Turismo y/o petróleo

Lanzarote ha sido un poco la cenicienta de estas islas, mal llamadas Afortunadas

19 mayo 2017 23:56 | Actualizado a 20 mayo 2017 21:39
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La Sala de lo contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Canarias ha desestimado el recurso presentado por el Gobierno local por seis votos contra uno particular por la instalación de la plataforma perforadora de Repsol en ‘Sandía’, frente a las costas de Lanzarote.

Desde Arrecife, la capital, no se ve la instalación. Pero los ‘conejeros’ (los de aquí) hablan y hablan a favor y en contra (75%). Me recuerda un poco la confrontación entre los intereses turísticos de la Costa Dorada y la instalación de la refinería de La Pobla de Mafumet y el pantalán de La Pineda.

El caso es que, para el que no lo sepa, Lanzarote ha sido un poco la cenicienta de estas islas, mal llamadas Afortunadas, salvo para los románticos. Lanzarote, en particular, debió ser vista por los primeros bereberes que la visitaron como una continuación del desierto sahariano, eso sí, con volcanes. Algo más parecido a Marte. El navegante genovés Lanceloto Malocello (que le dio su nombre) la describió en 1312 y Enrique III de Castilla envió a los aventureros Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle para conquistarla. Isabel I –tan de moda por la TV1– seguramente aconsejada por Fernando (el catalán) prohibió expresamente que sus habitantes, los majos, fuesen considerados como esclavos.

Luego, la isla ha pasado por fases, la más desventurada de todas en septiembre de 1730, cuando el volcán de Timanfaya reventó y aplastó diez pueblos. Durante seis años la lava cubrió la cuarta parte de Lanzarote. El desastre afectó a la agricultura cerealística, base de la población, que, entre unas cosas y otras, emigró en masa. En cambio sirvió para la implantación de la uva (excelente la malvasía) y de América llegaron las papas y las tomateras. La cochinilla (parásito del nopal, utilizado por la industria textil británica) abrió a la pujanza el puerto de Arrecife.

En fin, el turismo descubrió Lanzarote en 1967 y el incremento ha sido tremendo; los últimos años se calcula que entre el 7 y el 9% anual, con más de dos millones de visitantes en Lanzarote, del total canario de trece millones anuales. La mejoría de las comunicaciones (hay buenas carreteras), el sorprendente espectáculo de la isla (solamente en la zona de Timanfaya hay más de 25 volcanes), la dulzura del clima y la belleza de sus pueblecitos blancos sobre las montañas negras o pardas, hacen muy atractivo este destino.

El 27 de septiembre de 2002 hubo la mayor manifestación popular «contra la destrucción de la isla» y hoy se clama a favor del turismo, industria etérea y delicada. Contra la petrolífera (aún por concretar) que daría no menos de dos mil puestos de trabajo. Mientras tanto, 600.000 canarios luchan por salir del umbral de la pobreza. Desde Arrecife de Lanzarote.

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