Memoria histórica
Identifican la posible ubicación de la fosa común Pich Aguilera de Reus
Miquel Pich-Aguilera, bisnieto del antiguo propietario de la fábrica téxtil, localiza en una fotografía aérea de 1956 la silueta del pozo donde habrían sido inhumados prisioneros republicanos. Coincide en tamaño y ubicación con el único testimonio escrito

El historiador Joan Olivella, sobre el punto exacto donde la investigación sitúa el posible pozo.
Durante décadas, la fosa común de Pich Aguilera, en Reus, había vivido entre el ostracismo y el rumor: un pozo industrial donde, según testimonios de posguerra, se habrían arrojado cuerpos de prisioneros republicanos. Aunque figura con ese nombre como fosa probable en el Banco de la Memoria Democrática, ningún registro oficial ni prueba gráfica había permitido confirmar su localización exacta. Hasta ahora. Una investigación independiente, nacida de la colaboración entre los historiadores reusenses Joan Olivella y Cristian Muñoz y el arquitecto Miquel Pich-Aguilera -bisnieto de uno de los directores de la fábrica textil homónima-, ha conseguido acotar el punto probable donde podría ubicarse el pozo.
A partir de una fotografía del conocido como Vuelo Americano de 1956, realizado por las Fuerzas Aéreas de EEUU, han identificado una traza circular que coincide con la descripción del pozo recogida en el único testimonio escrito. En 1951, el bisabuelo de Miquel, Felip Pich-Aguilera, habría ordenado tapiarlo con una bóveda después de que un operario encontrara restos humanos durante una inspección destinada a reaprovechar su agua.
Más de setenta años después, el destino ha querido que sea un descendiente directo de la saga Pich Aguilera quien vuelva a abrir la historia. Según la documentación histórica, el espacio industrial del Vapor Nou, que también integraba la fábrica textil Pich i Aguilera, habría sido utilizado por el régimen franquista como campo de concentración provisional durante los primeros años de la posguerra.
Basándose en una fotografía del vuelo de la Fuerza Aérea estadounidense, consultada en la Fototeca del Instituto Cartográfico y Geológico de Cataluña (ICGC), Miquel Pich-Aguilera ha identificado una traza circular de unos 2,5 metros de diámetro que coincide con la descripción del pozo recogida por Antoni Batlle, el único testigo que dejó constancia de su existencia en un artículo publicado en El Punt en 2001, un año antes de su muerte.

La silueta que podría corresponder al pozo en cuestión.
La historia oral de la fosa
Según relató Antoni Batlle Mas, militante de Estat Català, en 1951 Felip Pich Aguilera, entonces propietario de la fábrica, le encargó un informe técnico sobre el estado del pozo, construido entre finales del siglo XIX y comienzos del XX para abastecer de agua las fábricas del Vapor Nou. La inspección la realizó un familiar de Batlle. Al bajar, quedó sobrecogido. «Subió temblando y sin color en la cara. Dijo que, a unos treinta metros, todo estaba lleno de cadáveres». Felip Pich Aguilera ordenó el cierre del pozo. «Después de leer el informe -describe Batlle-, me pidió que suspendiera la investigación y encargó a un albañil construir una bóveda para sellarlo.»
Antoni Batlle era consciente de las represalias que podía conllevar hablar. Durante la Segunda Guerra Mundial, bajo el alias de “Baldiri”, había participado en redes clandestinas de ayuda a los resistentes en la zona pirenaica. No fue hasta medio siglo después cuando documentó la ubicación exacta del pozo: «Entre la Escuela del Trabajo y las naves de Pich i Aguilera había un pasillo sin edificar, cerrado por una verja, junto al cual había un pozo muy grande, de unos dos metros y medio de diámetro, propiedad de la fábrica textil.»
El reusense continuó investigando para entender qué había ocurrido. Casualidades del destino, un tío suyo, panadero de profesión, había estado encarcelado en ese mismo espacio junto con otros panaderos de Reus que no eran afiliados a la Falange. Los hechos se remontan a la inmediata posguerra, cuando el organismo Abastos, responsable del racionamiento, se quedó sin harina de trigo y la sustituyó por harina de maíz, no apta para hacer pan. Al darse cuenta, las mujeres protagonizaron una protesta espontánea y las autoridades franquistas buscaron cabezas de turco entre los panaderos.
Un cura les daba la absolución
Los detenidos coincidieron con altos cargos republicanos encarcelados, quienes les hablaron de la fosa. Según el tío de Batlle, los guardianes torturaban a los presos con un instrumento llamado porrillo -un bastón con una bola de hierro en el extremo- hasta causarles la muerte. «Una vez muertos, un cura militar les daba la absolución y los arrojaban al pozo.»

