Catalunya permanece en el laberinto

El resultado electoral complica una solución para Catalunya porque los que suman no están, y la vencedora no suma

22 diciembre 2017 10:15 | Actualizado a 22 diciembre 2017 10:29
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Catalunya está partida en dos mitades técnicamente igualadas. Ni la participación récord de las elecciones de ayer ha servido para romper el empate social. Los partidos que propugnan la independencia de Catalunya han conseguido renovar la mayoría absoluta en escaños en el Parlament, pero vuelven a quedarse por debajo del 50% en número de votos. La opción de Junts per Catalunya y ERC de concurrir por separado les ha reportado un pírrico incremento de votos (en gran parte motivado por el aumento de la participación), pero han cedido a Ciutadans la bandera victoriosa de ser el partido más votado. Arrimadaas puede lucir el pendón de la líder ganadora de las elecciones. También es, sin embargo, otra victoria pírrica. Los unionistas tampoco han conseguido su objetivo de hacerse con la mayoría en el Parlament para poder formar gobierno. El gran derrotado a todas luces de estos comicios es el PP, que incluso ve comprometido el derecho a formar grupo propio en el Parlament. García Albiol, en un inmediato examen de conciencia, fue el primero en asumir la derrota. También sufre un buen correctivo la CUP, que disfrutaba de un voto prestado de los independentista de ERC que no soportaron acudir a las urnas con los «corruptos» de la antigua Convergència. Ese voto prestado ha regresado a ERC. Los Comuns tampoco pueden alegrarse de los resultados. Su escuálido balance no les permite ni actuar de bisagra en un gobierno transversal. Los socialistas mejoran, pero finalmente no se ha producido el vuelco milagroso con que soñaba Iceta con el fin de postularse como la opción serena y equilibrada que ofreciera una solución al laberinto catalán.
En definitiva, seguimos en el laberinto. La lógica de las mayorías anuncia la repetición de un gobierno independentista que deberá renunciar explícitamente a la vía unilateral si no quiere que se aplique nuevamente el artículo 155. Esta moderación implicará la retirada del apoyo de la CUP. Y todo ello con el presumible president en Bruselas y el vicepresident en la cárcel. Sálvese quien pueda.

 

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