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La zona de bajas emisiones de Reus: tres coronas e implantación por fases

Los restauradores piden que se blinde la carga y descarga y los comerciantes, apuntalar la red de parkings en un radio a 10 minutos del núcleo. Los vecinos quieren bus en todos los barrios

22 octubre 2022 18:41 | Actualizado a 23 octubre 2022 07:00
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La futura zona de bajas emisiones (ZBE) de Reus se estructurará a partir de tres coronas con diferente grado de limitación para los vehículos contaminantes. Estas tres no se desplegarán a la vez, sino que su implantación se realizará «por fases», tal como explica al Diari la concejala de Urbanisme, Marina Berasategui, que indica que «en 2023 debemos tener claro lo que aplicaremos». Restauradores y comerciantes piden que se respete el reparto y facilitar el aparcamiento, y los vecinos reclaman que el transporte público llegue a todos los barrios.

En detalle, según precisa Berasategui, en la zona de bajas emisiones «habrá una área central con un carácter de restricción que corresponderá a la dinámica de esta parte de la ciudad ya muy pacificada, como es propiamente el centro, y de la cual definiremos el perímetro». Más allá de ella, se trazará «otra zona con otro régimen de limitaciones, que será más perimetral», y aún una tercera «que se plantearía mucho más a futuro y que sería prácticamente la periferia».

Todas se articularán «con una distribución más o menos concéntrica» y partiendo desde el núcleo, aunque «estamos acabando de afinar por dónde van a discurrir exactamente las líneas». La periodificación «será diferente para cada una», insiste la concejala, que dice que «acabaremos desarrollando las zonas progresivamente, no las tres desde el inicio». La primera sería la más céntrica para ir luego ampliando los filtros hacia el exterior.

La denominación de las zonas sería: Zona de Ultrabajas Emisiones, Zona de Bajas Emisiones y Zona de Bajas Emisiones Ampliable. El gobierno ya anunció un tiempo atrás que el sistema, de obligatorio cumplimiento al tener Reus más de 50.000 habitantes, sobrepasaría el Tomb de Ravals.

La entrada en vigor de las restricciones se producirá lentamente. «Deberá hacerse con muchas comprobaciones colaterales y con difusión», subraya Berasategui, que destaca que «la distribución es esta pero la aplicación se verá en el tiempo y será amable». Las zonas de bajas emisiones disuaden la circulación de vehículos contaminantes para reducir las concentraciones de CO2 y avanzar hacia una movilidad más sostenible. El consistorio ha captado 400.000 euros de Next Generation y ve en la peatonalización del Raval de Santa Anna un buen banco de pruebas. «Para 2023, debemos tener el proyecto claro y, a partir de eso, comenzar», especifica la concejala.

Este verano, el Ayuntamiento hizo público un borrador del nuevo Pla de Mobilitat Urbana (PMU) en el que figuraba la zona de bajas emisiones. En él, se perfilaba una primera corona ceñida al núcleo, otra delimitada por las principales avenidas y una tercera que abarcaba algunos barrios más alejados del núcleo. Sin embargo, fuentes municipales aseguran que se trata de un mapa que quedó superado y que se está elaborando uno nuevo que reflejará el alcance de la ZBE. En abril, se licitaron los servicios de consultoría para redactar el proyecto y la dirección de obras, con 24.200 euros de presupuesto y un plazo de ejecución de dos meses.

El reparto, el aparcamiento y el autocar

Quienes, por sus negocios, emplean servicios que implican movilidad piden que la zona de bajas emisiones les tenga en cuenta. Es el caso de los restauradores. Consultado al respecto, el vicepresidente del Gremi de Restauradors de Reus, Víctor Perales, se pregunta «¿cómo nos va a acabar afectando esto?».

«Dependemos mucho de los camiones de reparto y precisamente no creo que tengan bajas emisiones», señala. Y recuerda que «son vehículos que cuestan una millonada, a menudo las empresas no están para cambiarlos y en algunos sitios ya se está viendo que prefieren las multas; y acaba siendo un problema». «La zona de bajas emisiones está bien, pero hay que tener en cuenta que realmente necesitamos que vengan», destaca Perales, y reclama que «los planteamientos tengan excepciones y se adapten a la realidad». El gremio está pendiente de una nueva reunión de la Taula de Restauració para formular sus preguntas sobre esta tema.

En cuanto a los comerciantes, la presidenta de la Unió de Botiguers de Reus, Meritxell Barberà, valora que «todo lo que sea para mejorar la sostenibilidad del planeta nos favorece a todos». Con parte del núcleo ya peatonalizado, Barberà explica que «eso de llegar a la puerta del establecimiento en coche ya no es» y «cuando viajas, la mayoría de las ciudades europeas priorizan a los peatones en sus núcleos».

Barberà pide, eso sí, que «se pueda hacer la carga y descarga con normalidad para el buen funcionamiento de las tiendas y que los vecinos puedan entrar y salir». Y para no perjudicar a la clientela, la zona de bajas emisiones «debe ir acompañada de parkings que permitan acceder al centro en máximo 5-10 minutos». «Además de los que hay, el aparcamiento de La Hispània va a ayudar porque absorberá más coches», concluye. El borrador del PMU dibuja la movilidad del futuro en Reus y refleja que la ciudad tiene 24.045 plazas de zona blanca en calzada. Hay 66.924 vehículos.

El punto de vista vecinal lo pone el presidente de la Federació d’Associacions de Veïns de Reus (FAVR), Marcos Massó. Pese a admitir que «cualquier medida para el medioambiente es bienvenida», Massó recuerda que a donde no llegue el coche tendrán que llegar otros sistemas de transporte, como el autobús. Y este «todavía no presta servicio en algunos puntos como las urbanizaciones Blancafort y Aigüesverds».

Modelo coordinado con ciudades de alrededor, como Tarragona

«Las ciudades debemos aplicar y gestionar las áreas de bajas emisiones a nivel municipal, pero claramente entendemos que debemos tener un acto de responsabilidad regional o metropolitana en el sentido de que no podemos dar instrucciones muy diferentes en una ciudad y otra cuando hay una movilidad interna muy grande», apunta Berasategui. Es el caso, por ejemplo, «de Reus y Tarragona», detalla, y dice que «la comunicación deberá ser muy coordinada y muy fácil de entender y poner en práctica para los usuarios de las dos ciudades». Por eso, «es probable que, en algún momento, quizá los ayuntamientos podamos llegar a conveniar un sistema integrado, aunque es algo a lo que aún hay que llegar».

En Reus, la zona de bajas emisiones incluirá puntos de control de acceso y una red de telecomunicaciones de fibra óptica que los conecte, un sistema informático de control de entrada y puntos de medición de calidad de aire y ruido.

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