Mientras escribo estas palabras me dirijo a Roma. No es un viaje de ocio, si bien ir a Roma siempre es un placer para nuestros sentidos, ya que me dirijo para reunirme con el Alcalde de Roma: Roberto Gualtieri. Este encuentro no es casual, fortuito o carente de predeterminación. Tiempo atrás empezaba nuestro camino para que esta reunión fuese una realidad. Os explico cómo fue.
Siempre he creído firmemente que Tarragona puede y debe tener agenda internacional. No comprendo por qué se ha prescindido en muchas ocasiones de formar parte de circuitos internacionales en temas donde tenemos relevancia, como el Patrimonial, tanto material como inmaterial.
Es por eso que una mañana pensando en cómo podía bajar del mundo de las ideas al mundo de lo tangible tal concepto vi claro cuál era el mejor inicio para tal periplo, acudir a la génesis misma de nuestro patrimonio y legado: Roma.
¿Y quién mejor que el primo inter pares, el primero de sus ciudadanos? De ahí, hasta la fecha donde os escribo desde el avión rumbo a Roma, han pasado decenas de cartas, cientos de llamadas y varias reuniones preparatorias hasta que llegó el Ok con fecha y hora de nuestro encuentro.
La relación entre Roma y Tárraco empieza hace 2.241 años, cuando las tropas de Escipión desembarcan en un poblado ibérico en el marco de las guerras Púnicas.
La relación entre Roma y Tárraco empieza hace 2.241 años, cuando las tropas de Escipión desembarcan en un poblado ibérico en el marco de las guerras Púnicas
Enseguida las magníficas condiciones de la ciudad la convierten en la capital de la provincia de Hispania Citerior, que pasa a llamarse provincia Tarraconense en su honor, una de las más ricas e influyentes del Imperio. De esa época son testimonio un amplio repertorio de monumentos y restos arqueológicos, como el anfiteatro, circo o sus dos imponentes foros.
Sobre la ciudad romana se implantará una ciudad medieval presidida por la catedral, cuya disposición urbanística aún se conserva en nuestro casco antiguo.
Toda esa sucesión de edificios y épocas configuran, al igual que sucede en Roma, una ciudad donde se respira historia en cada calle. Pero las similitudes con Roma no acaban allí: nuestro circo y la plaza que se construyó encima a partir de la época medieval encuentran su reflejo en la Piazza Navona, construida sobre el estadio de Domiciano.
Ambas plazas constituyen un núcleo neurálgico de nuestras ciudades, siendo lugar de reunión, de paseo o para disfrutar un aperitivo y del magnífico clima que hizo que los escritores latinos nos bautizaran como «la ciudad de la eterna primavera». O nuestros anfiteatros, verdaderos iconos del patrimonio de ambas ciudades. Si hasta los turistas que nos visitan preguntan: ¿Dónde está el Coliseo de Tárraco?
Pero gestionar el patrimonio de una ciudad de 23 siglos de historia no es una cuestión sencilla, y nosotros estamos interesados en conocer de primera mano el sistema que hace que una ciudad como Roma, con 25 millones de turistas anuales y más de doscientos museos y monumentos, destaque y sea siempre una referencia internacional en lo que a gestión se refiere.
Con soluciones museísticas tan innovadoras como aunar la museización de espacios industriales y de estatutaria clásica en un solo espacio ( Central Montermartini), o el proyecto Cripta Balbi, donde se rescatan edificios degradados, rehabilitándolos para nueva función museística donde se aprecian en un solo espacio casi todos los monumentos históricos de la evolución urbana.
En la gestión del patrimonio histórico de ciudades como Roma o Tarragona hay muchos actores implicados, diversidad de administraciones, instituciones museísticas, la iglesia católica, o entes privados.
Queremos conocer de primera mano el funcionamiento de Sovrintendenza Capitolina y su relación con otros entes, ya que en Tarragona existe ahora mismo un sistema donde varias entidades gestionan pociones del patrimonio sin un programa común, y el modelo ideal tendería a unificar criterios y líneas de actuación.
Por afinidad cultural sería muy positivo para ambas ciudades fomentar turismo recíproco y aumentar los vínculos culturales entre ambas ciudades
La participación de entidades privadas y empresas en la financiación de la conservación del patrimonio cultural es otro elemento que desde Tarragona queremos implementar progresivamente, poniendo los ojos en experiencias ya realizadas en Roma, como la restauración del Coliseo o la fontana di Trevi, por poner ejemplos más conocidos aquí, que fueron mediante mecenazgo particular.
En el aspecto turístico, y partiendo de la diferencia entre tamaño de ciudad y número de habitantes, hablaremos sobre el delicado equilibrio entre la promoción turística y una masificación en el número de visitantes que puede acabar afectando a la propia comunidad local.
El fenómeno de los cruceros ha ayudado, por ejemplo, a atraer al turismo italiano a Tarragona. Creemos que por afinidad cultural sería muy positivo para ambas ciudades fomentar turismo recíproco y en general aumentar los vínculos culturales entre ambas ciudades.
Vemos como nuestro vínculo con Roma y toda su historia es parte esencial de cómo entendemos nuestra ciudad y el mundo mismo. Este viaje debe recuperar esos lazos que tejió la historia y que el paso del tiempo ocultó. Hoy llevamos de nuevo Tárraco a Roma.