El laboratorio de TGN que atesora las cepas que el volcán de La Palma se llevó

Investigación. La URV tiene muestras de los viñedos que el Cumbre Vieja arrasó en La Palma. La idea es estudiar su genética, pero también podría ayudar a recuperarlas

26 enero 2022 22:50 | Actualizado a 27 enero 2022 06:36
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Para alguien que dedica su vida a estudiar las características genéticas de las viñas ponerse frente a las cámaras no es precisamente la situación más frecuente. No obstante, esto fue justo lo que le pasó ayer a la investigadora Francesca Fort, del grupo de investigación en Tecnología Enológica (TECNENOL) del Departamento de Bioquímica y Biotecnología de la Universitat Rovira i Virgili, que completó una auténtica maratón de entrevistas para medios de comunicación de todo el Estado.

El motivo de tanto revuelo era que el laboratorio donde trabaja cuenta con 70 muestras de viñas de la isla de La Palma. Trece de estas muestras, propiedad de cinco viticultores, están enterradas bajo la lava y las cenizas del volcán de Cumbre Vieja, lo que las hace «totalmente irrecuperables», como explica Fort.

Las muestras habían llegado a Tarragona cuatro meses antes de la erupción del volcán de La Palma. El Consejo Regulador de la isla y la Consejería de Agricultura del Cabildo Insular habían acordado iniciar un estudio genético de las variedades de vid. El objetivo era encontrar nuevas variedades locales; «locales, que no autóctonas, porque hoy todo es mestizo vayas donde vayas», aclara la investigadora, que habla de ‘individuos’ para referirse a las muestras de cada viña. «Cada individuo es un banco de genes y los individuos más antiguos llevan más años mutando», relata.

Justamente el valor de La Palma en particular y de las Canarias en general es que allí hay viñas que se han adaptado durante siglos, teniendo en cuenta, por ejemplo, que hasta allí no llegó la plaga de filoxera que en el XIX asoló las principales zonas vitivinícolas españolas. De hecho, ocho de las trece muestras de viñas arrasadas eran centenarias.

Hacer la caracterización genética de las muestras llevará aproximadamente un año. Posteriormente, y aunque no era el objetivo inicial de la investigación, las muestras podrían servir para recuperar algunas de las viñas arrasadas por el volcán. Los científicos cifran para ello su esperanza en los sarmientos, que permanecen congelados. Llegaron aquí con las ‘yemas’. Allí se encuentran las células embriones y gracias a técnicas in vitro (disponibles en otros laboratorios del Estado) este podría ser el punto de partida para recuperarlas.

Las probabilidades no son muchas, pero Fort dice que «la esperanza es lo último que se pierde» y que los canarios nos han dado una buena lección de resiliencia. «Vamos a empatizar con ellos», apuesta. Desde que comenzó la erupción del volcán, Fort no podía dejar de seguir con preocupación las noticias. Comenzaban entonces las llamadas de ida y vuelta con la isla entre la angustia y la esperanza de no perderlo todo gracias a las muestras. Al final se perdieron 40 hectáreas de viñas.

Tesoros de biodiversidad

Pero, ¿por qué es importante conocer las características genéticas de estas especies? Fort da una explicación muy sencilla: «Hoy te puedes tomar un cabernet sauvignon en Australia, en Montblanc o en cualquier otra parte del mundo, pero al final el consumidor quiere experimentar y en ello Canarias podría tener mucho que decir... Hay variedades que no se han explorado nunca, aquello es una explosión de singularidad desde el punto de vista organoléptico. Canarias ha sido la gran desconocida y es una lástima, pero creemos que eso irá cambiando. Detrás hay generaciones de viticultores luchando contra la adversidad... Aunque ya tienen vinos en la guía Parker».

Y lo cuenta con conocimiento de causa. En el laboratorio ya se han caracterizado ‘individuos’ de viñas de Lanzarote, La Gomera, Fuerteventura y El Hierro.

Justamente en octubre se presentaron en el Consejo Regulador de la DOP de El Hierro los resultados de un estudio sobre la caracterización genética de variedades de la isla, que realizó el equipo de la investigadora. «Los resultados fueron espectaculares», explica, ya que El Hierro ha resultado ser hasta ahora la isla más biodiversa del archipiélago.

La investigación les permitió describir seis variedades locales nuevas (pinar negro, seis de Carlos, tesoro blanco, uval negro, uval piñero, uvalero volcánico) en el elenco de variedades canarias y posiblemente se añadirán dos variedades más (gabetera blanca y llano mulato).

La cantidad de variedades locales que hay en las Canarias, dice, «no es habitual en otras partes del mundo», asegura.

La universidad cuenta actualmente con una base de datos con 1.089 entradas (unos 800 perfiles genéticos, y unas 500 variedades) de 24 países. Mundialmente hay publicadas entre 5.000 y 6.000 variedades. Encontrar una variedad nueva, explica, es como cantar bingo: no siempre pasa, pero tampoco es imposible.

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