospitales. Es más, el médico criticaba que «la psiquiatría experimentase un miedo al loco, a los enfermos mentales», como explica Carles Guerra.
Con sus recursos e instrumentos en Saint-Alban, logró transformar esa concepción social hacia la «rehumanización de la locura», restituyendo los derechos como ciudadanos de los pacientes.
Los esfuerzos de Francesc Tosquelles fueron tan reconocidos que, a finales de los años 60, le pidieron que volviese a Reus para dirigir el Institut Pere Mata. Recordando su precipitado exilio como republicano, rechazó el puesto. Aunque su regreso fue realista y poco idealizado, al final, accedió a trabajar como consultor.
Organizó las jornadas psiquiátricas, que atrajo a la ciudad –todavía bajo control franquista– personajes importantes y referentes de la psiquiatría progresista; y, a su vez, «consiguió poner en marcha un plan de formación continuada de psiquiatría para médicos como Labad, Otín o Ibáñez», destaca el artista. Esa generación de jóvenes psiquiatras tomaría el relevo a Tosquelles en la terapia institucional.
Un recorrido visual
La historia de Francesc Tosquelles es «un puzle muy complicado, muy extraordinario, que no formaba parte de la historia en mayúsculas», reivindica Carles Guerra, impulsor de las diferentes exposiciones que repasan la figura y trayectoria del médico.
En compañía de la filóloga Joana Masó han construido un ensayo visual –Como una máquina de coser en un campo de trigo– que empezó en Les Abattoirs de Tolouse, está actualmente en el CCCB de Barcelona, viajará a Madrid el 27 de septiembre y después a Nueva York. También, Guerra hizo su propia versión, más cronológica, en el MAMT.
Esta difusión artística ha sido posible gracias a la colaboración del Institut Pere Mata, el Hospital de Saint-Alban y, sobre todo, a la memoria y los álbumes familiares que guardan los cuatro hijos del psiquiatra.
Mañana, 22 de agosto, se cumplen 110 años del nacimiento de Francesc Tosquelles, un referente para la psiquiatría cuya labor ha recuperado el primer plano de atención. Ahora, forma parte de la historia presente y su perfil se adapta completamente a las exigencias del mundo actual.
