Rajoy, la mejor defensa es el ataque

13 junio 2017 19:43 | Actualizado a 25 noviembre 2020 18:58
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La moción de censura contra Rajoy, condenada desde un principio a ningún recorrido, se había interpretado desde el primer momento como una operación de Pablo Iglesias para capitalizar la imagen de primer partido de la oposición. Aprovechando la debilidad socialista y el hecho de que Pedro Sánchez no pueda participar en los debates al haber abandonado en su día el acta de diputado, la ocasión venía que ni pintada para dar un sorpasso mediático al PSOE. La estrategia se completó con el reparto de papeles de los censurantes. Pablo Iglesias cedió el papel de picador a Irene Montero que estuvo implacable en su intervención ahondando especialmente en todos los casos de corrupción que afectan al PP. Antes de la sesión había dudas de si Mariano Rajoy intervendría personalmente. Pronto se disiparon las especulaciones. El Presidente del Gobierno saltó a la arena desde el primer momento para dar réplica inmediata a la diputada podemita. Rajoy sabe que la corrupción está pasando factura a sus expectativas. Así no revelan las encuestas que sitúan el problema entre los que más preocupan a los españoles. Ni Rajoy ni el PP estaban dispuestos a seguir desangrándose por esta herido y por ello el presidente del Gobierno salió desde un principio con toda su artillería parlamentaria en la que se maneja con soltura. El invitado de piedra fue efectivamente el PSOE, aunque es más que dudoso que Pablo Iglesias haya conseguido su objetivo.

 

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