El boom de parques solares dispara la compra y el alquiler de fincas en Tarragona

La venta de terrenos rústicos bate registros desde 2007 y el arrendamiento para paneles también se dispara. Es un plus económico para la payesía. Hay quien habla ya de especulación y burbuja

15 mayo 2022 20:55 | Actualizado a 15 mayo 2022 21:27
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«Buscamos terrenos rústicos en la provincia de Tarragona para la implantación de parques solares. Obtenga un ingreso seguro durante 30 años sin realizar ninguna inversión», anuncian en las redes desde Sun Systems, una empresa tarraconense sumergida de lleno en el auge de las renovables. «Ahora estamos buscando terrenos en la zona de La Canonja y de Reus, en Bellisens, para estar cerca del polígono sur, y también en Perafort. Faltan muchas tierras, porque todo el tema del hidrógeno verde es un desafío muy grande para descarbonizar», indica Jordi Vidal, el gerente.

Ese ingente reto que tiene que ver con la eólica pero sobre todo con la solar necesita tierras adecuadas, por puntos determinados casi de toda la provincia. «Tenemos proyectos en Vallmoll, Valls, el Pla de Santa Maria, pero también se necesita en todo un cinturón de Alió a Renau. Son terrenos que igual no se trabajan desde el punto de vista agrícola y que suponen una revalorización porque pagamos una cantidad y el propietario recibe un dinero que le va muy bien», explica Jordi Vidal.

No se trata de autoconsumo sino de la inaplazable transición energética que debe experimentar la gran industria. «Compramos las tierras a un precio razonable, son para hacer energía. Ahora hemos adquirido en la Torre de l’Espanyol y en Vinebre para molinos», relata Vidal, que lo plantea como una suculenta opción para el propietario: «Imaginemos un payés que tiene una pensión de 800 euros y que un alquiler de este tipo le puede reportar 15.000 euros al año. Es una rentabilidad más elevada. Es una manera de que todo el mundo salga ganando». Zonas cercanas a los grandes polos industriales son susceptibles de estas búsquedas de suelo.

El formato más recurrente de estas operaciones es el del alquiler, pero la estadística indica también que hay un boom de la compraventa de fincas rústicas, vistas ahora como una oportunidad para los inversores, no solo de las renovables. En 2021 hubo 2.970 compraventas de fincas rústicas en la provincia, un 43% más que en 2020 (2.067), un año afectado por la pandemia, y un 32% más en relación a 2019, un curso normal (2.244). Es también la cifra más alta de los últimos 14 años. Hay que volver a 2007, en plena burbuja inmobiliaria, para ver cifras más altas (4.025), según el INE.

La inercia abre ese debate entre los que ven las placas como una oportunidad de garantizarse unos negocios y los que consideran que compromete al mundo rural y al futuro de la agricultura, y apelan a un equilibrio. Algunas voces creen que la dinámica ha desembocado en una cierta burbuja no exenta de especulación. «Antes de que las leyes nos permitieran hacer este tipo de instalaciones algunos ya se empezaron a mover en el alquiler de terrenos, para tener contratos con los que pudieran reservar el uso de espacios. Se ha visto la posibilidad de hacer negocio», cuenta Marc Segura, coordinador de la comisión de energía de la Cambra de Comerç de Reus y CEO del grupo Solcam Energia.

«Sale rentable»

Este auditor energético reconoce que el sistema es un aliciente en potencia para algunos casos. «Se comienza a pagar en el momento en el que la explotación se hace efectiva. Sí que sale rentable. Imaginemos que una hectárea de trigo te da 800 euros de rendimiento y con una fotovoltaica te puede dar 1.400. Sale a cuenta», dice Segura que, eso sí, cree que «se ha creado una burbuja especulativa».

