La universidad encerrada y acorralada

La Universidad de Barcelona ha sido condenada por el Juzgado Contencioso Administrativo número 3 de Barcelona por que ha vulnerado el derecho a la libertad ideológica y de expresión de sus profesores y alumnos

08 octubre 2020 07:50 | Actualizado a 04 enero 2021 09:34
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Alex Grijelmo, uno de los mejores lingüistas de nuestro país, ha señalado que el lenguaje es como el cuchillo, lo mismo sirve para cortar pan que para matar, esa misma situación está pasando con la universidad, desde hace tiempo la universidad ha dejado de ser el espacio de la exposición de todas las ideas en libertad y respeto y se ha convertido, por mor de bastantes profesores, en una zona de adoctrinamiento de una sola visión de la sociedad.

Los que nacimos en la decena de los años 30 del siglo pasado, fuimos educados en una universidad en donde había una obvia censura. Mi director de tesina fue Juan Tusquest Terrats y aún recuerdo cuando le señalé que quería hacer mi tesina sobre Simone de Beauvoir y me dijo: «señor Valero para que se quiere usted complicar la vida, haga mejor la tesina sobre la obra El discípulo de Paul Bourget, que también es francés y sus ideas verá como le ayudan a entender mejor la pedagogía».

En aquel tiempo era «lo natural», lo que cuesta entender es que en junio del 2018, estudiantes de la Universidad de Barcelona impidieran un acto académico sobre Cervantes, que iba a pronunciar uno de los mejores hispanistas y cervantista del mundo, el francés Jean Canavaggio, que quedó anonadado, pues por ir hablar de Cervantes le llamaran: facha, fascista, anticatalan, reaccionario… Obviamente de aquellos polvos estos los lodos de hoy, como han declarado profesorado del colectivo ‘Universitarios para la convivencia’, en aquel entonces el rector señaló que se suspendiera el acto porque no quería «no pasar la línea roja de autorizar la entrada de los mossos». Sin comentarios. Según su criterio impedir un acto académico sobre Cervantes era una cosa lógica y normal y no era también una línea roja.

Lo triste y lamentable es que, cada vez más a menudo, una serie de ‘universitarios’, se arrogan el derecho de que la libertad de expresión en la universidad, según ellos, en la universidad catalana solo pueden hacer actos, poner pancartas, desarrollar eslogan los que piensan como ellos y lo que es más desolador, es que ello se desarrolla con anuencia del rector y del claustro alegando la autonomía universitaria.

Algunas universidades han entrado en una fase de sectarismo, con el beneplácito de autoridades que siguen permitiendo que los alumnos que defienden el independentismo se apoderen de los campus

Esos polvos cada día se hacen más densos, hasta llegar a que ahora la Universidad de Barcelona ha sido condenada por el Juzgado Contencioso Administrativo número 3 de Barcelona por que ha vulnerado el derecho a la libertad ideológica y de expresión de sus profesores y alumnos, así como el derecho a la educación de estos últimos.

Ya anteriormente la Universidad Autónoma de Barcelona, en mayo del 2019, había sido también condenada por vulnerar los derechos de alumnos constitucionalistas y ante el recurso de la universidad y fue confirmada por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJCat), que condenó a la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) por vulnerar los derechos fundamentales de alumnos constitucionalistas integrados en la asociación S’ha Acabat (Se ha acabado) y había fallado en julio de 2018 que se habían vulnerado los derechos a no ser discriminado por razón de opinión, a la libertad ideológica, a la libertad de expresión y al derecho a la educación.

Como puede observarse la deriva de algunas universidades en Cataluña ha entrado en una fase de sectarismo que cuenta con el beneplácito de algunas autoridades, que erre con erre, siguen permitiendo que los alumnos que defienden el independentismo se apoderen de los campus, y hay datos contrastados que la situación no lleva camino de mejorarse y de corregirse, la pregunta es si la Universidad en Cataluña cumple mínimamente con lo que debe ser una universidad. Da la impresión que no.

Esta deriva viene de lejos, acuérdense, del que hoy es todo un Vicepresidente del Gobierno, impidió en más de una ocasión, que se dieran conferencias en su universidad Complutense, sólo porque él los consideraba no adecuados.

Esta situación no es exclusivamente por la cuestión política del «proceso», sino es porque la universidad ha perdido la esencia de lo que debe ser desde el llamado Plan Bolonia, no hay más que ver la literatura que al respecto han escrito autores como: Jordi Llovet, Álvaro Delgado-Gal, Xavier Pericay, Jesús Hernández, Francesc de Carreras, Carlos García Gual, Roberto Blanco Valdés, Fernando Savater, Román Gubern, Miguel Morey Farré, José Luis Pardo, Francisco Sosa Wagner, Gabriel Tortella…

No se observa que se abra un campo de diálogo y de solución de la situación, ya que los datos objetivos, de los que defienden esa postura de vinculación política con una ideología, llaman a los que no piensan como ellos: fascistas, anticatalanes y españolistas, como un insulto denigrante, cuando todos ellos han jurado la Constitución española para poder tomar posesión de sus cátedras. No hay mayor incongruencia y sobre todo que intenso deterioro para la ciencia y la educación en Cataluña y en otras comunidades que también ha ocurrido ésta deleznable situación.

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