Caos ferroviario
El caos ferroviario perjudica la salud mental: «Estoy tomando antidepresivos desde enero»
Un estudio de la URV certifica que el caos ferroviario afecta al bienestar emocional de nueve de cada diez viajeros recurrentes. Más de 700 personas han participado en la muestra

La estación de tren de Tarragona.
María –un nombre ficticio, ya que esta usuaria pide poder mantenerse en el anonimato– dejó Barcelona para asentarse en el Camp de Tarragona hace más de dieciocho años. Buscaba calidad de vida y la encontró a cincuenta minutos en tren de la capital catalana, de forma que pudo mantener su puesto de trabajo. «Era una maravilla», dice. Pero la situación se truncó, y los planes y expectativas que tenía cuando decidió un cambio de vida nada tienen que ver con su día a día actual. «Si todo va muy, y muy bien, tardo una hora y cuarto», aunque confiesa que, al tener una jornada reducida de cinco horas, hay veces en las que «me paso más tiempo viajando que en el trabajo».
Primero fueron las pastillas para dormir las noches en las que el día siguiente tenía que ir a Barcelona. Más tarde llegaron las crisis de ansiedad. «Incluso durante los fines de semana notaba esta sensación de que me ahogaba y de que me aceleraba el corazón».
María confiesa que llegar tarde al trabajo, la incertidumbre de no saber nunca cuándo llegaría a casa o el hecho de no poder controlar sus horarios le provocaron un cambio en el carácter. «Me notaba muy crispada, quisquillosa y nerviosa». Desde inicios de año está tomando antidepresivos y ansiolíticos para sobrellevar una situación que esta usuaria del tren considera que «no se solucionará de forma inminente, ya que las mercancías generarán muchos problemas».
700 usuarios participan en la encuesta sobre los efectos psicológicos del caos ferroviario
El caso de María no es aislado y ahora, gracias a un estudio de la URV, ha podido conocerse que nueve de cada diez usuarios del tren asegura que el caos ferroviario afecta a su calidad de vida. Estas personas han informado de un aumento de síntomas como la ansiedad, la depresión y el malestar físico que les provoca este medio de transporte, en comparación con la media de la población. «Es una autopercepción, lo que no significa que sean síntomas que aparezcan, pero ellos ven cómo les afecta», explica Sergi Martín-Arbós, investigador del Departament de Psicologia de la URV.
Ansiedad, depresión y hostilidad
Martín-Arbós ha liderado esta iniciativa, que la universidad puso en marcha en colaboración con la plataforma Dignitat a les Vies para conocer si el mal funcionamiento del servicio de Rodalies y Regionals tiene consecuencias psicológicas sobre los usuarios.
Un total de 700 personas han participado hasta el momento en esta encuesta, que ahora empieza a dar los primeros resultados. Para explorar las consecuencias psicológicas de esta situación, los investigadores analizaron cuatro indicadores de malestar emocional como son la ansiedad, la depresión, la hostilidad y la somatización, es decir, el malestar físico con dolores de cabeza o digestiones pesadas asociadas al estrés.
Algunos usuarios aseguran que esto está provocando problemas en su puesto de trabajo debido a los retrasos constantes, e incluso ha habido casos en los que ha sido motivo de despido. De hecho, uno de los datos más elocuentes es que el 80% de las personas que han participado en la encuesta asegura que el servicio va tarde «más de la mitad de las veces», mientras que casi la mitad afirma que «siempre».
Martín-Arbós apunta que estos primeros datos, que ahora se han dado a conocer, todavía son «preliminares», ya que ha habido escasa participación de personas que no cogen el tren. «La idea es comparar quién lo coge de forma recurrente, con los esporádicos y los que no lo utilizan», indica este investigador.
Para los impulsores de este estudio, esto debe permitir confirmar, o no, la hipótesis sobre la que se trabaja, que es que las personas que utilizan el servicio ferroviario más frecuentemente presentan una mayor puntuación en cuanto a los parámetros que reflejan este malestar psicológico. «Si comparamos los resultados que nos dan los usuarios recurrentes con los esporádicos vemos que en las cuatro escalas siempre hay una puntuación mayor entre los primeros», indica el responsable del estudio.
Así, por ejemplo, si nos fijamos en los síntomas de ansiedad, mientras que la puntuación media de referencia es de 3,56 (en una escala de cero a veinte), los usuarios frecuentes obtienen una media de 8,69, mientras que los esporádicos de 7,86, lo mismo pasa también con la depresión y las somatizaciones. «Realmente no esperaba que hubiera una diferencia tan importante entre unos y otros», indica el responsable de esta investigación.
Poner negro sobre blanco
Para la portavoz de la plataforma Dignitat a les Vies, Ana Gómez Llauradó, los resultados de esta investigación «nos permiten cogernos a algo, porque cuando hablamos con Renfe o la Generalitat y les decimos que nos sentimos maltratados la respuesta siempre es ‘no es para tanto’, en cambio ahora lo vemos». Esta asegura que como interlocutora con los usuarios recibe constantemente casos de usuarios que se han discutido con la pareja o en el trabajo «porque están super tensos». Una situación que fue a más «cuando en las conversaciones en el chat vimos que había gente que recomendaba tomar ansiolíticos». Esto hizo que desde la plataforma se pusiera el foco sobre este aspecto.
El equipo responsable de este trabajo tiene previsto seguir recogiendo datos hasta el mes de septiembre. A partir de ahí, quiere analizarse más al detalle la información obtenida y se complementará con algunas entrevistas personales. El objetivo de esta segunda parte es entrar a valorar si hay afectaciones en cuanto al insomnio o el optimismo, entre otros.
Este investigador del Departament de Psicologia de la URV asegura que los datos obtenidos «no son un diagnóstico ni un estudio clínico». Pese a ello, alerta de que si estos usuarios tienen más síntomas «está generando unos costes, ya que al final se traduce en bajas laborales y atención psicológica»