Un mar de plástico

España es el segundo país que más plástico vierte al Mediterráneo, solo por detrás de Turquía. Y el cuarto de la UE que más consume 

19 junio 2018 15:28 | Actualizado a 19 junio 2018 15:41
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Navegando por el Mediterráneo a bordo de un petrolero de más de 21.000 toneladas, manteníamos rumbo al Este en dirección Baniyas. Un pequeño puerto en medio del litoral de Siria, ahora tan castigada por la guerra pero que en aquellos años el conflicto se hallaba en su país vecino; tanto era así que tuvimos que arrumbar hacia el norte para dejar la isla de Chipre por estribor para evitar navegar las aguas del Líbano, infestadas de «maniobras militares». 


A medida que nuestra longitud iba aumentando, las aguas que nos rodeaban se iban calmando, como si se tratase de fuerzas proporcionalmente inversas, alcanzando la longitud 35ºE el estado de la mar era calma, parecía un lago. Recuerdo que en ese deslizamiento casi en silencio, pues ni siquiera las olas cortadas por el bulbo hacían ruido, me asomé por la borda y mi asombro fue empezar a ver objetos flotantes a la deriva. Tardé un poco en darme cuenta de lo que estaba avistando. Tuve que empezar a focalizar la mirada en cada bultito que rompía la superficie, y entonces se me encogió el corazón. Eran botellas de plástico, bolsas de plástico, trozos de plástico, bidones, latas… Por un instante pensé, ¿a quién se le habrá caído la bolsa de basura al mar? Pero ese paisaje de bultitos aumentaba a nuestro paso, convirtiéndose en una masa espesa, en una especie de alfombra donde la roña no estaba debajo sino encima. Acercándonos al final del Mediterráneo, donde ya no es posible ir más al Este, ¿resulta que lo que sería el culo del Mediterráneo estaba análogamente lleno de porquería? 


Han pasado doce años desde entonces. Ya no he vuelto a navegar por esas aguas, pero ahora nos llegan imágenes de hasta un continente de plástico flotante, la llamada isla tóxica en el Pacífico oriental, entre California y Hawái, apodada como GMBP, Gran Mancha de Basura del Pacífico o la GPGP, Great Pacific Garbage Patch. Según la Ocean Cleanup Foundation, contiene 1,8 billones de plástico, que van desde el microplástico a plásticos de gran tamaño y redes de pesca como amalgama. Dicho de otro modo, el equivalente ya a Francia, España y Alemania. 


Pero las otras redes, las llamadas redes sociales, han difundido imágenes que se han hecho virales precisamente por escandalizar a los propios culpables: nosotros mismos. Encontramos así aquellos terribles fotogramas de unos pingüinos cohabitando entre un bloque de basura a la deriva. O aquellos otros dónde se observa a una tortuga marina intentando anidar en una playa rodeada de plásticos que salen volando con su aleteo. O la de los cisnes que con su pico apartan la porquería acumulada en la orilla... Seguro que les suenan. 


Hace unos días, se encontraba una ballena piloto que, tras vómitos y convulsiones, murió con 80 bolsas de plástico en el estómago. Fue en Tailandia, pero sin ir tan lejos, recordemos que en abril, un cachalote varó en la playa de Murcia con 29 kilos de desechos en su interior. Una cifra que se suma a los miles de ejemplares de fauna marina, principalmente aves, tortugas y cetáceos, que mueren anualmente por semejante ingesta letal. 

350 años para desintegrarse
La cadena trófica es larga, y a través de los peces podemos acabar comiendo plástico también nosotros, la inhumana humanidad que destruye y se autodestruye. Un material que requiere alrededor de 350 años para desintegrarse y resulta que cada año unos 8 millones de toneladas de plásticos acaban en el mar. 


España es el segundo país que más plástico vierte al Mediterráneo, solo por detrás de Turquía. Y es el cuarto de la UE que más plástico consume según un reciente informe de la ONG WWF.


Supongo que una ya tiene una edad para ver cómo hemos retrocedido en el avance por el uso del plástico. Aún he vivido los palitos de las orejas de papel enrollado, los tampones con aplicador de cartón, las compresas de algodón, las pajitas de papel, la cantimplora, incluso la papelina. Ahora todo esto se ha substituido por plástico, al extremo que la fruta se plastifica por imposición mercantil. De tal forma que se nos ha negado hasta la alternativa. 


Habrá que reinventarse en lo inventado. Esto es una empresa de todos, fabricantes, gobiernos y consumidores, para avanzar en un cambio. Tenemos el día mundial del medio ambiente #5jun, o el de los océanos #8jun, que nos sirven para enfatizar la necesidad de substituir el plástico por otros materiales, empezando por los de un solo uso. Una campaña del Programa de Medio ambiente de las Naciones Unidas, por ejemplo, nos ha retado con el TAG, you are it a pensar qué cosas podemos empezar a reemplazar. 
Recordé que, navegando, el tercer pañol era el mar, no para mí, era un dicho en general. Ahora sería impensable. Ahora que el mar es un mar de plástico.

*Àfrica Uyà es controladora de Salvament Marítim y piloto de la Marina Mercante.

Se licenció en Nàutica y Transporte Marítimo por la Facultat Nàutica de Barcelona de la Universitat Politècnica de Catalunya.

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