Hay conversos de verdad, comenzando por San Pablo. De otros hay que aceptar que han cambiado de opinión y no por interés. Entre estos, algunos que integrarán la lista unitaria del 27-S. El mismo Artur Mas es un converso del independentismo. Incluso puede fijarse fecha a su caída del caballo: septiembre de 2012. Otros sufrieron conversiones aún más recientes, pero a tiempo para subirse a la lista.
Raül Romeva dejó ICV y ha sido premiado con el número uno. Supongo que sus afirmaciones contra Artur Mas, o sus palabras sobre Benedicto XVI acusándole de «actos criminales», no las tendrán en cuenta quienes anteponen la independencia.
La sospecha que me producen los conversos contrasta con las personas de pensamiento firme, tipo Carod-Rovira, que hace años presentó en el Parlament una moción a favor de la independencia. De los 135 diputados obtuvo tres votos. Carod no irá en la lista.