Whatsapp Diari de Tarragona
  • Para seguir toda la actualidad desde Tarragona, únete al Diari
    Diari
    Comercial
    Nota Legal
    • Síguenos en:

    Los papas asustados

    04 enero 2023 20:34 | Actualizado a 05 enero 2023 07:00
    Josep Moya-Angeler
    Participa:
    Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
    Comparte en:

    Nani Moreti filmó en Habemus Papam la historia de un pontífice imaginario que al ser elegido entra en pánico y huye del Vaticano en busca de una respuesta a qué debe hacer. Un Papa que jamás dará con un argumento convincente, mientras la curia romana tiembla. Sospecho que si Benedicto XVI o Francisco han visto la película, habrán cavilado que Moretti se acercó mucho a la realidad en algunos momentos de la película.

    De hecho, siempre he pensado que el fallecido Benedicto tenía habitualmente en el rostro una expresión de susto o de decirse a sí mismo «en dónde me he metido», que encajaría con el hecho de absoluta sinceridad de decir un buen día que había llegado al límite, que abandonaba su misión por no poder continuarla. La curia romana fue más poderosa que él.

    Le siguió el papa Francisco quien, al día siguiente de ser elegido, en una cena con los cardenales, exclamó, según el portavoz vaticano, Lombardi: «Que Dios os perdone de lo que habéis hecho», refiriéndose a su elección. Francisco, humilde, consideraba que le pesaba demasiado el cargo, al igual que lo había confesado Ratzinger. Francisco ya ha anunciado que un día u otro también dejará el papado.

    El fallecido Benedicto tenía en el rostro una expresión de susto o de decirse a sí mismo «en dónde me he metido», que encajaría con el hecho de absoluta sinceridad al decir un buen día que había llegado al límite

    Estos dos últimos Papas, menos teatrales que su antecesor Juan Pablo II, pero mucho más eficaces, sabían lo proclamado solemnemente por Ratzinger antes de su elección: que había mucha suciedad en la Iglesia.

    Él intentó la limpieza, cosa que consiguió en parte y marcó el camino a Francisco que ha sido más expeditivo. Acabar con los escándalos –finanzas del Vaticano, pederastia- ha sido luchar contra el cierre en banda de la Curia, en una pugna en la que ambos pontífices se han sentido casi solos en el Vaticano. ¿Quién no se asusta cuando crecen las traiciones en el mismo equipo que debiera ayudarle?

    ¿Quién no se siente solo cuando los medios de comunicación se obsesionan con los escándalos y no recogen las doctrinas, la mayoría de ellas muy meditadas, el aperturismo que lenta pero eficazmente han llevado a cabo.»Benedicto y Francisco están en la tarea de limpiar la Iglesia, cosa que encuentra demasiada resistencia.

    De cuanto dicen y hacen estos Papas, asombra comprobar cómo es posible que los no creyentes se dediquen a criticar a la Iglesia desde el desconocimiento. Sin haber leído sus encíclicas –y a veces sin saber qué es una encíclica- o escuchar sus reflexiones profundas sobre la fe y la duda, por ejemplo, muchos se atreven a decirle a la Iglesia cómo debiera ser. Quieren ignorar que la Iglesia no puede moverse al albur de los vientos que hoy soplan en una dirección y mañana en otra. Lo que ayer fue un comunismo que encorajinó a muchos, hoy es vergonzoso olvido.

    La Iglesia ha de hacer sus progresos ante la evolución consolidada del pensamiento social y, además, sin dañar a nadie. Pese a ello, ha habido avances sociales importantes (homosexualidad y preservativos, entre otros) y de fe.

    ¿Quién no se siente solo cuando los medios se obse-sionan con los escándalos y no recogen las doctrinas, la mayoría de ellas muy meditadas, el aperturismo que lenta pero eficazmente han llevado a cabo?

    Una de las batallas todavía no ganada de Benedicto XVI fue su lucha contra el relativismo, esa manera de pensar y actuar que podría resumirse en un «creo en Dios, pero un Dios a mi manera». Es gente que tiene en su casa una estatua de Buda sin saber quién fue Buda y cuáles son sus enseñanzas, en una sociedad en la que se ven tiendas cargadas de budas y pocas expresiones de cristianismo.

    Ese relativismo egocéntrico «–yo decido cómo ha de ser Dios»- acompañado de mucha ignorancia, sigue imperando. Francisco, consciente de que primero hay que acabar el barrido interno de la Iglesia, deja para más tarde algunas cuestiones de la fe. Pensar en que tiene enemigos externos e internos debe conducirle a convencerse que no hay fuerza humana que pueda con el gran mensaje que ha marcado el pensamiento civilizado: hemos de entendernos y respetarnos, amarnos, que es la esencia del cristianismo. ¿Tan difícil es entenderlo?

    Comentarios
    Multimedia Diari