La CUP bloquea que Cultura se lidere sin título universitario

La oposición de las dos ediles anticapitalistas veta que la modificación de la polémica plaza de coordinación se debata en el pleno. Ricomà asegura que, pese al revés, no tira la toalla

31 agosto 2019 07:20 | Actualizado a 31 agosto 2019 07:29
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Primer serio revés de Pau Ricomà (ERC) como alcalde de Tarragona. El máximo representante municipal, que lleva 77 días en el cargo con un gobierno en clara minoría en el Saló de Plens, no pudo lograr ayer que el pleno votara su primera propuesta de calado para reorganizar la estructura administrativa de la Plaça de la Font. El líder republicano, que también ejerce como concejal de Cultura, buscaba forzar que los partidos se mojaran sobre su propuesta para crear la figura del coordinador del Àrea de Cultura, una responsabilidad para la cual el gobierno de Esquerra y Comuns considera que no es necesario acreditar un título universitario pese a que cuenta con una retribución económica de unos 60.000 euros brutos anuales, en una postura que los partidos de la oposición denuncian que se debe al hecho de tener al candidato «ya escogido».

Sea como fuera, lo cierto es que el alcalde no pudo ni llevar a votación la polémica iniciativa, en lo que fue una primera muestra de la debilidad en la que se encuentra el ejecutivo, muy a expensas de Junts per Tarragona y de la CUP para poder tirar los puntos hacia adelante. Solo dos meses y medio después de la investidura –y teóricamente aún en negociaciones para una posible ampliación del gobierno– ayer las dos ediles cupaires marcaron territorio y, en lo que puede ser una antesala del complejo mandato que se intuye para el nuevo alcalde, vetaron la inclusión de este asunto en el orden del día.

Laia Estrada y Eva Miguel –con el apoyo de los 13 ediles que suman entre PSC, Ciutadans y PP– pudieron frenar el debate porque el expediente de este tema no estaba completo en el momento de cerrar el orden del día de la sesión de ayer, ya que faltaba un informe de fiscalización. Por esto tuvo que ratificarse su inclusión y –precisamente por ello– cupaires, socialistas, naranjas y populares se aliaron para evitar el debate.

JxTGN no habría dicho que ‘sí’

La portavoz de la CUP, Laia Estrada, explicó que su formación decidió desmarcarse del bloque soberanista porque «no podemos avalar un proceso que no garantiza los principios de mérito y de igualdad», e instó al ejecutivo a «presentar otra propuesta en la que se pidan requisitos universitarios». «Tendremos el puño cerrado en todo lo que sea recordar prácticas del pasado», añadió la representante de las anticapitalistas.

En el bloque independentista, Dídac Nadal (Junts per Tarragona) se mostró crítico con el posicionamiento cupaire. «Nosotros no habríamos votado afirmativamente la propuesta, pero creemos que no es una buena solución haber rechazado el diálogo», lamentó el edil, quien de esta forma resolvió el gran enigma y confirmó que los neoconvergentes también se desmarcan del gobierno.

De forma más crítica se expresó Rubén Viñuales (Cs), quien justificó su postura en el hecho de que «votamos en contra de la urgencia de la propuesta porque, precisamente, no es urgente», y recordó el informe de fiscalización en el que los técnicos municipales piden al gobierno que «motive» más la necesidad de la nueva plaza. Asimismo, el representante de la formación naranja citó el mismo análisis de los altos funcionarios, en el que estos pusieron de manifiesto que «la celebración de la comisión informativa sin contar con el expediente íntegro del punto puede contravenir el derecho de participación de los cargos electos», así como «una limitación del ejercicio del control interno».

La exconcejal de Cultura Begoña Floria (PSC) también disparó contra el alcalde. «Cuando las cosas no se hacen bien tienen consecuencias. Señor Ricomà, el 18 de junio le pedí hora para hacer el traspaso de la concejalía, y aún ni me ha llamado» lamentó, a la vez que recordó que el actual Cap de Gestió Cultural tiene plaza hasta el 31 de diciembre, por lo que «no estamos ante un tema urgente».

«No somos débiles»

Una vez confirmado el traspiés, el alcaide Pau Ricomà reivindicó que «somos un gobierno en minoría, pero para nada débil. Somos fuertes». En este sentido remarcó que «no renunciamos a encontrar a la mejor persona, indiferentemente de si ha acabado la carrera o no», para acabar con una situación que, considera, ha llevado a Tarragona ha estar en una situación «paupérrima» a nivel cultural.

«Tenemos una descoordinación interna notable, con equipamientos históricos cerrados y apartada de los circuitos culturales», indicó el alcalde, quien reivindicó su apuesta por convertirla este mandato «en un eje trascendental para la igualdad de oportunidades y la cohesión social».

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