Las tácticas de los narcotraficantes para esconder la droga

La violencia asociada a este tipo de organizaciones por los ‘narcoasaltos’ ha crecido durante los últimos años. Tarragona desempeña el papel de productora y de exportadora a Europa

13 julio 2023 17:07 | Actualizado a 14 julio 2023 07:00
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Esconder el material –de la policía y de otros clanes criminales– es una tarea cada vez más compleja. En el juego del gato y el ratón que mantienen permanente los cuerpos policiales con los grupos criminales –y los propios traficantes entre ellos–, la sofisticación juega un papel clave para salvaguardar las plantaciones de marihuana. El llamado ‘oro verde’ es objeto de cada vez más gadgets y artilugios que lo ocultan de manos intrusas.

En los últimos tiempos, ha habido un crecimiento progresivo y escalonado del cultivo ilegal de marihuana en toda España. «La cosa no ha parado, lo que sí que hemos observado es que, en el último año, hemos interceptado más droga en formato cogollos que en plantas», admite el inspector jefe del Àrea d’Investigació Criminal (AIC) de los Mossos d’Esquadra en la Regió Policial del Camp de Tarragona, Francesc Moragas. ¿La razón? La sequía. Se han reducido bastante las plantaciones exteriores debido a la dificultad de riego. «Las que hemos localizado se encontraban cerca en un punto de agua permanente, ya que, si es uno que depende de las lluvias que caigan, las plantas mueren», expone Moragas.

En la demarcación de Tarragona, los Mossos d’Esquadra interceptaron, en 2019, unas 17.000 plantas y 3.000 quilos. En 2020, el dato subió hasta las 40.000 plantas y 1.500 quilos. En 2021, se incautaron unas 360.000 plantas –por la proliferación de las indoor –y algo más de 1.000 quilos. El año pasado, se recogieron menos plantas –casi 200.000–, pero muchos más quilos –unos 15.000–. Esto significa que se interceptaron más cogollos que en formato planta. En 2023, se han recogido unas 60.000 plantas y 1.000 quilos.

Las organizaciones criminales ponen trampas para evitar
el robo de la droga

Por lo que a Guardia Civil respecta, el cuerpo interceptó, en 2019, 7.000 plantas y 48 quilos; en 2020, 14.000 plantas y 160 quilos; en 2021, 22.200 plantas y 330 quilos, y en 2022, 30.600 plantas y 100 quilos.

La violencia es una de las consecuencias que trae el tráfico de drogas. Para una organización, es más sencillo birlarle a otra la materia prima que realizar una plantación propia. Ahí es cuando aparecen los ‘narcoasaltos’, las armas de fuego y, en ocasiones, los secuestros, las coacciones, las amenazas y los homicidios. Los cuerpos policiales también sospechan haberse encontrado con chivatazos: organizaciones criminales que, de forma anónima, dan la voz de alarma para que la policía ‘cace’ a otro grupo.

En esta línea, los delincuentes ponen trampas para que tanto la policía como los demás grupos caigan: cepos, un mecanismo a través del cual, al cruzar un cable, se te dispara un cartucho, maderas con clavos camufladas en la hierba, puertas de naves electrificadas... No obstante, también se han dado casos en los que organizaciones criminales recién llegadas han colaborado con algunas que ya estaban establecidas.

«Lo que me preocupa es el crimen organizado que viene asociado a las plantaciones», Francesc Moragas, jefe del AIC de los Mossos d’Esquadra de la Regió Policial del Camp de Tarragona

¿Cómo se identifican?

Según el responsable del cuerpo policial, las plantaciones exteriores se encuentran en una especie de campamento con tiendas de campaña –a veces, camuflado con ramas y que no se percibe ni desde el aire–. No obstante, la vegetación que rodea a las plantas de droga y el formato hilera a través del cual están organizadas las mismas hace sospechar. «Acabas activando a algún agente que se acerca, un día igual te encuentras uvas, pero puedes llegar a coger marihuana», advierte Moragas. Son lugares de muy difícil acceso, donde el trabajo de extracción de la droga es bastante complejo.

