Carta al ‘presi’ de Mercadona

Señor presidente de Mercadona, Juan Roig: Me dirijo a usted porque mi madre es muy fan de sus súper aquí, en Tarragona. Ella va al de plaza Corsini y en verano nos gusta pasear por el que tiene inmenso, entre Salou y Cambrils, que diría Serrat, porque mola y nos hace alegrarnos de que no sean sólo supermercados alemanes y franceses los que ganan dinero –los empresarios deben ganarlo– y crean empleo vendiéndonos alimentos y de todo.

También me pongo su crema de aceite de oliva, porque tiendo a tener la piel seca y siempre he pensado –no lo publique– que la mayoría de los potingues que venden para la belleza, la piel y esas cosas suelen tener más de marketing y modeleo que de eficiencia.

De hecho, un dermatólogo famoso al que entrevisté en una gran cadena de radio se me echó atrás en directo, negó la mayor, cuando en privado me había dicho minutos antes que la mejor crema para la piel era agua y aceite de oliva.

Ya mi abuelo, que cultivaba naranjas y criaba caballos en Sagunto, decía maravillas de usted y de su numerosa familia emprendedora, aunque algunos llauraors se nos quejaban de que les apretaba mucho en los precios. Pero siempre que hablo con sus empleados, se muestran orgullosos de su empresa, carrera y oportunidades.

Por eso he iniciado algunas gestiones para entrevistarle y vuelvo a pedirle audiencia y complicidad aquí y ahora; pero ahora mismo le escribo como cliente suyo porque me encantaría escuchar sus argumentos ante la amenaza que para todos supone una inflación, la subyacente, del 15% en la compra nuestra de cada día.

Anteayer sus competidores aquí y en Francia, como Carrefour, anunciaron, por indicación del gobierno liberal de Macron, un acuerdo voluntario de rebajar un 20% una cesta de 200 de sus productos (los de supermercados Leclerc se desmarcaron diciendo que ya los rebajaban todos). Y Le Maire, el ministro de Economía francés, les recordó con un punto de acritud que, pese a que los costes de transporte y logística han decrecido, esa rebaja aún no se percibe en los precios de sus súpers. Y es en este punto donde le hago mi humilde sugerencia:

La competencia, que no la obediencia, es la madre de la Ciencia. Pero la competencia no es tal si no se combina con transparencia. Prohibir el mercado es como prohibir la conversación, pero si ambos no se regularan, no llegarían las palabras ni los productos a todos.

Y la mejor regulación es la que nos imponemos a nosotros mismos para servir a todos.

Por eso, antes de que el Gobierno se vea obligado a publicar, como ya ha hecho el francés, los márgenes de toda la cadena de valor de la alimentación –desde el pagès a las estanterías de los súper– que aquí y ahora están en poder de Hacienda: ¿por qué no hace públicos los suyos usted mismo y demuestra su buena fe?

Más aún: ¿por qué no aprovecha para ganar cuota de mercado a costa de sus competidores que se resisten a reducir sus márgenes y rebaja usted sus precios con el aplauso, que lo tendría, de quienes le admiramos por haber creado empleo de calidad y por pagar sus impuestos en España?

Gracias señor Roig: si lo hiciera así, sería más recordado por todos los que vamos al Mercadona que por sus donativos a cualquier fundación o su inversión en cualquier club de fútbol.

Ya agradezco su atención, su obra y su buena voluntad. Ojalá pueda pronto volver a bendecir sus precios.