Saint-Exupéry escribió: «Si quieres construir un barco, no empieces a buscar tablas de madera y distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo de surcar un mar libre y ancho».
Carles Puigdemont ocupa el mismo despacho de la Generalitat que tuvo Artur Mas y la decoración es la misma, excepto el timón que Mas, amigo de metáforas marineras, se llevó a casa.
No es que Puigdemont haya perdido el timón, pues sigue el mismo rumbo, pero creo que le convendría hacer caso al consejo del escritor francés.
Antes de construir las «estructures de Estat» y planear las leyes de «desconexió», sería mejor que tratara de ilusionar a la gente a salir a navegar.
De acuerdo, ya hay dos millones de catalanes convencidos, pero para embarcar a todos deberían ser mucho más: tres millones, por ejemplo. Esto sería incontestable, no las mayorías parlamentarias, fluctuantes en toda democracia.