Humor

Humor... una luz en los momentos más oscuros, un bálsamo en un mundo roto. Amo y adoro el humor. El humor que ve más allá de nuestras locuras y defectos, trata a todos con dignidad pero con ironía, comprende la fragilidad de ser simples mortales y reconoce lo absurdo de nuestras ambiciones y deseos, invitándonos a todos a ser un poco más amables, un poco más gentiles, con nosotros mismos y con nuestros semejantes. Ese tipo de humor es nuestro oxígeno. Nos mantiene cuerdos, conectados y también comprometidos. Los autócratas lo entienden muy bien, por desgracia. No es casualidad que en cualquier lugar del mundo donde haya habido un auge del autoritarismo, el ultranacionalismo y el fundamentalismo religioso, también haya habido una represión sistemática de las fuentes del humor. De repente, los caricaturistas pueden ser tratados como «traidores». Los comediantes pueden ser demandados. Escritores, poetas, artistas... cualquiera que trabaje con palabras se enfrentará a una presión cada vez mayor y, a veces, a una censura brutal. Pero lo fascinante del humor es que cuanto más intentan suprimirlo y borrarlo, más fuerte e ingenioso se vuelve. No se puede erradicar esta fuerza exuberante, ya que seguirá creciendo a través de las grietas de las paredes de lo «políticamente correcto». No hay mayor catástrofe que una sociedad correcta.