En la política española se hace demasiado teatro. La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, le ha aconsejado a Pablo Iglesias que «aleje la política de la confrontación teatral» y Vicente del Bosque, después de decir a Rajoy que de vez en cuando hay que hacer rotaciones, ha diagnosticado que en política hay muchos piscinazos, utilizando el término futbolístico. El seleccionador dice que los líderes están demasiado ávidos de salir cada día en televisión y que al final son esclavos de sus palabras.
Me han parecido declaraciones sensatas, después de haber asistido cuatro meses al aburrido espectáculo de ruedas de prensa, declaraciones, réplicas y contrarréplicas, fotos de encuentros… y todo para nada.
Dentro de dos meses estamos llamados a votar otra vez. El elector estará tentado de escribir en su papeleta aquello de Cicerón: «¿Quousque tandem abutere Catilina patientia nostra?».