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Un café con Jean-Philipp

Una investigación periodística ha generado en Alemania las movilizaciones más importantes de los últimos años contra la extrema derecha

26 enero 2024 21:26 | Actualizado a 27 enero 2024 14:00
Javier Luque
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Pedí un café mélange en el céntrico Kaffee Alt Wien. Era el 9 de enero y sentado enfrente tenía a Jean-Philipp Baeck, un periodista de investigación del periódico alemán Taz y especialista en los grupos neonazis. Al menos una vez al año, el equipo de periodistas con el que trabajamos conjuntamente nos reunimos en persona para debatir los temas y casos que vamos a investigar en los próximos meses. Jean-Philipp es uno de ellos.

Subrayo la fecha del encuentro no por casualidad. Ese mismo día, apenas unas horas antes, el medio de información Correctiv publicaba en exclusiva una reunión secreta en un hotel de Postdam, cerca de Berlín, entre grupos identitarios alemanes y austríacos, políticos de alto rango del AfD (Alternativa para Alemania) y cercanos a la cúpula del partido de extrema derecha, y empresarios afines.

De hecho, la reunión se había celebrado en noviembre del año pasado, pero el proceso periodístico de verificación y edición había llevado semanas.

El objetivo de la reunión era establecer las líneas maestras de un plan para deportar a millones de ciudadanos alemanes y europeos cuyas raíces no fueran alemanas. La reunión se centró en establecer un decálogo con las líneas ideológicas y las políticas que los miembros del AfD intentarían imponer en los estados federados (Länder) en los que tienen representación parlamentaria y explorar las vías de financiación para llevar a cabo este plan.

Según recoge la investigación, los participantes en la reunión eran conscientes de que su éxito, en parte, pasaba necesariamente por normalizar el discurso de odio a través de una estrategia de comunicación en TikTok y YouTube para atraer a los jóvenes.

Café en mano, Jean-Philipp me explicaba que él había tenido acceso a la investigación poco antes de que saliera a la luz, ya que es habitual que investigaciones de esta envergadura se compartan con otros periodistas especializados en la materia para cerciorarse de que todas las referencias y fuentes sean fiables. Muy a su pesar, Jean-Philipp era pesimista en cuanto al impacto de la noticia, y no porque la investigación no fuera excelente (que lo es), sino porque trabajos similares se habían limitado tan solo a un ciclo informativo de 24 horas, sin apenas despertar reacción alguna de la sociedad civil. Sin embargo, la noticia de Correctiv ha conseguido cambiar esta dinámica. Desde su publicación, más de un millón y medio de personas han salido a la calle en decenas de ciudades y pueblos de Alemania contra las políticas neofascistas de AfD. De hecho, las manifestaciones en Múnich y Hamburgo fueron tan multitudinarias que los organizadores se vieron obligados a acortarlas por riesgo de aglomeración. Además, las protestas contra la extrema derecha no se han limitado a Alemania. Escribo este artículo en Austria, a pocas horas de que (viernes 26 de enero) arranquen las manifestaciones en Innsbruck y Salzburgo, y la movilización frente al parlamento de Austria en Viena con el lema «Kein Platz für Hass», («No hay lugar para el odio»).

Durante estos días he tenido la oportunidad de hablar con otros expertos en extrema derecha y nadie sabe por qué esta investigación ha conseguido movilizar a la población y qué consecuencias tendrá en las próximas elecciones europeas en junio o en las regionales de Alemania: los estados federados de Turingia, Brandenburgo y Sajonia-Anhalt, todos ellos bastiones del partido de extrema derecha, celebrarán elecciones parlamentarias en octubre. De momento, los últimos sondeos siguen posicionando al AfD en segundo lugar, mientras la popularidad del partido empieza a decaer en los estados federados del oeste.

Hay muchas maneras de defender la democracia, sus valores y sus múltiples imperfecciones. Los ciudadanos de Alemania y Austria han decidido salir a la calle quizá impelidos por su historia reciente o quizá por un sentimiento de responsabilidad (algunos críticos apelan a un sentimiento de culpabilidad, yo me quedo con el de responsabilidad).

En breve me sentaré en un café del centro de Tarragona y enfrente tendré a otra persona, que lo más seguro es que no sea experta en los movimientos neonazis de centroeuropa, y todo esto me parecerá la crónica de unos acontecimientos lejanos. Es natural, la verdad. Sin embargo, dejo a la discreción del lector que dibuje, si quiere, los paralelismos con su realidad más inmediata.

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