El despliegue de carriles bici ha avanzado con intensidad en los últimos meses y empieza a coser la red ciclable, históricamente troceada. Circular a pedales de un lado a otro de la ciudad comienza a parecer posible.
El Ayuntamiento, que anunció la construcción de al menos 30 kilómetros más, da por finalizada la implantación de nuevos tramos en la avenida de Tarragona (152.179 euros), el puente del barrio Gaudí (492.590 euros todo el proyecto de reforma, con Next Generation) y la carretera de Castellvell (Diputació). A estos se suman los anteriores carriles de convivencia –ahora carriles compartidos– que el gobierno actualizó entre 2020 y 2022 y que discurren principalmente por el núcleo y su entorno próximo.
El ‘bicing’ reusense, la Ganxeta, ya dispone de las primeras estaciones y debutará en otoño. Los cambios de movilidad y la supresión de espacio para el coche levantan quejas en varios barrios.
La expansión de la red está viva. Tras años arrastrando una situación flagrante de tramos aislados que no conducían a ningún lado, en varios puntos se desarrollan obras para tratar de coserlos y destinar metros a la bici. Hoy en día, están en curso los trabajos de la conexión entre la estación de trenes y Bellissens (429.432 euros, con Next Generation), dos fases que integran la avenida de Bellissens (189.171 y 120.854, Next Generation), la avenida de Sant Bernat Calbó (210.026, Ayuntamiento) y la carretera de Cambrils (1.100.000, Ayuntamiento y Generalitat).
Y adjudicadas, aunque aún sin iniciar la construcción, se encuentran vías en la avenida de Falset (129.545), la avenida de Salou (144.883) y la calle Astorga (486.338), según fuentes municipales. Estas cuentan también con Next Generation. Además, tienen proyectos aprobados la avenida de Riudoms (357.906) y la calle Recasens i Mercadé (350.478), igualmente apoyados en financiación europea.
El gobierno municipal quiere desplegar otros. Se trata de un nuevo paquete que se encuentra, de entrada, sujeto a la disponibilidad de fondos Next Generation. Estos otros carriles supondrían la entrada de los vehículos de movilidad personal, en concreto, en la avenida Països Catalans, el tramo entre la avenida de Castellvell y la plaza de Almoster; y la creación de vínculos con el barrio Gaudí, la Escola La Vitxeta y la rotonda final de la avenida de Falset, que todavía deben afinarse.
El alcalde de Reus, Carles Pellicer, defiende que «son evidentes las ventajas, en la salud y la sostenibilidad, que ofrecen las bicicletas y los vehículos de movilidad personal». «Para que el cambio sea efectivo», señala Pellicer, «es necesario que desde la administración invirtamos en infraestructuras de manera decidida y planificada, para garantizar la calidad, la continuidad y la seguridad de la red de carriles bici; y siempre manteniendo el equilibrio con los otros medios que comparten las vías».
«Sin infraestructuras, no hay uso. Sin uso, no hay usuarios. Y sin usuarios, no hay transformación posible del modelo de movilidad», indica el alcalde.
Por su parte, la vicealcaldesa y presidenta de la Comissió de Mobilitat Sostenible, Noemí Llauradó, valora que «estamos dando un paso de gigante en el despliegue del Pla Específic per a la Mobilitat en Bicicleta, la hoja de ruta de la política de movilidad ciclista de la ciudad, que integra todos los aspectos que pueden incidir en el uso de la bici: infraestructuras, normativa, seguridad vial, intermodalidad y campañas de promoción».
«El propósito final», especifica Llauradó, es «incrementar el uso de la bicicleta y convertirla en una de las principales alternativas al uso del vehículo privado motorizado».
Pero el proceso no es fácil. La metamorfosis de Reus ha dado pie a un profundo descontento en algunos barrios, que lamentan que la implantación de carriles bici se está llevando a cabo «a toda prisa y sin sentido, solamente para captar Next Generation» y que ha dado lugar a «cruces y rotondas inseguros para todos, en los que se producirán o ya se están produciendo accidentes».
La entrada de las vías ciclables en la plaza del Canal o la reformulación del tráfico en la avenida de la Salle pusieron en alerta a los vecinos. La eliminación de carriles para el coche y aparcamiento han generado malestar, también porque «ahora hay atascos donde antes la movilidad era fluida» y «se están retirando plazas de zona blanca sin crear disuasorios y se proyectan parkings subterráneos de pago y a muchos años vista». «Mientras, por los carriles que se construyen, apenas pasan ciclistas», se quejan los vecinos.
El presidente de la Associació de Veïns El Roserar de Mas Iglesias, Francesc Jornet, destaca que, en el entorno de la calle Montserrat Roig, «han quitado mucho aparcamiento a quienes viven ahí, los vecinos se quejan y hemos pedido que habiliten un disuasorio pero no lo hacen». La entidad lleva años reclamando al consistorio que acicale un solar para estacionar allí. Recientemente «vinieron y empezaron a limpiar, pero lo dejaron y sigue como estaba», apunta Jornet.
El líder vecinal de Mas Iglesias explica que «por el carril no vemos bicis, aparcan coches y la Guàrdia Urbana multa», avisa de que «hay tramos de riesgo y ocurrirán accidentes» y pide «liberar sitio para el peatón en la avenida de Salou», donde «existía carril integrado en la acera y se está haciendo también por la carretera». «No estamos en contra de que pongan carriles, pero es que los están poniendo mal», puntualiza.
Y al frente de la Associació de Veïns La Pastoreta, la presidenta Puri Flores expone, refiriéndose a la avenida de la Salle, que «los problemas han venido al quitar un carril de subida y de bajada en una arteria importante de Reus, por donde pasa el autobús urbano y el interurbano».
«Si una ambulancia, los bomberos o la policía tienen una emergencia, no hay margen de maniobra», destaca con preocupación. Y detalla que «solo hay que ir a las horas punta para comprobar cómo se colapsan las calles adyacentes».
La infraestructura para la Ganxeta
Paralelamente, la bicicleta pública compartida, el ‘bicing’ de Reus, que se conocerá como la Ganxeta, ya ha irrumpido en las calles y comienza a hacerse presente con las primeras estaciones en la avenida de Vidal i Barraquer y también frente al Museu de Reus en el Raval de Santa Anna.
El sistema empezará a rodar en octubre de este mismo 2023 con hasta 21 estaciones que aglutinarán 483 anclajes. El estreno se llevará a cabo con 250 unidades de la bici, que, tal como especifican fuentes del Ayuntamiento, todavía no se está armando.
El reglamento del modelo se aprobó hace algunas semanas –igual que la nueva Ordenança de Mobilitat Sostenible– y concreta que el servicio se prestará de 8 a 22h., será para mayores de 16 años y costará un euro al día.