«Es difícil tratar a un acosador en un entorno patológico»

Psiquiatra y neurólogo, Labad apunta al ambiente como el generador de estas conductas, a la vez que apuesta por dotar de más recursos a las escuelas para que puedan detectar este tipo de casos

03 marzo 2023 20:10 | Actualizado a 05 marzo 2023 20:00
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El doctor Antonio Labad, nacido en Zaragoza, es psiquiatra y neurólogo, además de ser uno de los alumnos aventajados del doctor Francesc Tosquelles. Ya jubilado, ha sido director médico del Hospital Universario Institut Pere Mata, catedrático de Psiquiatría de la URV, presidente de la Fundación Pere Mata Terres de l’Ebre y presidente honorífico de la Comisión Deontológica del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona (COMT). Analiza las situaciones que provocan el acoso escolar, así como la forma en que deben tratarse estas problemáticas.

¿Por qué existe el acoso?

Es algo muy complicado de responder. Cada persona es un mundo. Podríamos decir aquello de que «cada uno estornuda como Dios le ayuda». Los agresores, en general, piensan que la violencia es su solución.

¿Es algo innato? ¿Se forma?

Es una mezcla. Cada uno de nosotros tenemos impulsos desde que nacemos. Un bebé se enfada si no le das de comer. Más allá, está el concepto de bienestar y satisfacción. Si al bebé no le dejas moverse con libertad, se acaba enfadando y también llora. Son reacciones humanas que van transformándose y cambiando durante los años en función del ambiente.

¿En qué sentido?

El concepto de bienestar va mutando. Con lo cual, cuando el ambiente no te satisface, se producen este tipo de reacciones. Es la necesidad de imponerte a los demás. Hay una parte que es genética, pero yo creo que esto está más marcado por las circunstancias del entorno. Si estás en un entorno donde no hay empatía ni se le da importancia a las cosas...

¿A qué llamamos entorno?

Por esquematizar un poco, tendríamos la sociedad circundante, la familia y, en este caso concreto, la escuela. Son diferentes ecosistemas. El entorno comprende los pensamientos socialmente aceptados a partir de una sociedad determinada. Aquí aparecen los prejuicios, por ejemplo.

¿En estos casos, cómo de importante es la familia?

Mucho. Es una parte del entorno donde se opina sobre diferentes temas y se establecen dinámicas. Por ejemplo, el nivel de comprensión, de espacio, de libertad o de tranquilidad que dejan unos miembros con respecto a otros.

¿Tanto un niño con el que se ha sido muy permisivo como uno con el que se ha sido muy restrictivo pueden desarrollar estos comportamientos?

Los extremos se tocan. Una situación permisiva te lleva a hacer lo que consideres en cada momento, puedes escoger sin ningún tipo de represión. En una situación restrictiva, la persona puede volverse sumisa o explotar. Es decir, reaccionar agresivamente a causa de esa carga que tiene reprimida.

«La responsabilidad educativa se está trasladando cada vez más a las escuelas, que no tienen herramientas para poder asumirla»

¿Qué papel debe jugar la escuela?

En cada escuela existen códigos diferenciados según su tipología. La cosa también cambia en función de los profesores, que facilitan o dificultan comportamientos más o menos permisivos, con un carácter más laxo o más punitivo...

Hay otro colectivo dentro del colegio, la clase.

Exacto. Treinta o cuarenta alumnos conviven a diario... Cada uno lleva en su mochila su forma de interpretar lo que el entorno piensa y espera de él. Al final, todos se establecen en una posición respecto a sus compañeros.

En muchos casos, este tipo de acoso se lleva a cabo en grupo. ¿Por qué?

La mayoría tiende a querer acercarse más al que consideran «el poder dominante». «El líder del grupo». «El que gana». Creen que, si se aproximan, están en «el grupo ganador». Piensan que, cuanto más se parezcan al «líder», ganarán puntos en la jerarquía del grupo. Y, al final, todo este caldo de cultivo va minando.

¿Cuál es la solución?

No es nada fácil. La sociedad va por malos caminos. Caminos de blanco o negro. De bandos.

¿Por qué?

Lo más importante de una sociedad es la educación de los pequeños. Ahí está el futuro. El poder político lleva años sin consensuar cómo tiene que ser el sistema educativo. Por eso, cada vez que se modifica el gobierno, se cambian las leyes. A veces, sin prestar atención al sentido común.

¿La responsabilidad educativa se está trasladando a la escuela?

Cada vez más, y los centros no saben cómo tienen que asumirlo. Parece que tenga que venir un psicólogo a arreglar todo lo que lleva años funcionando mal, y eso es muy difícil.

Y más a estas edades, ¿no?

Para que uno asuma y entienda cómo evitar que todas las cargas que lleva desemboquen en estas actitudes, se requiere mucha madurez. Es más fácil resolver el problema que condiciona que se den todos estos hechos, que solucionar cada hecho individualmente.

¿Debe hablarse en clase?

Hay ocasiones en las que las matemáticas, la lengua o cualquier materia debería dejarse de lado para abordar temas como la convivencia y el trato humano, que son más importantes. Los maestros que dejan más huella son aquellos que se implican personal y humanamente. Los maestros de escuela son los que deberían estar mejor pagados, ya que tienen la responsabilidad de facilitar y complementar la función de los padres a la hora de construir el carácter de los niños.

«La mayoría tiende a acercarse al ‘poder dominante’; creen que, cuanto más se parezcan al ‘líder’, más puntos de jerarquía ganarán»

Por lo tanto, ¿el acoso debe tratarse con absolutamente todos los actores?

Estas cosas hay que abordarlas de forma colectiva. Es absurdo intentar resolver un problema de acoso hablando con la persona acosada si no se trabaja con el grupo acosador, los espectadores, el profesorado y la familia. Yo, por ejemplo, estuve durante ocho años de orientador en una escuela de Reus durante los años 70.

¿De qué manera se trabajaba?

Teníamos dos sesiones con los profesores: una para hablar de orientaciones pedagógicas generales y otra para comentar casos de niños. Yo daba mi punto de vista basándome en las versiones del profesorado. La verdad es que los maestros siempre me decían que no había niño del que se hubiera hablado que no hubiera mejorado su comportamiento a la semana.

¿Por qué cambiaba?

Lo que cambiaba era la forma que el alumno o alumna tenía de ver a los maestros después de mantener una conversación con ellos. Francesc Tosquelles, mi gran maestro, decía que había que curar al hospital para poder curar a los enfermos. Así que hay que difícilmente podremos curar a un paciente si forma parte de un entorno patológico.

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