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El derecho a no odiar

La única respuesta digna es la que no satisface a nadie de quienes exigen odio: debemos favorecer a corto plazo las posturas que preservarán el máximo de vidas humanas; y a largo, el derecho de todos a vivirlas en paz

17 octubre 2023 18:53 | Actualizado a 18 octubre 2023 14:00
Lluís Amiguet
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Me lo preguntan los amigos y quienes me asaltan cuando entrevisto algún personaje israelí o palestino:

«A ver, Lluís: ¿No crees que Israel tiene derecho a defenderse de los terroristas? o ¿No crees que los palestinos tienen derecho a defenderse del terrorismo de estado de Israel?».

Además, están los insidiosos que advierten de que buscar la equidistancia es el peor de los errores. Y aún añadiría una cuarta facción, que cambia de tema resignados, musitando que ese conflicto es tan viejo como el mundo; todos nacimos con él y moriremos sin verlo resuelto.

Y, sin embargo, es difícil renunciar a odiar; porque los europeos volvemos a sufrir atentados terroristas y ya pagamos en nuestras economías el coste del conflicto; pero también tenemos el derecho (otros países, como Irán y sus peones de Hamás, no) a discrepar sin ser condenados a muerte. Es inevitable que nos preguntemos:

¿Quién tiene el derecho a matar y el deber de morir para defenderse en Oriente Medio?; pero, sobre todo: ¿A quién debemos apoyar los ciudadanos de la UE con nuestra ayuda humanitaria, económica, diplomática y me temo que menguado poder geopolítico?

La única respuesta digna es la que no satisface a nadie de quienes exigen odio: debemos favorecer a corto plazo las posturas que preservarán el máximo de vidas humanas; y a largo, el derecho de todos a vivirlas en paz. Y eso incluye las de los gazatíes y las de los israelíes por igual, tanto como el de todos los palestinos a un estado propio.

Esa es la estrategia; pero la táctica para conseguirlo ahora es darle la razón al presidente de los EE.UU. y advertir a Israel que invadir Gaza es exactamente lo que esperan quienes han asesinado a sus ciudadanos.

Y dar la razón al presidente Biden: Israel tiene derecho a defenderse; por supuesto, pero se defenderá mejor desde la lúcida calma que desde la ira ciega. Y ocupar Gaza ahora es caer en la última.

¿Nos harán caso los israelíes? Muy relativo, por mucho que los ministros podemitas pidan declaraciones de condena –tranquilicemos a la embajada israelí– a Israel en los ayuntamientos o aunque la consiguieran en la mismísima sede de la UE. Les da igual.

Y es que el estado judío fue fundado bajo la premisa de que el antisemitismo siempre sería global, eterno e inextinguible y que nadie podría salvar a los judíos de sufrir el genocidio excepto los propios judíos. Así que ahora las únicas voces que escucharán los israelíes son las de quienes les dan la razón en su obligación de defenderse y concentrarse en la batalla por sobrevivir.

Por eso, la táctica para evitar que sigan muriendo miles de seres humanos es convencer a Israel, más que condenarlo sin más, de que la muerte y la destrucción por sí solas no le reportarán mayor beneficio que el de ver a Irán frotarse las manos al haber podido evitar que Israel y Arabia saudí consoliden la alianza que habían empezado a forjar, dejándole aislado en la región.

Por eso, obligó a sus peones de Hamás a lanzar el ataque contra Israel y por eso ahora espera que un huracán de desolación y muerte recorra Gaza y nos llegue también a Occidente en forma de más atentados como los de Cambrils y Barcelona.

El mundo sigue dividido entre quienes esperamos vivir cada día mejor decidiendo nuestro futuro y quienes esperan imponérnoslo desde la fe ciega que predican la muerte en nombre de una vida eterna que les da un poder inmediato. En esa batalla sí que no cabe equidistancia.

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