El punto rojo señala la ubicación donde la investigación sitúa el pozo en la planimetría actual.
Fuentes de la Dirección General de Memoria Democrática confirman al Diari que analizarán el estudio cartográfico para evaluar su veracidad y determinar si los resultados pueden abrir la puerta a una intervención técnica que permita localizar y dignificar los restos de los republicanos inhumados. Meses antes, las mismas fuentes ya habían señalado que, sin una localización precisa, era «inviable» planificar cualquier actuación sobre el terreno.
Una fosa en el corazón de Reus
La zona exacta señalada por la investigación está a pie de calle, en pleno centro de Reus. El punto se sitúa en la calle Jacint Barrau, justo a la altura que separa la antigua fábrica textil Pich i Aguilera y el Instituto Baix Camp —antigua Escuela del Trabajo—, detrás del viejo Hospital Sant Joan.
El arquitecto Miquel Pich-Aguilera, barcelonés afincado en Argentina desde hace una década, ha aplicado sistemas de información geográfica mediante herramientas de software libre (QGIS) para superponer el ortofotomosaico del vuelo americano con la cartografía urbana actual. También ha realizado la comprobación a escala real, y el resultado es el mismo que describía Batlle: una abertura de unos 2,5 metros de diámetro. «No podemos garantizar que sea un pozo. Sí una traza que coincide en descripción, tamaño y localización con los distintos testimonios que tenemos de la fosa», subraya Miquel Pich-Aguilera.
El hallazgo no comprometería en ningún caso la planificación municipal en materia de vivienda social
Uno de los aspectos más relevantes del hallazgo es que el pozo no estaría integrado en la parcela original de la fábrica textil, de titularidad municipal desde que el Ayuntamiento adquirió la finca en 2006. Se trata de un hecho clave, ya que este solar es uno de los que el Ayuntamiento de Reus ha puesto a disposición de la Generalitat para construir vivienda asequible dentro del Plan para la Promoción de Vivienda Pública en Alquiler. Así pues, el hallazgo no comprometería en ningún caso la planificación municipal en materia de vivienda social.
Cabe matizar que la imagen del vuelo corresponde a 1956, cinco años después de que el pozo fuera sellado con una bóveda. Según los investigadores, esto podría explicar que la silueta mantenga la forma circular. Además, antes de la urbanización de la zona, el terreno donde hoy se encuentra la calle Jacint Barrau pertenecía al recinto industrial de la fábrica Pich i Aguilera.
«En una mañana podría localizarse»
Aun así, las fotografías no permiten ver qué hay bajo tierra, por lo que no se puede confirmar si el pozo existe realmente. Las demás imágenes disponibles, correspondientes a los vuelos de 1945–46, no tienen suficiente resolución para apreciarlo, mientras que la de 1983 ya muestra la calle Jacint Barrau urbanizada y sin ningún rastro visible del pozo.
Según Miquel Pich-Aguilera, comprobar la existencia del pozo sería relativamente sencillo: solo hace falta “voluntad política”. Por ejemplo, mediante técnicas no invasivas como el georradar o los sondeos puntuales, que permiten detectar huecos o anomalías en el subsuelo sin necesidad de excavar. Calcula un margen de error máximo de cinco metros. «Bastaría realizar unas exploraciones en superficie y, en una mañana, se podría saber si el pozo está ahí o no», afirma. Habrá que esperar esa misma voluntad por parte de la Administración. La pelota está ahora en su tejado.