Segura indica que, «por ejemplo, la Conca de Barberà está medio alquilada, y al final el 80% de los terrenos acabarán en nada». «Se han aventurado intermediarios en un boom de la especulación, con unos terrenos que, en realidad, se construirán pocos, porque requieren muchísimos condicionantes. No todas las tierras valen. También es importante la línea eléctrica. Puedes tener una parcela fantástica pero tienes que evacuar la energía. Al fin y al cabo, estamos hablando de ocupar un 2,5% del territorio para llegar a los objetivos de 2050».

«Básicamente lo que se busca es el alquiler para la fotovoltaica. La eólica no va a por fincas enteras, sino superficies más reducidas, pequeñas partes», cuenta Jaume Morron, socio-director de DialEc-Comunicació per la Sostenibilitat y gerente de EolicCat, asociación que agrupa a la mayoría de empresas vinculadas al sector eólico que operan en Catalunya.

Otras fuentes del sector asumen la existencia «de una práctica especulativa, en la que se pone en medio un conseguidor entre el dueño del terreno y la empresa, lo que acaba generando inflación». El otro factor de la ecuación son los propios municipios, donde los ayuntamientos se esfuerzan en mantener el equilibrio. En Flix (Ribera d’Ebre) «hubo una petición importante por parte de promotores fotovoltaicos en los que hace dos años se hicieron bastantes contratos», explica el alcalde, Francesc Barbero.

Las placas solares suponen en ese núcleo una oportunidad. «Flix es un término muy grande. Hay un número importante de hectáreas que no tienen ningún uso agrícola ni de ningún tipo, así que la energía solar puede ser una parte más de la solución, es una manera de aprovechar terrenos concretos que pueden caer en el abandono», explica el edil ebrense.

Eso sí, Barbero apuesta por un crecimiento comedido y seleccionado. «Cuando las renovables desplazan terrenos cultivados o de regadío, por donde pasa la agricultura del futuro, sí puede ser un problema y tener unos efectos perniciosos. Es un debate amplio en el que todos los alcaldes queremos tener más control, decidir hasta dónde, porque nos preocupa el impacto que pueda haber». El alcalde de Flix alumbra ese debate, en la línea entre la riqueza y el exceso de explotación: «Para la tierra que no va a generar rentas de otra forma, es buena alternativa, pero hay que tener en cuenta que no todos los terrenos son aptos para instalaciones fotovoltaicas».

Oposición y alegaciones

No en todos los casos hay una convivencia mansa en el territorio. En algunas zonas abunda la oposición y proliferan las alegaciones a parques solares. Se denuncia la excesiva concentración en una misma zona. «Hemos optado por la suspensión de licencias, porque creemos que está todo mal organizado y no queremos que nuestro término sea eso», explica Mateu Montserrat, alcalde de El Pla de Santa Maria y presidente del Consell Comarcal del Alt Camp. Montserrat habla de un «exceso de proyectos» que desvirtúa el territorio: «Creemos que tenemos que aportar como comarca lo que nos toca de energía renovable, pero no podemos tener todas las placas nosotros».

El líder municipal cree que «no es cuestión de prohibir sino de poner orden dentro del municipio, para no ser un tablero de ajedrez»: «Ya tenemos pensada una zona delimitada. De momento hemos optado por suspender licencias para poder hacer las modificaciones oportunas a nivel urbanístico».

Montserrat reconoce que el alquiler de un terreno para usos fotovoltaicos puede ser un caramelo para el dueño pero hay que buscar una medida adecuada. «Tenemos que aspirar a un equilibrio, y hay que ver cómo, por ejemplo, con extensiones más pequeñas. Hay que tener en cuenta que muchas personas viven de la agricultura», cuenta el alcalde.

Otro ejemplo de estas fricciones se ha dado en Cabra del Camp. En abril se presentaron un total de 24 alegaciones al proyecto de la planta solar fotovoltaica que la firma Merlot Solar SL quiere instalar. Algunas de esas apelaciones tienen que ver con cuestiones medioambientales. En caso de que la Generalitat dé el visto bueno, el Ayuntamiento apoyará la iniciativa.

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