Los rocieros se reencuentran

La Virgen del Rocío, trasladada por dos caballos y acompañada por el Simpecado, capitaneó la peregrinación hasta el santuario del Loreto, donde, a lo largo del fin de semana, se han programado actos religiosos y festivos

03 junio 2022 19:57 | Actualizado a 04 junio 2022 07:00
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«Rocío, guapa, Rocío, guapa, Rocío, guapa. Y bonita, y bonita, bonita, bonita y bonita». Con estas palabras llenas de sentimiento, Luisa Márquez, el alma mater de la iniciativa, daba el pistoletazo de salida a la Romería del Rocío del Loreto, después de dos años sin poder celebrarla por la pandemia. Ayer llegó el momento de sacar del armario los trajes de flamenca, las peinetas y los mantones. La Romería volvía con más poder de convocatoria que nunca. La principal novedad fue que la Virgen del Rocío –envuelta en flores– fue trasladada hasta el santuario del Loreto por dos caballos. Hasta el 2019, lo hacían dos bueyes.

La Romería es, para los andaluces residentes en Tarragona, una manera de acercarse a su tierra, a sus raíces. «No está al alcance de todos poder viajar hasta Almonte para ver a nuestra Virgen. Por eso, en el año 1984, decidimos reproducir la Romería aquí, en las mismas fechas», explica Luisa Márquez, presidenta de la Asociación Cultural y Folklórica Andaluza de Tarragona, entidad organizadora.

Para los rocieros, la Virgen es una especie de asidero al que se agarran cuando tienen algún problema que está fuera de su control. Así lo explican los protagonistas. Isa Gil lo expresa de esta manera: «He vivido muchas experiencias vinculadas con la Virgen, que han hecho que tenga esta fe». Gil es uno de los rostros más habituales en las Romerías. Lleva la imagen de la Virgen grabada en su piel y asegura que «lo primero en lo que pienso al despertarme es en ella». Por eso, verla ayer pasear por su ciudad, la emocionaba.

Su devoción llega a tal punto que, hace unos días, junto a cuatro amigos, asistió al traslado de la Virgen auténtica, desde Almonte al Rocío. «Fue duro porque andamos 15 kilómetros entre dunas, arena y polvo. Pero la recompensa valió la pena», explica Gil. Como ella, son muchos los rocieros que viven este fin de semana con mucha fe. Unos en Andalucía y otros en Tarragona. El sentimiento es el mismo.

La Virgen en procesión

La Romería empezó ayer por la tarde desde la iglesia del Serrallo. Después de la salve, los rocieros emprendieron el camino hacía el santuario del Loreto, capitaneados por la Virgen del Rocío y el Simpecado. Carros, caballos, tamborileros y, sobre todo, gente andando. No llegaron a su destino hasta pasadas las nueve de la noche. Durante el recorrido, pararon en la iglesia de Sant Pere i Sant Pau, donde no faltaron los cantes y los bailes.

Verónica Oya es una de esas rocieras de toda la vida. Se lo inculcaron sus padres y, ahora, ella contagia la tradición a sus dos hijas pequeñas, de tres y cinco años. Se emocionaba al explicar que participar en la Romería es una manera de honrar la memoria de su padre, quien falleció hace unos años. De hecho, la caseta que monta, junto a seis familias más, lleva el nombre con el que era conocido su padre, El Maestro.

Otra manera de vivir la Romería es la de Úrsula Marín. Llevaba años participando en ella, pero sin montar caseta. «Después de dos años sufriendo por la pandemia, hemos decidido disfrutar al 100% del fin de semana y este año nos implicamos en una caseta», explica. Estas garitas se instalan en una explanada cercana al santuario del Loreto. Allí, las familias y amigos pasan el fin de semana, entre música, comida y devoción.

Hoy, el acto principal será la misa de Pentecostés, oficiada por el Padre Mario Buonanno y cantada por el Coro Junco y Romero, que tendrá lugar a las ocho de la tarde. Mañana, llegará uno de los momentos más especiales para los rocieros, como es la salida en procesión de la imagen de la Virgen del Rocío, a la hora del Ángelus –a las doce del mediodía–. Andalucía y sus tradiciones se trasladan por un fin de semana a las inmediaciones del santuario del Loreto.

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