Dichas zonas pueden identificarse a través de trabajos cartográficos, a causa de la información de un vecino, porque una patrulla identifica a alguien saliendo de una nave industrial o por una investigación iniciada por los cuerpos policiales. En este último caso, las actuaciones las asumen o las Unitats d’Investigació (UI), la AIC o, en ocasiones, las dos de forma conjunta.

Las investigaciones, para las que se destinan una gran cantidad de recursos, tienen el objetivo final de ir a por la organización, no a por las plantaciones. «Sabemos cómo están estructuradas, con un capitoste, sus jardineros, su instalador, las personas que custodian los puntos... A poco que podemos, analizamos dónde ha ido a parar el capital que han ingresado», apunta Moragas. Normalmente, estos grupos blanquean reinvirtiendo en el ramo inmobiliario o en logística para cometer otro tipo de delitos.

«Hemos llegado a encontrar 16 pisos que pertenecían a la misma organización», Juan Ramón Cifuentes, agente de la Guardia Civil

En el caso de encontrar plantaciones outdoor, resulta complicado llegar a la organización, ya que lo único que se suele encontrar es a los jardineros. «No tienes ni titularidad del espacio, ni toma de corriente, ni nada...», explica Moragas

Por lo que a las indoor respecta, el inspector indica que hace cuatro o cinco años se realizó un estudio que decía que, con una inversión de 6.000 euros, la capacidad anual era de tres plantaciones que, a final de año, aportaban 200.000 euros (sin contar los gastos). «Ahora, han manipulado las plantas genéticamente para que el THC [el principio activo responsable de la mayoría de los efectos terapéuticos y psicoactivos] sea más potente y para que haya más cogollos», apunta Moragas. Todo lo que supere el 0,3% de THC es manifiestamente ilegal, y se han localizado plantas del 40%: «Son una castaña tremenda que no sabes ni lo que te estás metiendo; te afecta al cerebro de una manera que no te das ni cuenta», remarca Moragas.

El clima, la legislación y las naves vacías causan que España sea uno de los puntos de producción

Las plantaciones interiores han llegado a encontrarse en un piso pequeño de una familia necesitada de liquidez. Estas casuísticas son las más sencillas de detectar por la precariedad de las instalaciones, que pueden provocar incendios o escapes de agua, y por el fuerte olor que desprenden, que puede alertar a los vecinos. Juan Ramón Cifuentes, agente de la Guardia Civil destinado en Tarragona, explica que «han llegado a haber hasta 16 pisos implicados en la misma organización»

Las viviendas unifamiliares son otro de los puntos más utilizados, en especial las casas a cuatro vientos: «Tú tienes una segunda residencia que no utilizas y la alquilas, te aparece un señor que te dice ‘te la alquilo por 1.200 euros al mes y te pago un año por adelantado’», expone Moragas. «Lo que los propietarios no saben es lo que se encontrarán cuando vuelvan: paredes en el suelo, agujeros, tuberías pasadas por todos lados...», añade.

Naves más sofisticadas

Por último, son las naves industriales las que albergan la mayoría de la droga. Últimamente, los grupos criminales las han ‘modernizado’. Filtros, luces LED, tomas que se enganchan a tres calles para que la lectura no sea sospechosa... «Hasta hemos llegado a encontrarnos una nave dentro de otra para matar el calor y tener más plantaciones por año», recuerda Moragas. Los cuerpos policiales utilizan drones y helicópteros –entre otros medios– para identificar si una nave desprende o no calor.

«Los lampistas que contratan, muchas veces ya son nacionales, que trabajan para diferentes grupos... Hay una gran logística montada», destaca el inspector. Todo el mundo tiene su papel en la organización, de tal manera que, como Catalunya es la puerta de salida de España a Europa, se aprovecha el clima, las viviendas y naves que se encuentran vacías y la legislación existente para producir aquí y exportar al norte del continente, donde el precio sube considerablemente.

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